"El desierto era el escenario para renacer"
ANTOFAGASTINIDAD. Pedro Aranda Astudillo, fundador de la Corporación GEN.
Su padre se llamaba Carlos Aranda y su madre Ana Astudillo.
Él es Pedro Aranda Astudillo, nacido en 1940, hijo de un empleado del FCAB y de una dueña de casa, el fundador de la Corporación GEN, un pequeño oasis artificial en el desierto.
Y como todo niño que fue, rememora las jugarretas de infancia: "Nos subíamos sobre los techos de nuestras casas y desde allí tirábamos los proyectiles a las personas que nos parecían indicadas para aguantar quedar con la cabeza blanca" .
¿Qué recuerda de su infancia?
- Todos los días nos pasaba a buscar cerca de mi casa un bus contratado por el FCAB y disfrutábamos mucho el traslado. Las clases de gimnasia y las órdenes eran en inglés me resultaba muy divertido. El colegio era mixto, desde chico nos enseñaban a socializar con las niñas y "gustarnos". Jugábamos en los recreos en tierra colorada fútbol con una pelota que hacíamos con calcetines.
¿Qué aprendió de sus padres?
- Mi padre fue demasiado estricto, nos miraba las manos antes de sentarnos a la mesa. La mesa era redonda, más bien conversaban los grandes. Un día le hice una broma a mi hermana con una palabra grosera que aprendí en el colegio y no sabía que era mala palabra. Esperé un silencio en la mesa y le hice la pregunta a mi hermana con el garabato. Quedó la escoba y mi padre se levantó y me pegó.
¿Qué canción o poema lo identifican?
- Ciertamente My way, el Cóndor pasa, Guantanamera... varios boleros.
Usted es uno de los creadores de la Corporación GEN... ¿Qué significa ese espacio para usted?
- Soy su fundador. Haber sido una respuesta en tiempos de la dictadura y plantear una alternativa de vida. Fui capaz de reunir personas diferentes en todo sentido y que se encantaran con el sueño que llegó a ser la realidad de hoy. Reconozco que nos ayudó mucho el arzobispo Carlos Oviedo Cavada. Nos prestaba su casa reunirnos porque estaban prohibidas las reuniones.
GEN nació como los cristianos de las catacumbas, aunque muchos no tenían religión e incluso algunos ateos. Pero siempre insistía que debíamos mirarnos como persona, sin jinetas ni credos… El desierto nos era "el escenario puro para renacer". Es posible reunirnos en diversidad cuando hay fines comunes internalizados.
También don Carlos nos avaló para que el gerente de la época del FCAB nos vendiera el agua del Silala. Conseguí el terreno porque tuve cierta llegada con el general de Carabineros McKay, que estuvo en Antofagasta y después fue ministro de Bienes Nacionales… Para mí hablar de GEN me daría más de un día. Siempre he dicho que para haber enfrentado tantas adversidades es porque la Divina Providencia nos ayudaba. Agradezco a todos los socios y amigos de GEN que confiaron en mí.
¿Qué cosa es la más urgente para el Norte y nuestra región?
- Urgente crear políticas concretas turísticas… Tener un terminal pesquero como se lo merece Antofagasta. Abrir el abanico de la energía solar hacia el desarrollo del hidrógeno. Crear una mística social antofagastina… Propuse que se concursara para tener una bandera… hubo intentos pero no se supo conducirlos… los iquiqueños la tienen, los tocopillanos también. Nos faltan los Papic, Los Rendic, Sabella, hay un punto que resulta una locura plantearlo: existe la "responsabilidad social de la empresa", pero las empresas también deben incluir el trabajo, en el mismo trabajo se debe humanizar. Se trabaja más por los sueldos y las empresas mismas lo fomentan y los pliegos de peticiones giran en torno a las lucas y beneficios y más beneficios. ¿De qué nos quejamos de las drogas, de las violencias sociales, familiares si todo ello somos nosotros mismos que las provocamos con nuestros sistemas que se llaman "productivos".
¿Qué cosas ha aprendido en estos días de encierro y cuarentena?
- El coronavirus nos ha servido especialmente que debíamos "volver a casa" pero a su vez la inercia productiva quiere llevar el trabajo a la casa. ¡Fatal!
Habrá que asumir que el virus nos desalojó del sistema económico que se tuvo, tanto que se promovió las reingenierías, "reinventarse", a eso nos conduce como sociedad esta pandemia.
Unos que otros podrán estudiar en la casa, pero la gran mayoría no vive en las condiciones para buenos aprendizajes. Es ridículo confundir educación con "embutir conocimientos", pasar materia por hay que pasarla como se hace que para recuperar las clases se pasa en días lo que requiere una asimilación adecuada y tiempo.
Recordarnos que estamos compuestos de cuerpo, de alma y espíritu, que este doloroso frenazo nos saque también de la pandemia de la prisa, y aprendamos a conversar. No a convencer que vivimos comprando, "voy de shoping". Despertar y darnos cuenta que ser persona es también un regalo.