Las ollas comunes fueron la respuesta ciudadana contra el hambre y la cesantía
La pandemia ha significado que muchas familias hayan perdido el empleo, sobre todo las más vulnerables. La crisis económica en su momento más duro, significó alrededor de un 25% de cesantía real. Por lo mismo, un problema que no se veía hace décadas, el hambre, reapareció con fuerza. Y ante esto, vecinos de diferentes barrios de Antofagasta se organizaron para dar una respuesta desde la misma ciudadanía: las ollas comunes.
Según un catastro del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Católica del Norte, en octubre había 88 ollas comunes funcionando en la capital regional. Estas daban alimentación a 9 mil personas. Más de la mitad se ubican en el sector norte de Antofagasta, muchas de ellas en campamentos, donde el trabajo ha sido más fuertemente golpeado, ya que muchos habitantes tienen empleos precarizados, que dependen de la posibilidad de salir físicamente a trabajar. Es decir, con cuarentena era imposible salir a obtener dinero para el sustento familiar.
Iniciativas
Según el mismo informe, solo el 3% del financiamiento de las ollas comunes proviene desde una fuente fiscal: el municipio de Antofagasta, ente que ha entregado algunos aportes durante el año. Pero la mayoría del financiamiento es a través de recursos propios y donaciones de otras organizaciones comunitarias, como ongs y clubes deportivos. Entre éstas destaca la del chef y dueño del restorán Amares, Pablo Godoy, que durante el año junto a otros locales gastronómicos y a pesar de la crisis que ellos mismos atraviesan, elaboró alimentos al vacío para entregarlos a familias vulnerables. "Junto a dos amigos de Santiago, formamos un movimiento que se llama "comida para todos". La idea era poder reabrir algunos restaurantes, cocinando para algunas ollas comunes, esto en base a donaciones desde una plataforma del mismo nombre", explicó Godoy en una nota de este medio en septiembre.
Pero la falta de recursos, con una crisis que está lejos de terminar a pesar de la llegada de la vacuna, tiene en vilo a muchas iniciativas.
Alexander Araya, dirigente de la junta de vecinos de población El Golf, explicó en una nota del 26 de diciembre que "nosotros llevamos casi ocho meses funcionando con la olla común. Hoy estamos viendo de dónde sacar recursos porque la situación económica de las personas no ha cambiado. En vez de mejorar ha empeorado. Vemos más gente sin empleo o en situación de calle y que la única ayuda que tienen en este momento son las ollas comunes".