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Accidente de tren en Pakistán deja al menos 30 fallecidos

TRAGEDIA. Siniestro se produjo por el descarrilamiento de una decena de vagones.
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Las autoridades de Pakistán elevaron ayer al menos a 30 los muertos en el descarrilamiento de una decena de vagones de un tren en el sur de Pakistán, que también deja un saldo de 80 heridos hasta el momento, mientras los equipos de rescate trabajaban para sacar a más pasajeros atrapados.

"Se han sacado más cadáveres, por lo que los muertos han subido a 30 y hay 80 heridos por ahora. El operativo de rescate sigue en marcha y se está cortando un vagón para sacar a posibles heridos. Puede haber más heridos o muertos dentro, pero no estamos seguros", dijo a Efe el oficial de Policía, Ashraf Zardari, que se encuentra en el lugar del accidente.

El accidente tuvo lugar cerca del distrito de Nawabshah, en la provincia de Sindh, cuando el tren se dirigía desde la ciudad sureña de Karachi hacia la localidad de Sargodha, en la provincia oriental de Punjab, según señaló el portavoz en Sindh de la empresa estatal de ferrocarriles, Pakistan Railways, Muhammed Anjum.

Las imágenes de televisión inmediatamente posteriores al accidente mostraron una gran cantidad de pasajeros cerca de los vagones descarrilados, algunos de ellos tirados en el suelo.".

Los equipos de rescate se encontraban ayer trabajando en levantar los vagones, en la zona del siniestro, que descarrilaron después de que el enlace entre la locomotora y el resto del tren se separase, informó Zardari.

Hasta el lugar también se desplazaron numerosos efectivos de personal médico para tratar a los heridos, que están siendo trasladados a los hospitales de localidades cercanas.

Los accidentes de tren son frecuentes en Pakistán, que cuenta con una red ferroviaria que data de los tiempos del Imperio Británico, del que se independizaron en el año 1947.

Oro por cocaína: cómo el narco se expande en la Amazonía

SUDAMÉRICA. Los grupos criminales de drogas, pero también de tráfico de minería y madera ilegales, moldean su negocio de acuerdo a la actividad de cada lugar.
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E l narcotráfico se expande y aumenta su poder en la Amazonía de forma silenciosa, apoyado en el vacío estatal, la porosidad de las fronteras y la violencia. Cómo combatir su emporio delictivo será uno de los ejes centrales de la Cumbre Amazónica que se celebrará los próximos 8 y 9 de agosto en Belém do Pará, Brasil.

La mayor selva tropical del planeta se ha convertido en una "región estratégica" para el tránsito de drogas desde los productores Colombia, Perú y Bolivia, hacia los consumidores, entre los que se encuentra Brasil.

Grupos criminales

Según el Fórum Brasileño de Seguridad Pública, alrededor del 40 % de la cocaína que se trafica en el país sudamericano pasa por la Amazonía, donde la presencia de bandas criminales para controlar las rutas viene creciendo. Los narcotraficantes usan la espesura de la jungla desde los 80, pero en los últimos años se han modernizado.

Operan desde dentro y fuera de cárceles, tienen una jerarquía propia de un Ejército y han sumado prácticas a su catálogo criminal: desde la minería hasta la ocupación de tierras y el comercio de madera noble.

El resultado es una amalgama de siglas cada vez más presentes en la región. La lista es amplia: Primer Comando de la Capital (PCC), Comando Vermelho (CV), Tren de Aragua, Comando Clase A (CCA), Los Cachorros ('Os Crias'), Bonde dos 13 (B13), Família do Norte (FDN), Unión Criminal de Amapá (UCA), Bonde dos 40 (B40)... Y hay más. "Los grupos llegan de forma silenciosa y cuando las autoridades se quieren dar cuenta están organizados, comienzan a pintar las paredes con su símbolo e imponen su ley", explica Aiala Colares, investigador de la Universidad Estadual de Pará (UEPA).

Colares coordinó un estudio sobre las dinámicas de la violencia en la Amazonía, que señala que alrededor de 40 localidades de Pará están dominadas por grupos criminales. Y estos grupos además moldean sus redes en función del fuerte económico de cada municipio, es decir, donde ven que hay negocio, se meten. Ejemplo, la explotación de oro, casiterita y manganeso.

"En Jacareacanga, el Comando Vermelho está comercializando droga dentro de las áreas mineras", abiertas en medio de la selva de forma ilegal, "porque es más ventajoso negociar droga por oro que por dinero", indica Colares. Además, para mover la droga, los traficantes usan la estructura de la minería ilegal, que en ocasiones incluye rudimentarias pistas aéreas.

ACTIVISTAS EN la MIRA

Ante esto, las comunidades locales tienen dos opciones: mirar hacia otro lado o denunciar y enfrentar las consecuencias, y ahí entran en la mira los ecologistas.

En Perú, como en los otros países amazónicos, los defensores ambientales viven amenazados por el tráfico de madera, la minería ilegal o el narcotráfico.

"Nuestros territorios están siendo invadidos sin piedad. Ellos (los criminales) no tienen temor", afirmó a EFE el presidente de la Federación Nativa de Comunidades Kakataibo (Fenacoka), Herlin Odicio, quien advirtió de que no es una lucha local, sino "de todo el mundo" por seguir respirando "aire puro".

Durante la pandemia disminuyeron las labores de fiscalizació y el crimen organizado aprovechó la ocasión para ocupar territorios indígenas y áreas naturales del país, cuya superficie amazónica abarca el 60 % de su totalidad. El último caso público fue el del conocido líder indígena asháninka Santiago Contoricón, quien fue asesinado, presuntamente por narcos en abril en su comunidad en Junín.