Jonathan Villella Coyán
Con 3.500 habitantes aproximadamente, el macrocampamento "Internacional" de Mejillones concentra un cuarto de la población total de esa comuna portuaria, estimada en 14 mil personas.
Este asentamiento irregular, que apenas tiene 4,5 años de vida y está formado por principalmente por inmigrantes de distintas nacionalidades, actualmente alberga cerca de 900 familias, según cálculos del municipio y de sus propios habitantes.
Esto convierte a Mejillones en una de las comunas del país con el mayor porcentaje de sus habitantes en situación de campamento.
Las edificaciones del Campamento Internacional, en su mayoría de material ligero, son verdaderos laberintos de madera y lata, separados por amplias calles de tierra que permiten que esta improvisada metrópoli respire a través de diversos pasajes y salidas.
El crecimiento exponencial de la toma se concentró durante los últimos tres años, ya que en 2016 solo la habitaban unas 300 familias.
Motivos
¿Qué pudo haber gatillado esta fuerte expansión? La razón principal, según sus habitantes, es el alto costo de vida en la región, el que claramente es un obstáculo para las familias extranjeras que ingresan al país. Y más cuando muchos de esos migrantes llegan sin tener todavía sus papeles en orden.
Así lo expuso Herlin Possu, colombiana de 38 años que lleva poco más de 11 años en Chile. Según relató, solía arrendar y pagar todos sus servicios (luz, agua, cable, etc.), pero el encarecimiento que éstos comenzaron a tener pasados algunos años, sumado a que sólo percibe el sueldo mínimo, la llevaron a buscar una manera más barata de vivir.
"Cuando decidí venir a vivir al campamento, mi vida cambió del cielo a la tierra. Cuando vivía en el pueblo (Mejillones) tenía los servicios comunes, agua, luz, cable, gas. Pero acá no hay agua. Entonces cuesta más. Las calles son de tierra, por lo que al salir a tomar micro te quedas con los zapatos súper sucios. Este ha sido un cambio demasiado duro", confidenció.
Hoy, tras tres años de haber tomado esa decisión, Herlin está tranquila pese a todo. Sabe que en su nueva vida en el campamento, si bien todavía existen muchas falencias en términos de poder cubrir satisfactoriamente sus necesidades básicas, tiene un techo donde dormir y un suelo donde vivir. Aunque no sea suyo.
Una experiencia similar relató su compatriota, Alfredo Panameño (40), quien llegó hace cinco años al campamento motivado por un dato que le dio otro colombiano.
Alcanzó a vivir un par de meses en pensión, en una pieza por la que pagaba un tercio de su sueldo.
"Aquí, aunque tengamos que colgarnos de la electricidad, tengamos problemas con el agua y otras cosas, estamos tranquilos. Nuestros hijos salen a jugar a la calle, a la cancha, casi todos se conocen y eso que son más de 1.400 niños, por lo bajo. Es una vida agradable. Difícil, pero tranquila".
Percepción
Sin perjuicio de lo anterior, la relación con los vecinos del campamento, principalmente del barrio industrial, es tensa.
F.A., de 38 años, trabajador de una maestranza cercana, manifestó que la relación de la comunidad con la toma poco a poco se ha ido deteriorando debido a problemas al interior, como negocios clandestinos y peleas.
Acotó que el hecho de que se cuelguen del sistema eléctrico, es un problema para la comunidad, debido al riesgo de un corte masivo.
"Nuevo Chile"
Para el alcalde de Mejillones, Sergio Vega, la realidad de la comuna desde nació el campamento, cambió para siempre.
"Si nosotros en este momento sacamos una proporción por comuna, en razón de la cantidad de habitantes por cantidad de personas viviendo en campamentos, creo que Mejillones está liderando (...) este es un fenómeno que llegó para quedarse, hoy el nuevo Chile es con extranjeros de diversas nacionalidades", precisó.
Vega acotó que si bien se han presentado algunas situaciones puntuales que han debido corregir al interior de estos asentamientos, como algunos hechos de violencia con otros vecinos, el narcotráfico y la aparición de comercios clandestinos, también es cierto que esa realidad no involucra a todos los extranjeros.
"Lo que nos complica es que hay muchas familias de extranjeros que viven en situación precaria, en edificaciones que podrían incendiarse fácilmente. El hecho de que ellos no tengan sus papeles al día, significa que nosotros tenemos que estar atendiéndolos igual en el tema de la salud y en educación, sin recibir ninguna subvención", sostuvo.
El alcalde agregó que de las mil matrículas que tiene el Complejo Juan José Latorre, el 60%, aproximadamente, son ocupadas por extranjeros que están de forma irregular en el país. "Necesitamos una mejor política social, acorde a este nuevo Chile", dijo el jefe comunal mejillonino.
Herlin, Possu,, vicepresidenta
campamento
"Yo llegué a vivir a una pensión, pero cuando nos subieron todos los servicios, me vine a la toma. Ya que no podía pagar".
Alfredo, Panameño,, residente
de la toma
"Aquí, aunque tengamos que colgarnos de la electricidad o no tengamos agua, estamos tranquilos, no como en Colombia".
Sergio, Vega,, alcalde, de Mejillones
"Necesitamos una mejor política pública, que involucre a todos los extranjeros que llegan a este nuevo Chile".
3.500 personas aproximadamente, son las que residen en el "Campamento Internacional de Mejillones". O sea, un cuarto de la población de Mejillones (14 mil habitantes).
7 nacionalidades son las que actualmente conviven en el Campamento: chilenos, colombianos, paraguayos, peruanos, bolivianos, brasileños y ecuatorianos.
2.400 extranjeros y chilenos, llegaron a vivir al campamento, entre el 2016 y el año actual. Hace cuatro años, residían 300 familias, hoy son más de 900.