Soldados narran la dura tarea de vigilar una ciudad en cuarentena
PANDEMIA. La mayoría cumple, aseguran los militares, aunque también existen infractores.
A eso de las 17 horas, un batallón compuesto por más de 40 soldados profesionales (no hay conscriptos entre el grupo) recibe una pequeña charla al interior de la Tercera Brigada Acorazada "La Concepción".
Los soldados se la saben de memoria, pero es parte del protocolo. Es dictada por el asesor jurídico del regimiento y en ella se les recuerda cómo actuar ante situaciones de desobediencia, en qué ocasión utilizar material disuasivo y agotada todas las instancias, cuándo usar el arma.
Esto, porque dentro de una hora el contingente deberá relevar de turno a los otros soldados que se encuentran fiscalizando en los cuatro cordones sanitarios de la ciudad (acceso norte, Av. Salvador Allende, Av. de la Minería y Roca Roja) y las zonas de control urbano denominadas checkpoint.
Cuarentena
Fue el 23 de marzo que en la región y el país se decretó el toque de queda debido a la pandemia de coronavirus. Desde las 22 hasta las 5 horas son los militares y carabineros quienes recorren las lóbregas y silenciosas calles de la ciudad para hacer cumplir la medida.
Luego, a las 22 horas del martes 5 de mayo, Antofagasta y Mejillones entraron en cuarentena total. Es decir, restricción absoluta de movimiento. Sólo se puede salir con permisos temporales transitorios en el día y salvoconductos durante el toque de queda.
El segundo comandante (s) de la Tercera Brigada Acorazada, teniente coronel Javier Riquelme, explica que en general las personas han sido respetuosas de las medidas anunciadas, por ende los infractores son pocos.
"Sin embargo hay situaciones que son excepciones, por ejemplo gente bañándose en la playa, otros que pasean en bicicleta o hacen deportes. Otros han tratado de evadir al personal del Ejército en los controles vehiculares subiéndose a las soleras. Ahí los detenemos en conjunto con Carabineros", cuenta el militar.
Durante el día los fiscalizadores en su mayoría son personal de Ejército, les sigue Carabineros, integrantes de la Fuerza Aérea (FACh), Policía de Investigaciones y en menor medida de la Capitanía de Puerto. Ya en el toque de queda la tarea la asumen los militares y en parte Carabineros.
Controles
Uno de los primeros controles, al cual se destina a un grupo de 11 soldados, es el acceso norte de la comuna, casi en paralelo a la Tercera Brigada, bajo un puente conector emplazado donde se realiza la Exponor.
Buses, camiones y unos pocos vehículos menores forman una fila para ingresar o salir de la capital regional.
El teniente Felipe Bravo Díaz, a cargo de este cordón sanitario, cuenta que la labor se realiza de 7 a 21 horas. "Hemos fiscalizado unos 800 vehículos solo en ese lapso, y de ellos han resultado 10 detenidos".
Se dan algunas paradojas. Hay personas que portan su salvoconducto para salir de la comuna, como una señora de edad que tenía un permiso para asistir a un funeral. No obstante cuando se le solicita el carnet de identidad, no lo tenía.
"Hay mucho desconocimiento de la ciudadanía. Parece que la gente recién se está acostumbrando a este tipo de situaciones, y bueno nosotros también. Esto es nuevo para todos, pero acá cada uno de los que fiscalizamos estamos capacitados para emplear el criterio al momento de cursar la infracción", cuenta Bravo.
Sector norte
Uno de los "checkpoint" se encuentra emplazado frente al Jumbo Norte. No se ven peatones, sin embargo hay muchos vehículos transitando a los cuales se les hace detener para revisar sus documentos.
En este procedimiento un joven fue sacado del vehículo e interrogado contra las rejas del cierre perimetral del Jumbo.
Es extranjero y no portaba documentos ni pasaportes. Se le retuvo hasta la llegada de una patrulla de la Comisaría La Portada (la más cercana).
Al rato se le une una joven, quien cuenta que acompañó a una amiga a retirar un pedido muy cerca del lugar de donde viven. Al regresar se encontraron con el "checkpoint". Su amiga tenía salvoconducto, pero ella no.
"Era muy cerca a donde íbamos. Nunca me han llevado detenida, solo acompañé a mi amiga a buscar unas cosas que pedimos para comer", cuenta. Pero se ve tranquila.
A los 15 minutos llega la patrulla, la cual se lleva a ambos infractores, sin esposarlos.
Centro
Un escuadrón al interior de un vehículo particular (no militar) transitó las calles de Antofagasta pasadas las 22 horas con el fin de sorprender desprevenidamente a infractores.
Detrás de las ventanas polarizadas, iban cuatro soldados. El vehículo era manejado por el teniente coronel Ulloa, quien iba de civil.
El vehículo es detenido en un control. Un soldado le pide bajar las ventanas polarizadas y alumbrando dentro del vehículo con una linterna lanza el tradicional: "Buenas noches. Documentos por favor".
"Soy el teniente coronel Ulloa y también estoy fiscalizando el área", responde el conductor, a la vez que exhibe una credencial.
El soldado se cuadra al instante y hace el saludo marcial. "Prosiga usted mi teniente coronel", dice. El oficial no conoce al soldado ni el soldado lo conoce a él. No son de la misma unidad, pero independiente de ello, las jerarquías militares priman.
La fiscalización por el centro dio atisbos del respeto que parece existir al toque de queda. Después de las cero horas la calle Condell con sus Nigth Club cerrados, ni sus salas de juegos o peluquerías funcionando parece un lugar distinto.
El paseo Prat sin personas friendo anticuchos o arepas, sin montículos de cajas de cartón fuera de grandes tiendas, como Ripley o la Polar. Todo es diferente. Solo un hombre con una niña casi al final del paseo, llegando a San Martín rompían la soledad. Pero no eran reales, era la estatua del Dr. Rendic.
La Negra
Faltando pocos minutos para las 1 AM, subiendo hacia la ruta 28 (Ruta de la Minería), a una temperatura de 11°, pero una sensación térmica muy inferior, siete soldados hacen guardia junto a una patrulla con dos Carabineros.
El contingente está a cargo del subteniente Luis San Pedro Ibacache. El grupo desde marzo no ha cesado en los controles no solo en Antofagasta, sino que han hecho lo mismo también en Santiago y Copiapó.
"En este punto no hemos tenido situaciones de complejidad porque la gran mayoría es personal de transporte, buses y trabajadores que van a la minera, por ende tienen los salvoconductos que el empleador les entrega. Las mayores complicaciones son las condiciones del lugar, es decir, las temperaturas. Pero nada que no se pueda sobrellevar", dijo.
Pocos vehículos pasan, la mayoría son buses y camiones. Los soldados que interrogan son dos por pista (dos a quienes ingresan, y dos a los que salen) y se relevan en intervalos de dos horas.
Los demás están dentro de un improvisado refugio que consta de una carpa y una mesa. Alrededor de esta conversan, comen galletas e intentan dormir a ratos. La noche se hará larga, pero ya se han acostumbrado.
Como es poco lo que se descansa, hay tiempo para conversar. "Tenemos un colega que lo destinaron acá (Antofagasta) y está hace dos meses. Pidió traslado a Temuco para ver a su pareja, a la que no ve desde marzo. Le dieron el pase. Se estaba preparando para el traslado cuando nos cuenta que su novia, que es enfermera, le entregaron el turno de esta quincena y ahora a ella le va a tocar estar lejos de casa", contó el subteniente durante la plática.
En Roca Roja la situación no es distinta. Frío y un contingente militar entumecido por el fuerte viento y las bajas temperaturas del desierto aguarda para fiscalizar la cuarentena. Es una tarea dura, pero es la orden, y así se mantendrán mientras continúe la crisis por el coronavirus.