El paso del cura rebelde por Chile y su amor por la comida
ANÉCDOTAS. Ernesto Cardenal murió el domingo a los 95 años en Nicaragua.
"He sido poeta, sacerdote y revolucionario". Así se definió el nicaragüense Ernesto Cardenal tras recibir el Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía en 2012. Palabras que, por cierto, quizás no alcanzan para abarcar todas las dimensiones de este hombre que llegó con sus versos al pueblo, abrazó la causa sandinista que luego abandonó, defendió la Teología de la Liberación, que no pudo por más de 30 años oficiar misas por mandato de Juan Pablo II y cuya vida terminó el pasado 1 de marzo, a los 95 años.
El autor de "Epigramas", "Salmos" y "Canto cósmico", se encontraba internado en un hospital de Managua hace un par de días debido a un problema cardíaco. "Murió como un pajarito, se apagó poco a poco", comentó a AFP Luz Acosta, su asistente por más de 40 años, quien confió que el poeta dijo estar "listo" a las personas que estuvieron junto a él el sábado, antes de quedar inconsciente.
Tras su deceso, y a pesar de sus desacuerdos con el Presidente Daniel Ortega -a quien en 2018 le exigió que detuviera "inmediatamente esta represión que está sufriendo nuestro pueblo"-, el Gobierno decretó tres días de duelo nacional. El Mandatario, además, anunció que "se sumará a las ceremonias de gratitud y despedida de este hermano nicaragüense" que hizo grandes aportes a la cultura.
Un poeta fundamental
Con su muerte parte un de los vates considerados como "fundamental, clave en la poesía del siglo XX", comentó Cristián Warnken, director de la Editorial Universidad de Valparaíso a este Diario. Él tuvo la oportunidad de conocerlo en 2014, mismo año que salió la antología "Poesía vivida" de Cardenal bajo el mismo sello, y en el que se le nombró Doctor Honoris Causa por la misma casa de estudios.
Desde su perspectiva, el autor de "Oración por Marilyn Monroe" y Nicanor Parra "son los que le trajeron a la poesía hispanoamericana del siglo XX una respiración nueva, coloquialidad y transparencia". Ambos, aunque siendo diferentes entre sí, salen "de la embriaguez de la vanguardia, que es la embriaguez de la experimentación formal, del surrealismo y de todo eso. Ellos devuelven la poesía, bajan la poesía del Olimpo a la calle", sostuvo Warnken.
La compatriota del autor y también una de las referentes de las letras nicaragüenses, Gioconda Belli, escribió para "El País", tras la noticia de la muerte del monje y poeta, que "Ernesto Cardenal concentraba en él dos rasgos esenciales de la identidad nicaragüense: el espíritu de lucha por el país amado y el amor por la poesía". Y agregó: "Sus poemas de juventud, sobre todo sus epigramas, son lo mismo poemas de amor, que filosas condenas contra la dictadura de Somoza", dando a conocer el carácter político que acompañó a Cardenal y que lo llevó a ejercer como ministro de Cultura de la Revolución.
En los '90, y cansado del sandinismo, Cardenal se sumió en una vida reclusa y empezó a buscar a Dios a través del Universo, lo que lo llevó a escribir su monumental libro "Cántico cósmico". Esta poesía, explicó Cristián Warnken, "es totalmente diferente al epigrama que es un verso corto. En cambio, éste es un versículo largo que parte con la descripción del Big Band, por ejemplo". "Es interesante cómo Cardenal va desde lo sencillo, sintético, cotidiano, desde el amor de un hombre a una mujer, a lo cósmico", agregó.
Traducido en más de 20 idiomas, entre los premios que recibió se encuentra el Internacional Mario Benedetti, que otorga Uruguay, y lo dedicó al pueblo nicaragüense y al adolescente Álvaro Conrado, una de las primeras víctimas de las protestas contra Ortega, y que han dejado cientos de presos, muertos o desaparecidos.
A éste se suma que en 2009 recibió el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, máximo galardón que entrega el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio en Chile.
sibarita
Cinco años después volvería al Puerto con Cristián Warnken como anfitrión. "Lo más impresionante de la visita de Ernesto Cardenal fue que él llegó a Valparaíso el día que estaba el incendio brutal", recordó, refiriéndose al megaincendio de los días 12 y 13 de abril de 2014.
Fue nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de Valparaíso "en una ceremonia que, en algún momento, incluso, se pensó suspender. Pero que finalmente se le dio todo el sentido", añadió. Es así, por ejemplo, que el evento consideró un minuto de silencio en homenaje a las víctimas.
En aquella oportunidad, el escritor dijo sentirse muy honrado por la distinción: "Significa muchísimo para mí por ser de Valparaíso, porque nuestro poeta Rubén Darío, nuestro paisano inevitable, como le llamó otro escritor nicaragüense, aquí es donde se hizo poeta, donde se hizo famoso", y consideró que el premio también era un homenaje "a la poesía nicaragüense. Yo soy uno de los muchos poetas de Nicaragua, no soy único en absoluto, ni el mejor siquiera".
Pero uno de los aspectos que más le quedó grabado al director del sello de la UV fueron los almuerzos, "porque a él le encantaba la comida". "Nos dimos cuenta de que era un devorador de comida; le gustaba comer en abundancia, esperaba con ansiedad los platos y cuando le parecían que eran escasos, pedía más. Y se enojaba a veces cuando no llegaba el plato que él quería, tal como él se lo imaginaba", contó.
"Esa es una dimensión sibarita y gastronómica de Ernesto Cardenal que no estaba en mis planes, porque uno se imaginaba al monje de Solentiname", añadió refiriéndose a "El Evangelio en Solentiname".
El gran conflicto de Cardenal con el Papa Juan Pablo II por el sandinismo
Ernesto Cardenal consideraba que la única forma de derrotar la dictadura de Anastasio Somoza era a través de las armas, por lo que no dudó en sumarse a la causa del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Y fue más allá, pues decidió formar parte del gobierno como Ministro de Cultura (1979 - 1987), lo que lo puso en la mira del Papa Juan Pablo II. Fue en este contexto que se configuró una imagen histórica: Cardenal de rodillas sobre la pista de aterrizaje del aeropuerto de Managua frente al Sumo Sacerdote el 4 de marzo de 1983, momento en que no consiguió la bendición que buscaba, pero sí la reprimenda que dio la vuelta al mundo tanto por defender la Teología de la Liberación como por ser parte del Gobierno.
En 1984, Ernesto Cardenal y otros curas adscritos a la Teología de la Liberación fueron suspendidos del ejercicio del sacerdocio con censuras canónicas de por medio. Fue absuelto y rehabilitado en febrero de 2019 por el Papa Francisco, regresando de nuevo al seno de la Iglesia, y haciendo su primera misa en más de 30 años desde el hospital el 17 de febrero del año pasado.