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Apoyo del sector público

Hay que insistir que el rol del Estado será fundamental para mitigar parte de los efectos que hoy se observan para un año difícil en lo sanitario y lo político. La Región es responsable del 30% de las exportaciones nacionales, genera casi el 11% del PIB, sin embargo recibe aproximadamente un 4% de los aportes fiscales distribuidos en el país.
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Ante las complejidades económicas del año que entra, no cabe duda de que el empleo será uno de los indicadores más sensibles para el país y la población. La tasa actual afecta más o menos al 25% de las personas en edad y con requerimientos de trabajo, tanto en la región como en Chile.

Un asunto relevante es que no podemos depender exclusivamente de la propuesta privada para la gestación de nuevas plazas, pues parece obvio que esta se verá afectada por la discusión política derivada de la nueva Constitución. Muchas empresas esperarán conocer qué resultará del proceso constituyente, lo que implicará ciertas dudas por la cantidad de recursos que irán destinados a nuevos proyectos.

Por ello es indudable que lo público puede y tiene herramientas para acelerar o abordar nuevas iniciativas, en particular en vivienda y obras públicas, dos ámbitos que, de paso, tienen enorme importancia para nuestra región de Antofagasta.

Con un déficit de 25 mil casas y departamentos y diversos caminos por construir y mejorar, el Estado puede acelerar aquellos ámbitos, cuestión que impactará positivamente en el empleo y oportunidades para las personas.

Es cierto que tenemos avances en ambos espacios. Efectivamente se desarrolla la doble vía que unirá al sector del Oasis con Calama, entre otras, pero debemos pensar que serán necesarias muchas iniciativas de este tipo.

Hoy vemos con preocupación que el desconfinamiento gradual de los municipios chilenos luego del peak de contagios de covid-19 en junio y julio, va en retroceso por el aumento de los contagios ante el relajo de buena parte de la población. Y eso significa menor actividad y menor crecimiento económico que es el combustible elemental que permite la inyección de recursos, mueve la economía, crea trabajos y permite recaudar más impuestos que se traducen en ayuda social de todo tipo: construcción de caminos, compra de insumos médicos, pago de funcionarios de la salud y docentes, entre tantas otras actividades.

Recuperar cierto dinamismo exige fuertes desembolsos desde todos los ámbitos.

¿Y ahora qué?

"¿Han visto en estos meses que se reúna el G7, el G10, el G15, el G20 o el G77? Al menos, no sabemos de reuniones pomposas". Raúl Caamaño Matamala, Profesor Universidad Católica de Temuco
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Ahora, hoy, mañana, el humanismo ha de ser el relato que impere. Yo lo creo, sí, lo creo. Los relatos destacados en el siglo pasado y aún hoy, emergieron, fulgieron, se sucedieron, fueron superados, y el último, el liberal, muestra evidentes signos de agotamiento, por decir lo menos.

Los otros relatos globales, de pleno, están agotados, están desacreditados, no hay duda.

¿Y ahora qué? ¿Qué relato superará al vigente? ¿Qué relato se ha de imponer?

Creo firmemente que ha de ser el relato humanista; aquel que ponga en el centro al hombre y a la mujer como verdaderos seres humanos que son. Un relato humanista que considere al hombre y a la mujer como persona, entes que genuinamente deben gozar de los mismos derechos. Un relato en que los seres humanos en su individualidad deben ser tratados de manera similar, al margen de cualquier diferencia como seres sociales.

Ahora, hoy, ¿qué podríamos hacer cada uno de nosotros? ¿Cómo podríamos contribuir a la construcción de este nuevo relato? Podríamos comenzar poniendo en práctica el famoso aforismo: "Conócete a ti mismo". ¿Qué conseguiríamos? ¿Cómo tributaríamos así a este nuevo relato? Aportando tal vez a identificarnos, a exteriorizar nuestra identidad, en la primera comunidad que conocemos, la familia, y luego, en la comunidad escolar, y así, concéntricamente, de menor a mayor. El siguiente paso, y a la par, será conocer, re-conocer al otro, al tú, al prójimo, y ver en él y en ella a un ser humano único, particular y especial que, como tal, debe ser tratado y respetado.

Es necesario, es urgente, dar forma a un nuevo relato global, que anticipe, que prevea, que empareje la cancha, que no sea tan cuesta arriba y que si es cuesta abajo, que haya manos que detengan el descarrilamiento.

¿Han visto en estos meses que se reúna el G7, el G10, el G15, el G20 o el G77? Al menos, no sabemos de reuniones pomposas, de grandes misiones de avanzada tan características; tampoco sabemos de acuerdos rimbombantes, muchos de ellos sin efecto bueno, directo en las personas, en los más de siete mil millones de habitantes. Ahora, cada uno de los miembros de estas agrupaciones está complicado, e intenta resolver con sus medios, sus estrategias, la grave crisis que nos afecta y afectará.

La clave en este escenario pandémico y en otros adlátere, de este siglo XXI es la colaboración, no cualquiera, sino aquella leal, sin prebendas, sin componendas. Las nuevas relaciones han de ser de mayor horizontalidad, de menor verticalidad o jerarquía, atenuada por una comunicación entre iguales, entre personas que se re-conocen.

Ya no más desarrollo de capital humano, sí más desarrollo humano. ¿Cómo? Implementando políticas públicas que incidan en mejores resultados en salud, educación, nutrición infantil y factores ambientales como el agua y el saneamiento, la contaminación y el cambio climático.

En suma, la pobreza no ha de ser la negación al desarrollo humano, sino una oportunidad.

¡No más pobreza!, ¡Sí, más humanidad!

Que la gratitud sea el mejor regalo

"El agradecimiento es una de las mayores emociones para trabajar la salud mental y se ha comprobado que trae diversos beneficios". Arnaldo Canales, Director ejecutivo Fundación Liderazgo Chile
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Nos encontramos a sólo días de finalizar el 2020. Ya en vísperas del nuevo año, la celeridad con que la sociedad ha vivido este último tramo, aglomerándose en el comercio, olvidando incluso medidas preventivas como el distanciamiento social, en búsqueda del tan ansiado regalo, nos ha dejado sin aliento prácticamente para lo más importante: Reflexionar y agradecer por todo lo bueno y todo lo malo que nos tocó vivir en este ciclo.

Poco valor le hemos otorgado a la gratitud, siendo ésta una de las emociones facilitadores que más nos enriquecen, siendo un impulso positivo para nuestro cuerpo, corazón y mente.

A lo largo de estos crudos meses, en que el virus del Covid-19 no ha dejado de acompañarnos, hemos visto a miles de personas en crisis; por el miedo, la incertidumbre, por la tristeza de no ver a sus seres queridos o, en el peor de los casos, por la angustia de no haber podido despedirse de ellos.

Son en estos contextos en que el agradecimiento, por más que parezca contradictorio, es necesario. Y esto debido a que este "sentir" va ligado con nuestro autoconocimiento, proceso que podemos lograr a través de diversas vías: Escribiendo, reflexionando, ejercitándonos, entre otras variadas alternativas.

Trabajar esta área, la del conocerse a sí mismo, es un aliciente importante para nuestro bienestar integral. Lo anterior nos servirá de base para tener más conciencia respecto a las cosas que debemos agradecer en el día a día, como dar las gracias por estar vivo, por tener hijos sanos, o por el solo hecho de despertar cada mañana y respirar nuevos aires.

De este modo, nuestro cerebro y nuestro vínculo emocional sobre las propias vivencias hacen que el autodiálogo se construya desde una narrativa mucho más sana, sin duda, contribuyendo en gran medida a nuestro bienestar.

Ahora, trabajar la gratitud en los niños es mucho más beneficioso que hacerlos parte de la locura por conseguirles un obsequio material por estos días. Más aún en el contexto de un año en el que las carencias, en todo ámbito de cosas, fue una tónica recurrente.

Diversos estudios han demostrado que en los más pequeños la gratitud implica la toma de perspectiva y el conocimiento emocional, habilidades que comienzan a desarrollar más rápidamente entre los 3 y los 5 años; así como también entre los 7 u 8 años ya tienen más internalizado el concepto, pues a esa edad es más fácil pensar en los demás.

El agradecimiento es una de las mayores emociones para trabajar la salud mental y se ha comprobado que trae diversos beneficios a quienes la incorporan diariamente.

En tiempos de culminación de un ciclo y el inicio de otro, propongamos la gratitud como el mejor regalo hacia los demás, pero -por sobre todo- regalémonos un espacio de agradecimiento personal por la enorme batalla que vivimos este 2020. Pero aún más, demos las gracias por un esperanzador año 2021.