Mala señal de internet empuja a la deserción a escolares de campamentos
CIUDAD. Dirigenta explica que algunas familias prefieren que los niños pierdan el año porque no han aprendido. "La señal de internet parece discriminarnos", dice. Contra todos esos inconvenientes, también hay casos de alumnos destacados.
Para alcanzar la habitación de Joan Hurtado, de 8 años, que cursa tercero básico, hay que sortear una frágil escalera, a la entrada de la casa. Luego, introducirse en una especie de laberinto de delgadas placas de madera hasta llegar al comedor, y desde ese lugar, a las piezas. La colección de dinosaurios de plástico multicolores sobresale en el desértico café de las paredes. El niño está atento al computador. Sigue la clase que le dicta una profesora. Joan tiene la cámara apagada para no consumir mucha señal de internet. La madre, Yamile Romero, dice, con orgullo, que su hijo es un destacado estudiante de la escuela Providencia. Tiene un promedio "7". Y sueña con estudiar paleontología, o algo similar, cuando sea grande; por eso, su interés en coleccionar dinosaurios.
Joan arribó a los dos años a Antofagasta, junto a sus padres colombianos. Y, ya está acostumbrado al país, y a la ciudad. "Si usted le pregunta algo de Colombia, él no sabe nada", afirma entre risas su madre. La voz de la profesora se desvanece.
La señal se cae siempre, dice Yamile, con cierta decepción. Cuando su hijo no puede conectarse a la señal, ella le facilita su celular. Y un detalle: "El computador -dice Yamile- se lo prestó un compañero de trabajo a mi esposo, para que nuestro hijo pueda estudiar".
Una de las carencias urgentes del campamento "Luchando por un sueño" es contar con una sala virtual, o un espacio donde los niños puedan acceder a computadores con buen internet, para hacer las tareas o, imprimir éstas. "El internet se cae a menudo. Cuando no están sus padres, porque muchos trabajan, los niños no saben qué hacer. Por suerte no es el caso de Joan, pues yo estoy siempre en la casa", afirma Yamile.
Mala señal
Los campamentos "Luchando por un sueño", "18 de septiembre II" y "Vista Hermosa II" trepan por la imperfecta geografía, a los costados de la calle Guillermo Serey.
Liz Abuid Causso, peruana, es la presidenta del campamento "Luchando por un sueño". Mientras camina, afirma que son alrededor de mil 300 niños los que habitan en los tres campamentos de su sector. La mitad de estos menores cursan la enseñanza básica y la otra mitad, la enseñanza media. Liz se detiene en medio de un sitio eriazo. Por el costado, una mujer sube por un empinado camino de tierra. Sus dos pequeños hijos se quedan atrás, correteando. Las imágenes de niños jugando en las calles se repiten.
"La deserción escolar es evidente", afirma la dirigenta. "La conectividad es el principal inconveniente que tiene los niños para no asistir a clases. Se corta mucho el internet, y esto constata que hay una permanente mala señal", afirma.
Luz, mirando al cerro, dice que están ubicados a la entrada de Antofagasta (av. Salvador Allende), en una parte alta, donde la señal no es buena. "Esto también les pasa a los otros campamentos que bordean los cerros. La señal de internet parece ser discriminatoria contra quienes vivimos en estas condiciones", dice.
Algunas casas tienen antenas para captar señal. La dirigente explica que las antenas en muchos casos son de adorno: "Algunos aparentan y otros, alguna vez tuvieron internet, pero no continuaron".
"El resultado de este problema de mala señal, es que hay 250 menores que ya no pasaron de curso, según lo que hemos sondeado. Los papás prefieren que pierdan el año, a que estén así, en vilo, porque no aprenden nada", sentencia.
Enfermedades
Otro dilema que repercute en la deserción escolar en los mencionados campamentos, son las enfermedades respiratorias. "Hay niños que antes de la pandemia no podían asistir al colegio por problemas crónicos de salud, por ejemplo, adenoides. Hay casos de menores que están todo el tiempo con secreción nasal. Sin ser investigadora; aquí, las enfermedades son efecto del polvillo, las condiciones climáticas porque vivir cerca del cerro es más helado, y en especial, la fragilidad que evidencia una alimentación sin todos los nutrientes y vitaminas", afirma.
Liz conoce bien lo anterior, porque su hija sufre de adenoides. "Ella los tiene muy inflamados. A veces no puede respirar bien, por la secreción nasal. Esto la limita. Así como ella, hay siete casos en el 'Luchando por un sueño'. En los otros campamentos debe haber más niños con la misma enfermedad", sostiene.
A pesar de esto problemas, reconoce la preocupación de los profesores que se esfuerzan por mandar tareas y están en contacto con los alumnos y padres, a pesar de todas las limitaciones del sector.
"El internet se cae a menudo. Cuando no están sus padres, porque muchos trabajan, los niños no saben qué hacer"
Yamile Romero, apoderada en campamento
"El resultado de este problema de mala señal, es que hay 250 menores que ya no pasaron de curso, según lo que hemos sondeado"
Luz Abuid, dirigenta de campamento