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Las deliberaciones de la Convención Constituyente y nuestra baranda / balcón

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Aníbal Santa Cruz Santa María, el célebre autor Chile, un caso de desarrollo frustrado, escribió a fines de la década de 1960, que la contradicción de nuestro país era, el amplio desarrollo institucional político, una madurez de su conciencia cívica, que exigía demandas en pro de su bienestar social, y el agudo contraste de su sistema económico, en evidente subdesarrollo.

Las décadas de carencia de una educación cívica en serio en nuestro sistema escolar, ha dejado muy deficitaria la formación política de las generaciones más jóvenes. Hemos asignado importancia excesiva al crecimiento económico- no al desarrollo socio-económico- cuyos indicadores llevaron cierto conformismo en el desarrollo de la transición a la democracia, los 90 y los inicios del siglo XXI, que se vio violentamente interrumpido en octubre del 2019. Crecimiento económico que posibilitaría, aun en lo anotado, ciertos avances en satisfacer requerimientos ciudadanos, teniendo la paradoja, en la coyuntura constitucional, del déficit de educación cívica.

Esto apuntaría a traer a colación la idea del modelo de baranda/balcón que sostuviera Bill Ashcroft, un profesor australiano de literatura y estudios postcoloniales, que refiere a la distinción entre lo de "adentro", el hogar, y lo de "afuera" , la calle, el mundo. El balcón nos permite otear la masa silente de las manifestaciones, cuyas expresiones nos revelan la disparidad de los requerimientos, las procedencias de género y de edades, los que están trabajando, estudiando o se han retirado del mundo del trabajo, y chequear lo que tenemos como vivencias más próximas, nuestros enfermos, los que laboran, estudian, cuánto disponemos para los gastos familiares de diversa índole.

En este cruce de ideas y emociones, nos formamos una imagen de la realidad para seguidamente ir en pos de la idea, donde deberemos nutrirla de los argumentos para formarnos un juicio definitivo sobre el diagnóstico que tenemos del país, de sus avances y deudas, y tentar qué es lo que queremos. Es en este punto, donde ponemos una inflexión. No estamos pensando en nosotros como un presente, aquí y ahora, sino en las generaciones que vendrán, en la dimensión más comunitaria, de los objetivos que requieren la colaboración de otros/as. Es en esta instancia, donde se discuten tres opciones constitucionales, la gradualidad en nuestras constituciones, la "tabula rasa" que sería comenzar de nuevo, casi un absurdo, y focalizar la discusión en las denominadas "bases" que debería tener la Constitución. Uno de los principales ideólogos del conservadurismo inglés, Edmund Burke, hablaba de la Constitución de los muertos, los vivos y los que vendrán, como un continuum.

Nuestro balcón constituirá el mejor barómetro político, que entrecruza nuestra mirada de país con la visión de los otros/as. Para algunos teóricos postcoloniales, se formaría un "tercer espacio", más híbrido, no localizado geográficamente, sino como una caldera socio-cultural, una condición, que nos conduzca a una revisión crítica de lo que queremos innovar completamente, reformar o dejar a firme.

Una parte del balcón, el del interior, nos permite la seguridad, la discusión en la familia (la institución que nos ha refugiado, salvado, contenido en casi medio siglo de historia nacional), lo que deseamos para nuestros integrantes y los advenientes y, la mirada hacia el espacio público, nos lleva a la mirada hacia el Estado y sus agencias, el modelo económico, el sistema educativo-cultural, el municipio (a mi juicio, tan clave, en el empoderamiento ciudadano y de los gobiernos locales, pues nos conduce a la base social, a las juntas de vecinos que dibujan- o debieran dibujar en vez de las inmobiliarias- el entorno definitivo de nuestro lar).

Jane Jacobs, una de las activistas más críticas del urbanismo norteamericano, valoraba la función de las mujeres del balcón, no solo como orientadora del sentido de barrio, fiscalizadora de lo que acontecía, desde los almacenes hasta los juegos callejeros, sino un conocimiento de los vecinos y de los liderazgos urbanos.

Una de las discusiones que ha tenido la Convención Constituyente ha sido plantear un indulto o amnistía a los denominados "presos" del estallido social de octubre de 2019. Uno de los fundamentos es sin estas personas no habría Convención Constituyente. Históricamente, los cambios en nuestra institucionalidad, han derivado de las demostraciones cívicas o sociales que han alterado la inercia en tiempos políticos, vayan como ejemplos, la huelga/masacre del 6 de febrero de 1906 que tuvo incidencia en la promulgación de la primera ley social, el de habitaciones para obreros, detenida en el Congreso por años, o el mismo golpe militar del 11 de septiembre de 1973, que determinó a fines de ese mes la formación del equipo de estudio de la nueva constitución política, violentando la gradualidad democrática en el siglo XX. La petición de la Convención Constituyente, nos lleva al dilema de fusionar los actos de violencia contra los inmuebles públicos y privados y sobre determinadas personas con las multitudinarias manifestaciones callejeras a nivel nacional. En lo primero determinar las tipologías jurídicas de sus actos. Y esto, además, la petición de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado de solicitar a determinadas universidades tradicionales y derivadas un informe sobre la pertinencia del indulto o la amnistía. Pero, con el ingrediente que no se buscaría una solución meramente jurídica y/o judicial sino también política. Algunas universidades ya emitieron su informe, otras no, algunas instituciones relevantes en el asunto declaran no tener una opinión unánime por lo que se abstienen. Estamos frente a esta convergencia de asuntos que refuerzan el dilema de la baranda/balcón, donde no solo se plantean criterios disímiles, sino que en determinadas instituciones se barajan las consideraciones o efectos "externos" que podrían, eventualmente, tener sus afirmaciones surgidas en las reflexiones "internas".

La historia y la vida nos ponen en situaciones que no son tan específicas en sus rotulaciones: no todo es blanco ni todo es negro.

La baranda/balcón nos lleva a sopesar los distintos elementos que están en juego para una decisión, cuyo objetivo es el que nos interesa en definitiva.