Derrotas y derroteros
Recordados son aquellos derroteros que señalaban la ruta hacia esos ricos rebosaderos de doradas pellas. Quiscos, quebradas, piedras y cerros, figuraban como referencias entre los puntos a seguir para descubrirlos, instrucciones y datos que -a menudo- no aseguraban el hallazgo.
Conocidísimo es para los antofagastinos el mentado Derrotero de Naranjo. El trágico final de su aventura en la rompiente de Punta Teatinos, a escasas horas de haber zarpado desde Coquimbo, dejó abierta la puerta para las especulaciones, los mitos y la avidez de quienes hasta hace pocos años intentaron hallarlo. Pero esa dorada riqueza que persiguió Nicolás Naranjo, nunca se dejó ver.
Otro muy importante, pero menos mentado, es el Derrotero del "chango" Aracena, que data de 1836 y que fue dado a conocer a Vicente Quezada, alcalde de Chañaral de las Ánimas, por el mismísimo Nolasco Aracena. Cada cierto tiempo, el "chango" llegaba a Paposo con cuantiosos sacos de minerales de plata, lo que le permitía una vida bastante holgada. Uno de sus clientes era un comerciante de Cobija de apellido Artola. Enfermó el "chango", confió el secreto a su hijo Mariano, quien visitaba el rebosadero y traía grandes cantidades de menas argentíferas. Pero Mariano Aracena no era de trigos limpios y se le acusaba de varios homicidios. Fue apresado y sentenciado a enfrentar al pelotón.
Antes de la ejecución, confesó al abogado y le indicó cómo ubicar el yacimiento, situado al interior de Taltal, en el extremo oriental de la quebrada de Cachinal. Con esta certeza, el abogado organizó una partida para internarse en el desierto, siguiendo las indicaciones que le había dejado "el finado". Luego de varios fracasos y de enmendar el rumbo, dieron con el sitio correcto.
Se trataba de los ricos veneros y panizos de Cachinal de la Sierra, yacimiento que fue explotado a gran escala, que motivó el tendido de un ferrocarril desde el puerto de Taltal y cuya placilla y pueblo aledaño, llegó a tener una población cercana a las tres mil almas.
El derrotero del "chango" Aracena sí que se hizo realidad. Hoy solo quedan los desmontes, al noreste del mineral de "Guanaco".
Jaime N. Alvarado García. Profesor Normalista - Periodista