Pensemos en qué estamos fallando
Las cuarentenas en la región, pese a su duración, no han tenido los efectos esperados y urge analizar las causas para corregirlas y avanzar. Confinamientos demasiado extensos producen estrés social y gran daño económico, y entonces se corre el peligro de tener que levantarlos bajo presión, lo que es igual de malo que hacer nada.
En estos días ha quedado claro en el país que el coronavirus es un enemigo al cual no hay que cederle un solo centímetro, porque al menor descuido nuevamente puede reaparecer.
Así, mientras algunas ciudades de la zona central y sur avanzan hacia el desconfinamiento gradual, gracias a mejorías en sus indicadores sanitarios, otras que parecían tener la enfermedad bajo control, están en riesgo de volver a la cuarentena.
En la Región de Antofagasta la situación es aún complicada. La capital regional concentra actualmente más del 70% de los nuevos casos de coronavirus que se notifican y no parece estar cercana a cumplir las exigencias para relajar las medidas.
Calama ha presentando una baja importante en la cantidad de casos, pero aún tiene su red asistencial estresada, y Mejillones, por su cercanía con Antofagasta, se mueve a la par de ésta última.
Tocopilla, de hecho, es la única comuna de la región (de las cuatro que estaban en cuarentena) que ha podido avanzar hacia el desconfinamiento parcial, que comienza el lunes.
El escenario es delicado y requiere análisis. Por cierto no existe una receta que indique cuánto tiempo debe durar una cuarentena, porque dependerá de las condiciones en que se desarrolle. Una cuarentena estricta y respetada por todos los actores, seguramente arrojará resultados rápidos; y una más relajada, con bajo compromiso social y en zonas alta vulnerabilidad y hacinamiento, tardará más tiempo en mostrar sus efectos, los que podrían terminar siendo mediocres.
A 45 días del inicio de la cuarentena en Antofagasta y Mejillones, y en el día 60 de confinamiento en Calama, es bueno preguntarse por las razones que mantienen a la población en este largo encierro.
Suele argumentarse que la ciudadanía no ha respondido, pero sería injusto decir que es la única explicación. Entonces, cabe estas alturas analizar el rol de cada actor, cuánto se ha hecho, cuánto se ha dejado de hacer, y corregir para avanzar.
De lo contrario seguiremos en este estado, y se corre el riesgo de tener que levantarlo bajo presión, lo que sería igual de grave que hacer nada.