"Día a día lucho por abrirme a los cambios"
ANTOFAGASTINIDAD. Raúl Rocco Rojas, actor.
"Lo mejor de ser niño, fue la década en que me tocó serlo: los años 60. Mínimo cinco niños por familia, por lo tanto, la escuela y el barrio eran grandes cantidades de amigos y entretención", rememora el actor Raúl Rocco, nacido en 1959 en Antofagasta.
El profesional hace memoria y cita que la zona tuvo en esa época una explosión cultural que su madre aprovechó para estimular sus inclinaciones artísticas.
"Recuerdo haber visto obras de teatro en la sala Ercilla y en el Teatro de la 'Chile', donde vi a los que más adelante fueron mis maestros. Los juegos en la calle durante muchas horas, donde había mucha actividad física, junto a las incursiones en la rocosa costa del sector de Playa Blanca, mariscando, pescando y bañándonos, son momentos imborrables de mi niñez", citó el director de la Compañía de Teatro de la Universidad de Antofagasta.
¿Qué cosa del pasado traerías al presente?
- La confianza en el prójimo. Tengo nítidos recuerdos de esa época, de muchos niños de entre siete y once años, yendo a comprar solos al negocio de la esquina o, incluso, tomando micros y yendo al mercado o feria, solos, con una lista de encargos y el dinero en sus bolsillos, porque no había maldad en la gente. Bueno, quizás sí, pero la percepción era de un ambiente muy calmo y seguro. Todos cuidábamos de todos. Esa confianza en el otro es lo que traería a este presente, sin duda. Creo que se conoce como "tiempo de provincia", sin histeria, sin la vorágine de la vida actual y con respeto por el vecino.
¿Qué canción siempre vuelves a escuchar?
- Tengo dos etapas musicales muy claras y marcadas por dos cantautores: mi infancia, por Joan Manuel Serrat, y mi juventud y adultez, por Silvio Rodríguez. Siempre estoy volviendo a escucharlos y a cantar sus canciones. Sin contar mis placeres culpables con el tango, el folclore chileno, latinoamericano y, aunque no lo crean, uno que otro tema de Arjona… En música transito de chincol a jote.
¿Qué cosa tuya te gustaría que los demás supieran?
- Que siempre he tenido la intención de hacer las cosas bien hechas y que no siempre lo he logrado. Me gustaría que supieran que día a día lucho por abrirme a los cambios, por ser más tolerante, por comprender hasta los comportamientos más errados.
El teatro me ha ayudado a bucear en la psicología de personajes muy complejos y ello ha sido una gran plataforma para abordar los cambios trascendentes a los cuales mi generación se enfrenta hoy. Mi contacto con jóvenes alumnos y artistas de toda talla, son un gran refuerzo para ir abriéndome a ello y me gustaría que supieran que moriré intentándolo.
¿Por qué te dedicaste al teatro?
- Porque descubrí que no quería hacer nada más. Mi madre tuvo mucho que ver en el impulso primigenio de acercarme al arte teatral.
Ella vio en mis ojos la fascinación que me produjo observar por primera vez a los ocho años, una obra de teatro. Era un montaje infantil de mis futuros maestros y, desde allí, me siguió llevando hasta mi adolescencia. Estimulaba mi gusto por cantar, por tocar la guitarra, en fin, orientó sabiamente mi sensibilidad artística. Y luego, la suerte de estar en el momento y lugar precisos para aprovechar las oportunidades que la vida me ofreció para dedicarme a ello.
¿Qué sientes arriba de las tablas?
- Plenitud. Hay una sensación inefable que sólo se siente, se vive y te llena de gozo. No quiero caer en el cliché, pero creo que hay muchos oficios, diferentes entre sí, que son capaces de hacer plenos al ser humano y ello tiene que ver con la vocación, y la vocación es un acto de amor que permite soportar el sacrificio que muchas veces hay que sobrellevar en pos de un logro y, como dice Silvio Rodríguez, "sólo el amor engendra la maravilla". Yo hablo por lo que vivo en las tablas.
¿Cuál es la obra que más te gusta interpretar?
- Aquella que me permite conectarme con el público de una manera mágica, donde hilos de energía se enganchan con las emociones del respetable y me permiten sentir lo que ellos reciben de mi personaje. Hasta hoy, no me deja de sorprender el goce del actor en los momentos de mayor sufrimiento del personaje. Es una maravillosa paradoja. Ésas obras son las que me gusta interpretar.
¿Qué espacio de la región es el que más te gusta y por qué?
- La costa, la playa, el mar. Es algo de lo que no podría prescindir. De hecho, mis vacaciones ideales siempre se enfocan en la playa, ojalá, toda la temporada. Punta Itata, a 80 kilómetros al norte de la ciudad, es testigo.
¿Qué sueño está pendiente por cumplir?
- Jubilarme e irme a vivir a la playa.
En tiempos tan convulsos ¿qué consejo le darías a personas que no conoces?
- Tal como aludía antes, hacer el mejor de los esfuerzos para abrirse y adaptarse a los cambios que vivimos. Creo que ello requiere de la deconstrucción de estructuras mentales que cuesta mucho derribar, pero que, si lo logramos, podremos traer bonanza para toda la sociedad. Es una tarea a largo plazo, pero que ya comenzó. Hay que apartar el individualismo y pensar más colectivamente.