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Difícil situación económica

No cabe duda de que nuestra región está enfrentada a un momento económico muy delicado y requiere todo el apoyo posible de la empresa privada y el Estado. Poco más de 33 mil personas perdieron su trabajo en los primeros tres meses del año, algo anormal. La industria minera privada ha hecho grandes aportes, pero también se requiere ayuda pública.
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La Región de Antofagasta vive un presente absolutamente extraordinario y difícil, marcado por dos hechos distintos, pero vinculados: la pandemia de COVID-19, la cuarentena que afecta a Antofagasta y Mejillones y la crisis económica derivada de allí.

El territorio venía ya complicado por el fin del súper ciclo del cobre y las consecuencias que generó tras el fuerte ajuste: El boom de precios del commoditie comenzó el 16 de diciembre de 2003, cuando su precio alcanzó US$ 1 la libra por primera vez en seis años, hasta su punto más alto el 14 de febrero de 2011, con US$ 4,60 la libra.

Hoy, los precios rondan los US$ 2,3.

A continuación, como es sabido, llegó la crisis social, que tuvo un severo impacto por la violencia desatada especialmente en Antofagasta. Desde el 19 de octubre, la capital regional padeció acciones que en cantidad y magnitud no tenían parangón en la historia. El casco central de la comuna, con foco en el sector comercial, fue, por lejos, el más perjudicado.

Y en ese contexto llegó marzo con las restricciones de la pandemia, incluyendo la cuarentena para Antofagasta y Mejillones desde las 22 horas del pasado martes.

Todo esto ha tenido negativos efectos en la economía local y las personas. La tasa de desocupación regional subió a 9,8% (la más alta del país) en el trimestre enero marzo 2020, por un incremento de 0,3 puntos porcentuales respecto a igual período del año anterior, mientras la tasa de ocupación informal ascendió a 22,3%.

Solo en el primer trimestre del año, poco más de 33 mil personas han perdido su empleo en la región (casi 14 mil en marzo), de acuerdo a cifras de la Dirección del Trabajo.

Lo anterior es producto del empequeñecimiento de las empresas o el cierre e las mismas, producto de los citados fenómenos.

Todo indica que los meses siguientes no serán muy distintos, por lo que se requerirá mucha fortaleza de la población y ayuda del gobierno y las empresas, que han hecho esfuerzos muy destacables, como los de BHP y Antofagasta Minerals. Eso es lo correcto: la unidad es fundamental para sortear este desafío.

Formación de capital humano

"Nuestra propuesta aspira de esta forma a la generación y fortalecimiento de capital humano avanzado". M. Cecilia Hernández y Álvaro Restuccia, Vicerrectora de Investigación y Desarrollo Tecnológico UCN y Vicerrector de Investigación, Innovación y Postgrado UA
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Desde Antofagasta, importantes instituciones académicas, tecnológicas y empresariales se han reunido en Asociación para el Desarrollo del Instituto de Tecnologías Limpias (ASDIT) para impulsar de manera colaborativa una propuesta del Instituto de Tecnologías Limpias (ITL) radicado en la ciudad de Antofagasta y financiado con recursos asociados al royalty por la explotación del litio, administrados por CORFO más cofinanciamiento privado.

Esta iniciativa, que está en proceso de evaluación, se basa en un compromiso y visión descentralizada de la innovación en Chile, con un fuerte arraigo en la región de Antofagasta, lo que se ve reflejado en la propuesta de proyectos a ejecutar y en el hecho de instalarse exclusivamente en la región.

Entre los muchos beneficios de la instalación de un ITL en nuestra región, se destaca la integración, participación y compromiso de actores esenciales de sectores como energía, agua, minería, la academia, centros tecnológicos, empresas industriales y de servicios, OEMs, el mundo del emprendimiento a través de start ups y spin off, y actores públicos; para trabajar conjuntamente en el desarrollo de estas industrias.

Uno de los aportes más relevantes de esta propuesta dice relación con una oferta amplia e integral de formación de capital humano. Un aporte invaluable en la generación de capital humano y formación de capacidades en nuevas áreas del conocimiento y desarrollo industrial de las cinco áreas de negocio que considera el ITL: hidrógeno, minería sustentable, energía solar, agua y disponibilidad hídrica, litio y nuevos materiales.

La oferta abarca los principales niveles educativos, desde los liceos industriales a los cursos de postgrado, y se abre de manera flexible a los distintos instrumentos de formación y capacitación, desde la educación dual a las pasantías. El Instituto desarrolla un modelo colaborativo y complementario entre los niveles de educación media, técnico profesional y universitario, que se desarrollará en profunda alianza con las universidades y centros internacionales asociados a esta propuesta.

Y es que tras ASDIT se encuentran las 11 universidades más relevantes del país, entre las que se cuentan la Universidad de Antofagasta y la Universidad Católica del Norte, además de 10 centros internacionales de innovación e investigación aplicada de Alemania, Australia, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, España e Israel; los que también pondrán al servicio del Instituto sus programas de formación y capacitación.

Nuestra propuesta aspira de esta forma a la generación y fortalecimiento de capital humano avanzado y generación de capacidades para la región y el país, que redunde posteriormente también en empleos de calidad y en el mejoramiento de la calidad de vida de la región de Antofagasta. De ahí que el capital humano de la zona será clave en la transformación energética por la que apuesta la postulación de ASDIT.

Biodiversidad, cambio climático y su relación

"Las especies que son más efectivas en disminuir los índices de transmisión de enfermedades son las primeras que desaparecen". Dr. Iván Ñancucheo Cuevas, Investigador de la Facultad de Ingeniería y Tecnología USS
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Las enfermedades emergentes relacionadas con patógenos de animales silvestres no son una novedad, pero la dimensión presente y futura es muy difícil de cuantificar. El crecimiento poblacional ha puesto en jaque la disminución de la biodiversidad que se puede observar en todas las formas de vida, hábitats y ecosistemas. Asimismo, como consecuencia del crecimiento demográfico, la concentración media mundial de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera alcanzó en abril de 2019 un valor histórico que no se observaba desde hace 3 mil millones de año, antes de que el hombre habitara la tierra. En efecto, los ecosistemas terrestres actuales son capaces de absorber solo la mitad de las emisiones de CO2 generadas por la humanidad, lo cual predice que el aumento de las temperaturas de la superficie terrestre podría estar entre 2,5 y 4,8 °C para finales del siglo XXI como consecuencia de la acumulación del CO2.

Aun cuando estas predicciones son para las próximas décadas, es evidente presenciar eventos anormales como lo observado durante el último tiempo en el continente Antártico. Según lo señalado por el director del Instituto Antártico Chileno (INACH), Marcelo Leppe, este ha sido uno de los años más dramáticos con temperaturas promedios incluso de 6 grados Celsius y durante febrero del presente año se determinó una temperatura récord de 18 grados Celsius en la Base Esperanza perteneciente a Argentina.

Este dramático escenario tiene un impacto sobre la biodiversidad donde existen ganadores y vencidos.

La zoonosis definida como la transmisión de enfermedades infecciosas entre animales y seres humanos presenta una gran problemática social. Reconocidos investigadores en el mundo de la virología prospectiva, dedicados al descubrimiento de nuevos virus con potencial para afectar la especie humana, señalan que es fundamental identificar y estudiar virus zoonóticos responsables de casi todas las recientes pandemias.

Solo se conocen alrededor de 260 virus que pueden infectar a los seres humanos, sin embargo, se calcula que existen 1,67 millones de virus distintos y de ellos 631.000 a 827.000 podrían ser zoonóticos. De la misma forma y desafortunadamente, el ritmo de exposición a virus zoonóticos como consecuencia del gran crecimiento de la población mundial y los efectos del cambio climático se ha incrementado. La mayor tasa de contacto entre seres humanos y la vida silvestre han conducido a la aparición de nuevas enfermedades en humanos y animales.

En este escenario de complejos fenómenos, es evidente que el desafío de la humanidad será proteger los ecosistemas y simultáneamente proteger la salud de la población. Toda medida que mitigue el crecimiento desproporcionado de la población y la disminución de los efectos del cambio climático para mantener la biodiversidad actual es una tarea que debemos conocer. Debemos aprender más rápido que nunca ya que la pandemia actual tiene duras lecciones.