Niños y adolescentes en comisión de delitos
La necesidad de cortar la cadena delictiva para evitar que los menores de edad se conviertan en infractores de ley. Para algunos analistas la penetración del narcotráfico en las poblaciones y sectores más vulnerables de las distintas comunas es la génesis de los problemas.
Tanto la ministra del Interior Izkia Siches como el subsecretario para la Prevención del Delito Eduardo Vergara coincidieron en que no se puede "tolerar que niños, niñas y adolescentes caigan en manos de delincuentes y sean utilizados para cometer delitos violentos". Ello luego que se conociera la participación de un menor de 11 años en una encerrona en la comuna de Pudahuel.
Obviamente que es doloroso ver que a tan corta edad un niño esté cometiendo delitos con ese grado de violencia lo que deja en evidencia una seria falla en nuestro sistema social que no logra llegar a tiempo para impedir este tipo de situaciones.
El caso de este preadolescente no es aislado y se conocen estadísticas como el informe de Carabineros de mayo en el que se especificaba que más de la mitad de los detenidos por delitos violentos, principalmente robo de vehículos, eran menores de 18 años. Cifras crudas que lejos de sorprender debieran crear conciencia para determinar las razones de por qué los niños están delinquiendo y cómo se puede frenar esa peligrosa espiral.
No es misterio que los hijos de parejas disfuncionales, con problemas de adicción o de delincuencia se ven enfrentados a muy temprana edad a patrones que validan el actuar fuera del marco de la ley y dentro de ellos el más peligroso es la presencia del narcotráfico.
Para algunos analistas la penetración del narcotráfico en las poblaciones y sectores más vulnerables de las distintas comunas es la génesis de los problemas. Crisis de convivencia, falta de recursos para satisfacer las necesidades básicas y escasas oportunidades de surgir se contraponen con los montos que mueven los traficantes de drogas que a través del consumo evasivo logran abrirse paso y luego lo convierten en una adicción, y quienes caen en esta vorágine terminan sirviendo a los mafiosos y los menores llegan al delito.
Esa visión reduccionista y que asocia a los menores infractores de ley con el tráfico de drogas no es compartida a cabalidad por los estudiosos. Asumen que hay otros problemas sociales que conviven y que gatillan lo que ocurre hoy con niños, niñas y adolescentes y claramente tienen razón. Lo que no pueden obviar es que si la guerra al narcotráfico fuera más decida gran parte del problema estaría resuelto.
Habría que partir por allí y luego sanar la sociedad mediante estabilidad económica, asistencia para los necesitados y más oportunidades.