Quince sueños para los chilenos
SOCIEDAD. ¿Qué país tenemos pensado para el futuro? Aquí hay algunas propuestas.
Soñar podría definirse como un ejercicio de imaginación, de proyectar realidades distintas a las que nos rodean.
¿Tiene Chile un sueño? Es probable que la crisis social demostrara que hay cierta ausencia, de acuerdo a lo que han descrito personeros como el padre Felipe Berríos y variados académicos.
El sacerdote dijo hace casi tres años lo siguiente: "Yo noto que hace falta un sueño de país, un proyecto. Qué es lo que nos gustaría hacer como país, qué estamos dispuestos a renunciar para ese sueño, qué privilegio estoy dispuesto a compartir".
El sueño aparece como algo aglutinador, blando, menos denso o rígido y es probable que este sea el gran reclamo de la sociedad nacional.
En 1939 el Presidente Pedro Aguirre Cerda citó que "gobernar es educar"; Mayo del 68 en Francia regaló un notable graffiti: "Sean realistas: pidan lo imposible"; la primera campaña de Barack Obama, expresidente norteamericano llevó el mensaje: "Sí, podemos".
La campaña del exPresidente Jorge Alessandri fue con una interpelación: "A usted lo necesito", con lo que involucraba a toda la ciudadanía; Eduardo Frei Montalva, su sucesor, prometía una "revolución en libertad", un mensaje entendible en el contexto de la Guerra Fría que vivía el mundo por aquellos años.
Bien podría decirse que así como las sociedades requieren de héroes, también necesitan de sueños comunes.
Esfuerzo, disciplina, ternura, responsabilidad
Los chilenos hemos estallado en emociones desbordadas, dolor, indignación, entusiasmo, ira, incertidumbre y esperanza. Un cúmulo de sentimientos que nos llevan a preguntarnos cuál es el Chile que hemos construido y cuál es el que soñamos. Qué país posible estamos heredando a nuestros hijos, cómo superamos la fragmentación de anhelos e intereses, en qué punto convergemos. Necesitamos reaprender a vivir en comunidad, establecer los valores que nos guían. Esta crisis que vivimos es una gran oportunidad para superarnos, mirar más alto y establecer la ruta de nuestros sueños. Tenemos muchas carencias, pero la educación es lo estructural en una sociedad. Una educación al más alto estándar posible, desde la primera infancia para todos, debiese ser nuestro mayor afán. El impulsar a los niños y jóvenes a descubrir y desarrollar sus talentos en la libertad inherente a todo ser humano, esa es la mayor responsabilidad que tenemos, allí están los sueños, esa es nuestra esperanza. Ello implica resignificar el esfuerzo, la disciplina, la ternura, la responsabilidad, el aprendizaje, la alegría, y recuperar la capacidad de asombro, de descubrir y crear el mundo.
Pamela Ramírez
Directora ejecutiva, Corporación Proa
La educación como bandera
Fin de año y temporada de buenos deseos van juntos en el mismo paquete. Y en esto de no caer en el clásico balance desde una óptica aislada, hice una pregunta por redes sociales abierta a quien quisiera contestarla sobre el sueño que los inspiraría para este 2020. Opiniones que reviso nuevamente hoy, cuando reflexiono sobre el sueño que el país debería enarbolar como bandera. Una mejor educación aparece entre las respuestas más repetidas. Y no es de extrañar que los sueños acerca de lo que esperamos para el futuro coincidan. Como no, si la inteligencia colectiva siempre ha sido más sabia que las respuestas que emanan de estancos cerrados. Una mejor educación -que aparece también entre las principales preocupaciones de la última encuesta CEP- es por lejos la demanda más sentida, el sueño más anhelado y al mismo tiempo nuestra mayor utopía. Una mejor educación que no sólo proporcione las herramientas para disminuir la pobreza material, la exclusión y la inequidad social, sino que además nos permita a todos, disminuir la pobreza valórica en la que nos hemos sumido y que es tan importante revertir para salir adelante.
Esther Croudo
Alianza Antofagasta
Recuperar la capacidad de asombro Dignidad, justicia, libertad y el disfrute de los derechos sociales
Felipe Berríos
Sacerdote jesuita
Un sueño para Chile es convertirnos en un país acogedor, donde podamos darnos cuenta que la moneda de cambio no es la plata o el poder, sino la calidad de vida. Si no sabemos gozar con los amigos, saludar a las personas a nuestro alrededor, confiar, vivir con sinceridad, escuchar al otro, poco tiene sentido. Y tenemos todo para lograr eso, porque lo apreciamos en los pueblos chicos, donde la gente te abre sus corazones, sus vidas, ellos se encuentran, se quieren. Entonces hay que buscar de entre las cenizas. Una cosa que debiera quedarnos claro es que el mejor asado no es el que tiene más carne o más cervezas, sino el que se disfruta más. Este es un ejemplo que nos sirve para ver algo de lo que nos ha ocurrido. Estamos equivocados si creemos que las cosas valen por el dinero, al punto que un auto vale más que un amigo. Hemos perdido el sueño de tener un país feliz. Soñamos con tener más plata en el banco y ahí es donde aparece la codicia y el robo. Hay que darle un giro a eso, recuperar la capacidad de asombro, de descubrir y crear el mundo.
Actualmente, hay numerosas personas que son críticas de la realidad social de nuestro país. Para explicar esta posición, se señala que la clase política -y de forma sistemática- no ha honrado el mandato de representación ciudadana que se le entregó a las autoridades electas y a los partidos políticos, provocando -con ello- que millones de chilenos no sólo despertaran del letargo en el que estaban, sino también se configuraran como un colectivo que hoy exige una serie de derechos y reivindicaciones que estuvieron no sólo postergadas, sino también invisibilizadas en la discusión parlamentaria. En ese sentido, hoy se reconoce a la clase política como un colectivo que se ha encargado de truncar nuestros sueños. Lo anterior, en virtud de potenciar una división ideológica que perpetúa conductas egoístas que no reconocen a la persona como un fin. En ese contexto, aquellos que critican la sociedad nacional señalan que ésta está contaminada con un individualismo que fomenta la segregación y la discriminación, y en donde la materialización del bien común se plasma como una utopía teórica, ejemplificándolos -entre otros- en la existencia de una justicia que tiene un alcance limitado y en una instrumentalización conceptual de la igualdad, lo que permite identificar a la dignidad como un atributo que se presenta en forma abstracta y que el Estado ofrece a migajas. Ante esto, y reconociendo que soy parte de los que adscriben a este crítico diagnóstico, quiero creer que como sociedad somos capaces de reconfigurarnos desde el punto de vista cívico, pudiendo -en consecuencia- construir un Chile en donde los derechos humanos sean el factor que materialice la relación entre el Estado y las personas, y en donde la dignidad, la justicia, la libertad y el disfrute de los derechos sociales no queden secuestrados ni limitados por el poder o el mercado.
Pedro Díaz Polanco
Director Escuela de, Administración Pública Uach
Tolerancia, diálogo, buenas ideas, innovación y trabajo serio
Probablemente la mayoría de los chilenos soñamos con vivir en un Chile justo, donde todos tengamos cabida, donde exista un acceso universal a una educación de calidad y a una salud integral, donde todos tengan una pensión digna, un país que valore su esencia multicultural, que priorice el desarrollo de sus regiones, que sea tolerante, que respete el estado de derecho y nos permita vivir en paz. La mayoría de los chilenos tenemos maneras distintas de construirlo. Para mí es con tolerancia, con diálogo, con buenas ideas, con innovación, con trabajo serio y responsable y respetando la democracia. Puerto de Ideas es un espacio y un momento para reflexionar sobre cómo queremos construir nuestra sociedad, donde las ideas, las opiniones, las investigaciones y las inquietudes permiten profundizar en nuestra idea del sueño país.
Sebastián Jans
Gran maestro, Gran Logia de Chile
Cosas que no hemos aprendido
Los sueños tienen que ver con el liderazgo. Por ejemplo, en Europa Central se valoran estos sueños societales de igualdad, no solo económica, también en la justicia, cuestiones que no sé si son un sueño para los chilenos, pero sí son grandes aspiraciones, lo que hemos palpado en estas semanas de protestas. El problema es que no hay liderazgos en la derecha ni en la izquierda. Andamos en la política del "menudeo", en salud, educación, cuando las demandas que están detrás son las de respeto, igualdad y justicia, por eso la población apunta a la Constitución, porque sienten que ahí está el meollo. Los chilenos no reclaman igualitarismo, sino igualdad, en el trato, en la Justicia, es decir, no es un asunto material, es calidad de vida. Por eso las sociedades más prósperas tienen en su primera línea el pasarlo bien, cosa que tienen muy clara los "milennials". Los chilenos sabemos producir riqueza y crecimiento, pero llegamos hasta ahí; el resto no lo hemos aprendido, aún no hemos empezado a recorrer ese camino y ese es un gran desafío.
Chantal Signorio
Presidenta de Puerto de Ideas
Marta Lagos
Mori
¿Cuándo entenderá Chile, el sueño grande, de nuestra inmensa y planetaria, Gabriela Mistral? La ciudadanía pide un nuevo trato
Como masones tenemos el sueño que habrá soluciones políticas, pero con un sustento ético para construir un nuevo país. La ciudadanía pide un nuevo trato que signifique respetar la dignidad, convivir en armonía y eso se sostiene con una trama ética sólida. Que no tengamos nunca más faltas o desconsideraciones éticas de los que detentan el poder.
Reconocer el Humanismo
Cuando estudiamos historia repasamos el pasado para conocer la evolución de la humanidad, entendiendo que "evolucionar" es mudar de actitud, de conducta o de propósito. Por ejemplo, el Humanismo rompió dogmas de la Edad Media instalando en el centro del pensamiento al ser humano, dando paso al Renacimiento. ¡Vaya infortunio entre defensores del dogma y entre promotores del cambio, sin organismos internacionales garantes! Hoy reconocemos en el Humanismo una evolución de la humanidad al mismo tiempo que Chile enfrenta una crisis por un sistema cuyo propósito es el mercado y el bienestar individual, generando abuso y desigualdad, donde el crecimiento económico no es la fórmula para corregirlas, porque las riquezas naturales que han sustentado nuestra economía se agotan, afectando socioambientalmente a actuales y a futuras generaciones. Es tiempo de mudar de propósito como país, instalando en el centro del saber y del sistema a las personas como fines en sí mismos. Tengo fe en que evolucionaremos, lo dice la historia.
¿Tiene un sueño Chile? O, los sueños, sueños son, como dice Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600, autor de "La vida es sueño"). ¿O tiene razón William Shakespeare cuando dice que estamos hechos de la misma madera que nuestros sueños? ¿O usted cree que España, grande y nuestra, no está dibujada y construida por el sueño de Cervantes y el Quijote? ¿Cuándo entenderá Chile, el sueño grande, de nuestra inmensa y planetaria, Gabriela Mistral? ¿Usted piensa que es casualidad que haya sido profesora primaria? Los niños son el alma de Lucila: "Era el niño de Virgo y del cielo feliz, ahora será el hijo de Luz o Abigail". La consagración en cuerpo y alma a los niños, "horas, días, años, siglos estelares" es el sueño a que nos invita Gabriela y así, en el ocaso de la vida personal, jamás se pierda esa luz que acompañó en el amanecer.
Salvador Lanas Hidalgo
Escuela de Liderazgo USS
Alejandra Pozo Cortez
Abogada