De la situación en avenida Croacia
Urge una mesa entre instituciones, gremios y propietarios que permitan la operación de locales y, a la vez, garanticen el descanso de quienes viven en el sector. Ni fiscalizaciones, ni sanciones, han impedido que un grupo de locales del sector de avenida Croacia insista en la emisión de ruidos fuera de la norma, desligando cualquier responsabilidad en los efectos nocivos que ellos acarrean.
Frente a una temporada estival sin restricciones sanitarias, ni limitaciones horarias, los problemas asociados al funcionamiento de los establecimientos en el sector de la avenida Croacia parece reavivarse y recrudecer.
Las molestias por las externalidades negativas de la operación de dichos recintos son conocidas; los ruidos molestos alteran el descanso de un barrio residencial, el que además debe convivir con el congestionamiento vehicular de la zona y las diversas incivilidades producidas por el consumo excesivo de alcohol por parte de los visitantes.
La discusión respecto a las posibles soluciones, sin embargo, parecen prolongarse en el tiempo y mientras tardan, más horadan la institucionalidad que debería fiscalizar y prevenir la presentación de estos conflictos de convivencia.
En el historial de litigios que presentan los establecimientos de la zona, llama la atención que pese a la acción de la Superintendencia de Medio Ambiente, e incluso en su momento, del Primer Tribunal Ambiental, aún persistan propietarios de emprendimientos que no logran entender la necesidad de armonizar la operación de sus establecimientos con los legítimos derechos de quienes residen en torno a ellos.
Ni las fiscalizaciones realizadas, ni las sanciones impuestas, han impedido que un grupo de locales del sector de avenida Croacia insista en la emisión de ruidos fuera de la norma, desligando cualquier responsabilidad en los efectos nocivos que ellos acarrean.
Tal vez sea el tiempo de acordar criterios, de lograr articular una mesa de trabajo que permita consensuar por una parte la legítima operación de establecimientos nocturnos, con la necesidad de resguardar los derechos de los habitantes que residen en el sector. Si existen establecimientos que en la zona operan sin dificultades, es prueba que con inversiones adecuadas y criterios comunes, dan legitimidad a las operaciones.
Aprovechar la regulación existente, dialogar con todas las partes y aplicar diligentemente sanciones a quienes faltan a las normas, puede constituirse un camino nuevo, que tal vez, pueda ayudar a conducir a una solución definitiva al problema.