"El camino de esta crisis está asociado a la noción de abuso"
¿Será suficiente el plebiscito para domesticar la crisis? Se pregunta el sociólogo Alberto Mayol y a continuación responde que no porque la crisis abierta hace un año es antes social que política.
La derecha -sostiene- ha actuado de forma "sorprendente". "Entregaron la Constitución por miedo a la disrupción social y resulta que no resuelven la fuente de la disrupción".
Alberto Mayol, vicedecano de Docencia de la Facultad de Administración y Economía, es uno de los pocos investigadores que vio luces de un derrumbe en el modelo chileno y sus conclusiones no son las elucubraciones, sino la resultante de un trabajo sistemático de revisión de data de todo tipo.
Estas son algunas de las impresiones del autor de los textos: "Big bang. Estallido social 2019" y "El derrumbe del modelo", entre otros.
Las causas
A un año del estallido todavía hay una discusión respecto de las causas del mismo. ¿Qué concluyes de tus investigaciones?
- Las investigaciones que he tenido ocasión de realizar desde la Universidad de Santiago y que ahora he complementado con una encuesta hecha en el marco del proyecto "La Cosa Nostra" nos indican algunas conclusiones: primero, que la desigualdad y la mercantilización de la sociedad tuvo una capacidad de generar un proceso de aumento y acumulación de capital significativo, pero que ese aumento tuvo un ritmo de distribución muy inferior al de acumulación y, más importante, se hizo a expensas de la destrucción de lo que se entiende como la dimensión normativa de la sociedad, que en cierto modo implica decir que la sociedad dejó de funcionar como una sociedad. De este modo la acción de integrarse en la sociedad pasaba por ser alguien displicente de lo colectivo y solo preocupado de lo propio, al tiempo que la forma de hacer política era necesariamente disruptiva porque en la práctica el disenso estaba prohibido. El camino de esta crisis está asociado a la noción de abuso (sexual, en el mercado, en el trabajo, en la discriminación, etc) y su horizonte de sentido es la exigencia de mayores derechos sociales y de mayor distribución, aunque este proceso está dominado por la rabia y la desconfianza, por lo que incluso avances en esas dimensiones serán problemáticos.
No sé si la gran complicación es tener un derrumbe casi completo en todas las instituciones. ¿Es aquello lo más complejo?
- La caída institucional tiene una doble cara en términos de complejidad. En primer lugar, es bastante normal en sociedades que colapsan. Y en tanto tal, significa que la nuestra ha colapsado. En este sentido no es una cosa tan inusual, aunque sea inquietante. Pero lo más complejo es en relación con nuestra propia historia. Chile efectivamente ha tenido una historia muy dominada por un alto concepto de la institucionalidad. De hecho hace más de diez años notamos en una investigación que esta herencia antigua era la clave que daba sentido operativo al nuevo paradigma del libremercado, pues operaba subsidiando sus defectos como modelo social. Pero también notamos que las dinámicas de mercado horadaban las bases institucionales. Y ahora lo vemos. Esto nos plantea el desafío de crear instituciones para el futuro, que puede ser una buena noticia, a menos que nos quedemos trabados en la confusión, cosa que de momento es lo que está pasando. Ojalá se supere.
Es inevitable preguntar por algo que muchos consideran una paradoja, ¿por qué la sociedad más rica y exitosa de la historia nacional se queja del presente y es tan crítica con el pasado reciente?
- Raquel Argandoña y su familia tienen un buen pasar económico. Imagino que su familia está en el 0,001% de la población. No está en el 1%, está más arriba. El 1% tiene un ingreso de hogar de unos $8 millones de pesos. Probablemente eso es lo que solo ella ganaba en solo uno de sus trabajos. Es probable que la familia se moviera con bastante más por varios años. Y eso permite comprar propiedades e invertir en general. Y eso produce rentas estabilizadas. Era una familia exitosa. ¿Es funcional? No. ¿Es un ejemplo? No. ¿Son felices? No. Esto responde el problema. Haber concluido que el importante crecimiento económico de Chile era además modernización y un camino al desarrollo es una fantasía que se reveló cierta. La fiesta se acabó, esa es la verdad. Porque nunca hubo fundamentos sólidos para aquello.
Otra cosa son los jóvenes... los grandes protagonistas de este momento. ¿Qué ves allí?
- Esta es una juventud que ha visto que la fantasía de un futuro extraordinario que inmovilizó a sus padres a la espera del arribo de la profecía era falsa. Los economistas, esta fue mi tesis de magister, fueron en los 90 los falsos profetas de la modernidad. Prometieron un Chile excepcional y desarrollado. No ocurrió. ¿Digo que no se avanzó en nada? No. Espero que nuestros lectores entiendan que todo es más complicado y que hay muchos matices que aquí no puedo desarrollar. Pero esos jóvenes entendieron que accederían a una profesión. Y asumieron que eso les daría garantías de futuro, como era con los profesionales del pasado. Fue falso y caro. Y fue deuda. Y fue un gran negocio para los bancos. Y para las universidades aunque decían no tener fines de lucro. ¿Es tan raro que estén molestos? En 2011 protestaron creyendo en el Estado. Y el Estado no reaccionó. Y el 2019 protestaron en contra del Estado inclusive. ¿Es tan raro? Eso no significa que el camino que hayan emprendido sea fructífero, inteligente o que son los líderes indiscutidos de un futuro mejor. No. Pero significa que un malestar social generalizado activado desde ellos no tiene nada de extraño.
"El caso chileno es el mejor resumen de todo lo que ha pasado en el resto del mundo. 2011 y 2019 son los dos años más intensos de movilización y protestas en el mundo después de 1989".