Gases de efecto invernadero
La concentración de dióxido de carbono es la más alta desde hace tres millones de años, citó la Organización Meteorológica Mundial. Y los peak de calor se mantienen. Nuestro país es pequeño e influye poquísimo en esta realidad, pero ha hecho mucho en esta materia, en especial en el sector energético, donde observamos un notable desarrollo de energías limpias.
Mientras Chile se debate en la crisis política y social más compleja desde la recuperación de la democracia, el mundo sigue dando vueltas y confirmándonos que estamos pisando un terreno desconocido -entre las cuales se incluye el propio momento nacional-, lo que nos debiera confirmar que estamos en un cambio de época.
Son demasiados los fenómenos transformadores en curso: desde la robotización, las migraciones, hasta el cambio climático.
Y esta semana tuvimos nuevas y desastrosas noticias.
La Organización Meteorológica Mundial confirmó que la concentración en la atmósfera de los principales gases de efecto invernadero -dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O)- marcó un nuevo récord durante 2018. Como se sabe, el caso del CO2 es el principal de estos gases responsables del calentamiento global, hay que retroceder al menos tres millones de años para encontrar una concentración tan grande en la atmósfera, cuando ni siquiera existían los seres humanos. La misma organización advirtió que en aquel momento la temperatura era entre dos y tres grados más cálida que ahora y el nivel del mar entre 10 y 20 metros mayor.
En línea con lo manifestado por cientos de científicos, la Organización citó que el responsable de este fenómeno es la quema de combustibles fósiles, es decir, con el empleo por parte del ser humano del carbón, el gas natural y el petróleo, lo que ocurre especialmente en los países más grandes del planeta, desde la Revolución Industrial.
Paralelamente a tal realidad, el planeta registra récords de temperaturas. 2015, 2016, 2017, 2018 y este que ya termina, se ubican entre los años más cálidos, desde que hay mediciones fiables, que arrancan en 1850.
Nuestro país es pequeño e influye poquísimo en esta realidad, pero ha hecho mucho en esta materia, en especial en el sector energético, donde observamos un notable desarrollo de energías renovables no convencionales, especialmente las solares.
Estamos en una urgencia climática de la que hay cada vez más conciencia, pero con medidas aún insuficientes y los riesgos son muy altos.