Minería y ejecutivos
La industria debe ser capaz de promover la radicación de sus ejecutivos en la zona. Es una deuda pendiente. "En los últimos años se ha observado una suerte de alejamiento de las grandes compañías con el territorio, cuyo principal ejemplo ha sido la conmutación"
La región de Antofagasta ha tenido resonados éxitos en materia económica, lo que se explica fundamentalmente por el desarrollo de la actividad minera del cobre. A saber: su PIB per cápita asciende a casi US$39.500 (Banco Central); y la pobreza llega al 9,3% (Casen 2020), la cuarta más baja del país; mientras el Ingreso Promedio alcanza los $778 mil, de acuerdo con los datos de la Encuesta Suplementaria de Ingresos 2020, elaborada por el INE, indicador que también está entre los tres más altos de Chile.
El grueso de la generación de esta riqueza se explica por la citada actividad de la gran minería, la que es una actividad no renovable. De allí que distintos líderes y autoridades locales insistan en la necesidad y urgencia de que la industria se desarrolle y potencie mucho más allá de la existencia del mineral, lo que debiera repetir auxiliando a otras actividades.
Lamentablemente, en los últimos años se ha observado una suerte de alejamiento de las grandes compañías con el territorio, cuyo principal ejemplo ha sido la conmutación, es decir, los trabajadores y trabajadoras que desempeñan funciones en la zona, pero viven en otros territorios.
El más reciente estudio del Observatorio Laboral de Antofagasta, iniciativa de Sence y ejecutada por la Universidad Católica del Norte, precisa que más de 60 mil personas trabajan actualmente en Antofagasta pero viven en otras regiones. La variación interanual trimestre móvil septiembre-noviembre (2019/ 2020) alcanzó un 23,4%; considerando como base a la última Encuesta de Empleo del INE.
Pero también hay otro aspecto: la radicación de altos ejecutivos en la zona, cuestión que también ha sufrido un progresivo deterioro.
Es cierto que no puede obligarse a nadie a vivir en determinada zona, sin embargo, tal situación ha repercutido en el deterioro para las ciudades locales al percibirse como territorios débiles.
En tal sentido, la decisión de BHP y James Whittaker, nuevo presidente de Escondida, de vivir en la capital regional es una enorme y correcta señal, pues demuestra un compromiso con el territorio. Lamentablemente, se trata de un ejemplo escaso, pero que puede y debe cambiar.
Antofagasta, Calama y Mejillones, por nombrar algunos ejemplos, no pueden ser solo ciudades de paso o una especie de enormes campamentos; tienen objetivamente las condiciones para desarrollar todo su potencial, lo que solo será posible si tenemos la capacidad de retener y atraer muchos más talentos.