¿Son importantes las Constituciones?
Enrique Brahm García
Al inaugurar el congreso constituyente el 4 de julio de 1826 señalaba el Director Supremo Ramón Freire: "¡Una Constitución! Este es el grito universal del pueblo chileno, el colmo de sus deseos, la base en que se asientan todas mis esperanzas". Se retrataba en esas palabras toda la ilusión que había en el poder transformador de las constituciones. Eran el instrumento llamado a dar la felicidad a los chilenos.
La realidad ha sido muy distinta. Incluso las constituciones de más larga vida tuvieron menor influencia de lo que se cree en el decurso de la historia nacional. Chile alcanzó su estabilidad política bajo la Constitución de 1833. El autoritarismo presidencial que en ella se consagraba contribuyó a imponer el orden en Chile y a terminar con dos decenios de relativa anarquía. Pero, tanto o mayor importancia que la letra del texto constitucional lo tendría una cuestión práctica: el control de las elecciones que de hecho detentó el titular del poder ejecutivo. De esta forma la separación de poderes regulada en la Constitución no operaba, debido a que durante buena parte del siglo XIX los presidentes contaron siempre con mayoría en el legislativo. Ahí estuvo el gran secreto de su poder. De hecho, con la misma Constitución, una vez que perdieron el manejo de las elecciones, se impuso en Chile un régimen parlamentario. El sistema electoral fue más importante que el texto constitucional para consolidar el orden.
La Constitución de 1925 surgió como reacción al régimen parlamentario. Arturo Alessandri y la oficialidad joven del Ejército, con la que se había iniciado el ciclo revolucionario, buscaban introducir un sistema presidencial. De ahí que en el nuevo texto constitucional se eliminaron las principales atribuciones con que contaba el Congreso, como las "leyes periódicas" (salvo la de presupuestos) y los ministros volvieron a ser de confianza exclusiva del Presidente. Como consecuencia de ello el Ejecutivo aparecía dotado de todavía mayores poderes que los que había tenido durante la vigencia de la constitución anterior. Sin embargo, se daría la paradoja de que todos los presidentes que gobernaron con el texto de 1925 reclamaban que no tenían suficiente poder. Tanto Jorge Alessandri como Eduardo Frei buscaron reformar la carta para dotar de mayores poderes al titular del Ejecutivo. Incluso Salvador Allende alegaría que estaba resurgiendo una suerte de "parlamentarismo".
Pero el problema no estaba en la Constitución, sino en la presión que ejercían los partidos sobre los presidentes. Estos debían negociar con ellos -los que integraban la coalición con la que gobernaban e, incluso, con la directiva y facciones de su propio partido- para ejercer sus poderes. Prácticas partidistas como el "cuoteo", el "pase" y la "orden de partido", que no figuraban en el texto constitucional, podían tener mayor importancia que los artículos de esta. Los presidentes de la república nunca pudieron ejercer a cabalidad los omnímodos poderes con creían haberlos dotado Alessandri y los militares.
En cambio, mucho mayor importancia en la historia de Chile del siglo XX tendría algo que no quedó regulado de forma explícita en la Constitución: el estado interventor. En efecto, los constituyentes no recepcionaron el ideario socio-económico de los militares y de los sectores de avanzada de la clase política, que se inspiraba en las nuevas tendencias que habían surgido a partir de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, desde el primer gobierno de Carlos Ibáñez en 1927 se impusieron políticas económicas intervencionistas y proteccionistas, las que alcanzaron un primer clímax con la República Socialista de 1932, pero en torno a las que se generaría un gran consenso durante todo el período de vigencia de la Constitución de 1925. Consecuencia de su aplicación sería un bajo crecimiento económico que mantuvo a un porcentaje importante de chilenos en la pobreza. Mientras, formalmente, nuestra democracia funcionaba de forma ejemplar, no mejoraba la situación material de los chilenos Esa fue una de las razones de la crisis de 1973.
¿Son tan importantes las constituciones?
"Tanto Jorge Alessandri como Eduardo Frei buscaron reformar la carta para dotar de mayores poderes al titular del Ejecutivo. Incluso Salvador Allende alegaría que estaba resurgiendo una suerte de "parlamentarismo". Pero el problema no estaba en la Constitución.
*Académico de la Universidad de los Andes.