Ciudad Gótica
El polémico disfraz del alcalde que motivó cientos de memes y columnas de opinión, más allá de la 'proyección gestáltica' del personaje con el edil, nos lleva a preguntarnos si pudiésemos pensar en Antofagasta como la 'ciudad gótica' de Chile, sobre todo por los grados de decadencia que vemos en ella. De acuerdo a la caracterización de DC Comics (que publica la historieta de Batman), Gotham es una ciudad siempre de noche, maldita, oscura, corrupta y el asentamiento del máximo declive citadino, representación nada distinto de lo que muchos/as observamos de esta 'perla del norte' que no brilla, sino más bien se apaga lentamente.
Esto se relaciona con otras representaciones de ciudades postapocalípticas como aparece en la manga japonesa ciberpunk Akira (de Katsuhiro Otomo, 1998), que muestra un 'neo-Tokio' en 2019, arrasado por una explosión que destruyó casi por completo la megaciudad nipona. Los videojuegos también hacen lo suyo, S.T.A.L.K.E.R. muestra una zona de Europa del Este a la sombra del accidente nuclear de Chernobyl como telón de fondo. En la literatura de libros y películas, las urbes postapocalípticas son más el resultado de una gran tragedia natural o provocada por el ser humano que de una gobernanza deficiente; aunque en 'Gotham City', el alcalde Hamilton Hill, es un personaje corrupto y uno de los tantos antagonistas del héroe, también gótico, Batman, que mantiene a esa pobre localidad en condiciones agónicas.
Desde una lectura neoescolástica de la teoría política, la presencia de héroes y antihéroes, o más bien de liderazgos buenos y malos, determina el destino de lo gobernado (ciudad) y los sujetos que reciben la gobernanza (ciudadanía). Así, de acuerdo a la excelente columna del concejal Luis Aguilera (El Mercurio de Antofagasta, 07/11/2023), los más de 20 millones de pesos de trato directo en contratos de recolección de basura y barrido de calles no se ven por ninguna parte. Una de las características de las metrópolis postapocalípticas es la inmundicia de las calles, situación que ya vengo criticando hace rato en varias columnas ("La Crisis de los Baños", "Vergüenza Política", "Tierra de Nadie", El Mercurio de Antofagasta). Definitivamente estamos en una ciudad gótica.
Las respuestas del principal edil frente a la confrontación de los/as concejeros/as municipales sobre su inacción municipal oscilan entre prácticas discursivas tales como: "… se molestó, se paró y abandono la sesión del Concejo" (El Mercurio de Antofagasta, 09/11/2023), la burla permanente de quienes lo critican por redes sociales, la completa indiferencia, o la estrategia de dejar pasar la pelota, como en el 'querach' (o quemadas), como si la política ocurriera en la vereda del frente o les ocurriera a otros/as. Sin duda, la falta de madurez política también se presenta en otras autoridades del gobierno regional que piden soluciones cuando son ELLOS/AS quienes deben hacer el diagnóstico y dar respuesta a las problemáticas; de otra manera, la ciudadanía debería asesorar al poder y eso implicaría pagos en asesorías políticas y comunicacionales. Estas lógicas infantilizadas en el ejercicio de la gobernanza nos tienen en esta condición postapocalíptica.
El equipo de Inteligencia de The Economist elabora cada año el 'Índice de Habitabilidad Global' y para ello toma en cuenta factores como sanidad, educación, oferta cultural e infraestructura. Este año volvió a ranquear la ciudad de Viena en Austria, que ofrece "una combinación insuperable de estabilidad, buenas infraestructuras, sólidos servicios y sanitarios, y mucha cultura y entretenimiento" (Euronews, 01/08/2023). Una antigua publicidad de la revista Muy Interesante decía "no sólo de Reality Shows vive el Hombre". Por ende, para que nuestra 'ciudad gótica' pueda puntear entre las ciudades importantes del país (y del mundo), y dejemos de perder el tiempo en comics y otras sutilezas inocuas, necesitamos una gobernanza política madura de sus recursos, necesidades y ciudadanos/as.
Dra. Francis Espinoza F.
Desde una lectura neoescolástica de la teoría política, la presencia de héroes y antihéroes, o más bien de liderazgos buenos y malos, determina el destino de lo gobernado (ciudad) y los sujetos que reciben la gobernanza (ciudadanía).