El ingreso de las lluvias estivales
La prevención ante las intensas precipitaciones es una tarea que debemos asimilar, para reducir el impacto en la infraestructura vial y en la población. El fenómeno de la Alta Boliviana puede que traiga nuevas lluvias y afecte a otros sectores. Nadie puede sentirse seguro ni en los poblados andinos ni en las grandes urbes, lo que se debe imponer es la cultura de la prevención.
Una vez más factores climáticos nos ponen a prueba respecto a las medidas preventivas que adoptamos para mitigar sus efectos. En la región conocemos el fenómeno de las lluvias estivales que en los meses de enero y febrero se presentan en la zona cordillerana y precordillerano con diversa intensidad, lo que obliga a que nuestra infraestructura caminera esté bien diseñada para responder a posibles aluviones y que la población también haya adoptado las medidas para no anegarse o resultar damnificado.
El último fin de semana, hubo precipitaciones copiosas que como era de esperar interrumpieron la normal tranquilidad de los poblados de Alto El Loa y Atacama la Alta. Hubo cortes de carretera e interrupción del tránsito que obligó a un rápido despliegue de los equipos de emergencia y de Vialidad, para despejar rutas y atender necesidades.
Hubo momentos complejos que pudieron ser resueltos prontamente y al volver la tranquilidad el catastro no era tan desalentador como en otros años. Hay conciencia que las lluvias pueden volver y por esta razón las activaciones de las alertas ayudan a prepararse principalmente en las viviendas.
Aún no se puede evaluar si lo hecho hasta ahora y la prevención dispuesta minimizó los efectos de los temporales. Habrá que esperar hasta después de marzo.
Lo inmediato es seguir reforzando las medidas de prevención y atendiendo las recomendaciones de las autoridades.
También preocuparse de apoyar a quienes resultaron con pérdidas producto de las lluvias. Hasta ayer el principal problema se concentró en la agricultura de los poblados de Alto Loa. Según las versiones de los mismos agricultores, la pérdida de cultivos se estimó en un 80%.
Es decir, se perdió casi todo y estas familias necesitarán de la ayuda para tratar de salvar lo poco que les queda y otras alternativas anexas para asegurar su subsistencia.
Fue un corto temporal pero hay daños que la autoridad oportunamente debe resolver y entregar las herramientas para que se pueda seguir adelante.
Como lo comentamos el fenómeno climático de la Alta Boliviana puede que traiga nuevas lluvias intensas y afecte a otros sectores. Nadie puede sentirse seguro ni en los poblados andinos ni en las grandes urbes, lo que se debe imponer es la cultura de la prevención.
Nuestro país sufre frecuentemente catástrofes -hoy nuestros compatriotas del sur sufren con los incendios forestales- y por ello siempre debemos estar alertas.