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y sobre eso todas las otras habilidades de orden superior, investigar, argumentar, comunicar... Todo eso es posible de hacer en educación, nunca puede decir que está todo perdido. Al revés, en educación uno se plantea grandes desafíos, diseña buenas experiencias de aprendizaje y efectivamente puede ser recuperado. Yo tengo total y absoluta esperanza en eso, especialmente porque el profesorado chileno es muy comprometido y estuvo muy disponible para incluso atender los requerimientos del sistema educativo a distancia durante la pandemia.
-¿Ya están siendo reclutados los 20 mil tutores de lectoescritura? ¿Cómo van a trabajar?
-Ya tuvimos una primera experiencia el 2022 y trabajamos en coordinación con Confauce, que es la agrupación de las decanas y decanos de las 26 facultades de educación que tiene hoy día nuestro país. Logramos reclutar cinco mil personas. Lo que vamos a hacer en este minuto es lo mismo que hicimos el año pasado promoviendo una acción de voluntariado con articulación, especialmente de los estudiantes de Pedagogía que estén en sus procesos de práctica profesional ya más terminal. La experiencia que tuvimos fue bastante positiva. Eso funcionó muy bien porque las universidades en general tienen vinculación hace muchos años con los sostenedores, porque son centros de práctica también. Por tanto, ya existe cierta confianza. Esa es la primera. La segunda que tenemos también es a través de iniciativas de Senama (Servicio Nacional del Adulto Mayor) de profesores y profesoras jubiladas que también se van a sumar a este trabajo.
-Y los gestores, ¿qué tipo de preparación van a tener? Porque la deserción tiene factores sociales, económicos, territoriales.
-Los gestores territoriales son 1.300, van a estar instalados en los municipios, luego también en los departamentos provinciales y en los 11 servicios locales de educación pública que ya existen. La preparación de ellos va a estar orientada desde el Mineduc, donde hay un equipo que trabaja en la reactivación educativa. Aparte de ese equipo van a tener un conjunto de instrumentos, protocolos que les van a permitir a esos gestores primero hacer la vinculación con el intersector, de tal manera de extender o comprender que hay muchas dificultades que están asociadas a cuestiones de carácter social que no necesariamente están vinculadas a lo educativo. Hay razones sociales para que un estudiante se desvincule. Seguramente vamos a tener trabajadores sociales, sicólogas, sicólogas. El equipo de gestores territoriales va a estar asociado a algunos indicadores que ya hemos levantado, como por ejemplo los índices de vulnerabilidad, los mismos datos de desvinculación del 2022, más otros datos asociados a antecedentes sociales que podamos nosotros recopilar a través del Estado y la coordinación con el intersector para luego ir a los territorios y vincularse con organizaciones que están a la base de la sociedad, como juntas de vecinos, clubes deportivos, centros de madres, en donde uno pueda recoger la información de estudiantes que están desvinculados.
-Un desafío en conseguir que los estudiantes regresen al colegio, pero otro, tal vez más grande, es lograr reencantarlos a ellos y sus familias para que se mantengan. ¿Cómo se hará eso?
-Yo ahí quiero contarle unos datos. De los 50.529 estudiantes fíjese que el 26 por ciento son estudiantes que de acuerdo a los registros del Mineduc se encontraban inscritos o inscritas para dar exámenes libres. Esto quiere decir que no es una desvinculación total. Lo segundo es que no solo vamos a hacer estas acciones más focalizadas, sino que también el ministerio va a seguir orientando de manera mucho más directa, fortalecida, a las acciones que el propio establecimiento tiene que desarrollar. La dupla sicosocial que existe al interior de muchos establecimientos del país, los equipos directivos, los orientadores y orientadoras, los propios profesores jefes, tienen que tener o trazar un plan que les permita a ellos en primer lugar recuperar estos estudiantes y también mejorar la asistencia. Fijarse tareas, un plan con acciones muy concretas e indicadores para en el fondo preguntarnos qué va a hacer la escuela en primer lugar, no solo el Estado, qué va a hacer la escuela para ir en búsqueda de esos estudiantes que no están asistiendo o también se han desvinculado. Eso es lo primero. Nosotros ya lo hicimos. estamos entregando un informe cada dos meses que un reporte de asistencia y e vinculación. Luego están estas acciones focalizadas y, en tercer lugar, algo que esperaría que fuera también un resultado de este Consejo, y es que hubiese una especie de decisión en conjunto, como desafío país, para tratar de impulsar este plan. Este es un desafío país y no se resuelve solo porque el Mineduc impulsa una medida para que los estudiantes vuelvan.
-Usted muy tempranamente cuando asumió reconoció el error de haber mantenido cerradas las escuelas por tanto tiempo. Pasados ya casi 11 meses de su gestión, ¿ha aumentado en su opinión el peso de esa mala decisión?
-Yo no estuve en esa decisión, estaba en otra cosa, pero creo que nosotros tuvimos lamentablemente muy poco espacio para el diálogo y ahí hay responsabilidades compartidas. Yo creo que deberíamos, sobre todo pienso desde el rol que le compete a quien lidera la cartera o a quien está a cargo del Estado, primero entregar muchas más certezas. Esto es complejo, pero hasta el día de hoy hay gente que nos dice que si la escuela no tiene una ventilación no sé qué o una serie de medidas, los hijos no van a ir. La comunicación de riesgo fue en primer lugar muy compleja. Cuando uno pregunta a los apoderados por qué no asisten, especialmente de los niños más pequeños, dicen "no, es que está más seguro en la casa". Imagínese que con lo que ha corrido del 22 y ya estamos en el 23, todavía tenemos un desafío en la comunicación de riesgo. Yo creo que faltó diálogo, faltó poder comunicar un poco más y, lo otro, es haber preparado mucho mejor las escuelas. Yo, que asumí el 11 de marzo, me di cuenta de que efectivamente no hubo una preparación de los establecimientos, liderados por el Mineduc. Imagínense, con niños que perdieron familiares, familias que perdieron el empleo, que tuvieron que trasladarse, no había nada. Se volvió un día de marzo como si nos hubiésemos despedido el viernes anterior. Esa falta de preparación golpeó, porque podríamos haber hecho un ingreso gradual en un mes, solo marzo, haber ingresado por niveles, haber ingresado no todo el curso, de manera gradual, ir haciendo conversaciones, mucho trabajo de carácter socioemocional. Cuando volvieron a encontrarse en la presencialidad, como muchos adultos, se sintieron sobrepasados, no tuvieron cómo resolver sus conflictos, las peleas, el maltrato que era habitual se pasó a la presencialidad y, además, con el aumento de los problemas de salud mental de la sociedad en su conjunto expresados en la violencia.