La "otroriedad" política
Un espectáculo dantesco y vergonzoso es lo que hemos estado viviendo estos últimos días con la crisis humanitaria ocurrida en Colchane en términos de comportamiento diplomático y de imagen país al mundo. El sacerdote jesuita Felipe Berríos hizo referencia a la Caravana de la Muerte para 'metaforear' el actuar de las autoridades de gobierno, quienes materializaron la expulsión (vía recursos públicos y privados) de 138 personas que ingresaron irregularmente al país, y siendo considerado el destierro administrativo más importante de migrantes en un día.
En mi caso, la marcha de los 'overoles blancos' me recordó tristemente el film The Way Back (2010), inspirado en la novela de Slawomir Rawicz, La Larga Marcha (1955), y que cuenta la historia de un prisionero de guerra que escapó de un Gulag Soviético durante la Segunda Guerra Mundial recorriendo 4000 millas de regreso a su hogar. A esta anti-diplomacia, se suman los dichos del ministro de Relaciones Exteriores, Andrés Allamand de "excluir a los turistas extranjeros y a los migrantes irregulares del proceso de vacunación contra el Covid-19" (ElDesconcierto.cl., 10/02/21). Si esto no es una estrategia sistemática de antimultilateralismo y discriminación, seguramente yo estoy en el país equivocado.
Una buena lección nos dio Colombia al abrir las fronteras al pueblo venezolano e inspirar al mundo (Deutsche Welle, 09/02/2021). Por su parte, Europa en 2015 debió enfrentar también una profunda crisis humanitaria y política debido al conflicto con Siria, y ¿qué vimos en ese entonces? La corresponsal de la BBC en Berlín, Jenny Hill, nos cuenta: "…una multitud los recibió con carteles pintados a mano y regalos para las personas que bajaban exhaustas de los trenes. Estallaron en aplausos y vítores espontáneos. Fue un momento extraordinario" (BBC, 02/09/2020). Si bien esta crisis todavía está latente allá, pero los/as europeos/as con una gobernanza madura y a través de la sociedad civil y sus redes de organización fueron 'parchando' de manera más bien improvisada la brecha entre la normativa de la Unión Europea y la política más bien realista de la mayoría de los gobiernos de los estados miembros (Pries, 2018). Algo que tampoco ocurrió aquí, el tejido social no funcionó para dar acogida "al amigo cuando es forastero".
En su defecto, hemos tenido declaraciones retóricas que intentan mezclar lo normativo con lo humanitario como en el caso de la columna de la diputada Paulina Núñez, o candidatos/as al sillón edilicio (salvo una o dos excepciones) que no salen del realismo trasnochado de una migración ordenada, regulada y segura. Felipe Berríos s.j. hace otro llamado, de no 'politizar' esta discusión entre pro y anti-migrantes, o derecha e izquierda. A lo que se refiere el sacerdote es a la discusión vacua de quedarnos en la política partidista y no ver al/la migrante como un ser humano. Asimismo, se hace necesario hacer político este tema como lo señala el post-funcionalismo, pues las instituciones deben funcionar, funcionar bien y estar principalmente al servicio de sus ciudadanos/as. Un ejemplo de esto es el Aeropuerto de Tempelhof, que pasó de ser un ícono de Berlín a un campo de refugiados/as (ABC, 30/04/2018). Lo mismo podría haber ocurrido en Colchane con tiendas de campaña y apoyo de las Fuerzas Armadas no para combatir a quien pise nuestro territorio como un enemigo externo-interno, sino para hacer diplomacia, buenas relaciones exteriores y dar un ejemplo al mundo de sociedad civilizada y abierta de mente.
La otroriedad política tan discutida teóricamente por los estudios subalternos, postcoloniales y el orientalismo, se debe hacer carne cuando pensamos que la migración internacional es indispensable para mantener el bienestar de los estados en términos económicos (capital humano y nuevas competencias), políticos (votos para elecciones) y culturales (acerbo inmaterial), como bien dice el profesor de la Universidad de Nueva York, Alain Bertaud (webinar "Danger of Density: The future of cities and migration in a post-covid world, 16/02/2020). La densidad en las ciudades no es el peligro, el peligro es la pobreza. Por lo tanto, necesitamos políticas, instituciones y autoridades mejor informadas y educadas que transformen lo local en ciudades eficientes y que logren generar estrategias que combinen perfectamente demografía y migración. El otro/a como amenaza sólo está en nuestras pobres mentes provincianas que no se conectan con las tendencias globales.