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Es difícil imaginar que los tigres o los pandas sobrevivieran los últimos cien años sin estas contribuciones conservacionistas masivas.
Pero surge una pregunta: ¿por qué ellos?
"Recuerdo estar de safari una vez, y el jeep estaba repleto de personas que se trepaban por los costados para ver un león desmejorado, muy poco atractivo, mientras yo observaba, al otro lado, un imponente buitre sobre un árbol cercano -cuenta Barney Long, director general de conservación en Global Wildlife Conservation, un grupo que ha dedicado mucha financiación y recursos para la conservación de especies desconocidas-. Fue un gran ejemplo de cómo ciertas especies han quedado arraigadas en la mente de las personas".
Según me comentaron los investigadores, la jerarquía de carisma no es siempre tan simple, pero sigue algunas reglas generales. Los animales más grandes, más "tiernos" y más conocidos son los que, obviamente, encabezan la lista. Por lo general, los mamíferos están primero, y luego siguen las aves. A los mamíferos terrestres les suele ir mejor que a los marinos o a los de agua dulce.
Pero, después de estos, hay un poco de mezcla. Reptiles, anfibios, peces… todos luchan por abrirse camino. Y los insectos, cuyos datos sugieren que están disminuyendo en todo el mundo, resultan ser aún más difíciles de vender.
También existen complejidades con las familias taxonómicas. Los mamíferos bien pueden recibir la mayor atención de conservación, principalmente, los grandes carnívoros y primates, pero los roedores y murciélagos reciben muy poca. Los grandes reptiles, como algunos cocodrilos, tortugas marinas y dragones de komodo, pueden recibir atención, pero las lagartijas y serpientes, en su mayor parte, quedan en la oscuridad de la falta de fondos. Los polinizadores lindos, como las mariposas y las abejas, reciben algo de fondos y de ayuda, pero ¿qué hay sobre escarabajos y moscas?
"Las ranas pequeñas y marrones no son muy populares", comenta Couchman, resumiendo la lucha de los pequeños y monocromáticos.
La geografía también juega un papel, según la bióloga Rebecca Stirnemann, que trabaja en Samoa con varias especies de aves al borde de la extinción.
"Los países más ricos tienen más probabilidad de financiar a sus propias especies endémicas en lugar de a especies endémicas de otros países -sostiene ella-. Pero la gran mayoría de las especies mundiales (y de las especies amenazadas) viven en los trópicos donde, por lo general, hay países más cortos de dinero que los países más ricos de zonas templadas".
Long, del GWC, señala que uno de los grupos para el que resulta más difícil recaudar fondos es el de los roedores pequeños y mamíferos con apariencia de roedores, como las musarañas y los solenodontes.
"Si bien son componentes esenciales del ecosistema y muchos de estos animales están amenazados y son sumamente carismáticos, es extremadamente difícil encontrar personas dispuestas a apoyar estos esfuerzos", explica él.
Pocas personas habían oído alguna vez sobre el melomy de Bramble Cay (Melomys rubicola), un pequeño roedor, hasta que apareció en la escena mediática en el 2016. ¿Por qué? Ha sido completamente eliminado por el cambio climático.
Vale la pena preguntar: ¿por qué las especies consideradas carismáticas reciben mucha más financiación que otras especies, incluidas aquellas que pueden estar más cerca de la extinción?
Dickie, de Durrell, lo considera "una lotería".
"Más y más especies están perdiendo ejemplares y pasan a las categorías de En peligro o en Peligro Crítico de extinción, y no hay disponibles suficientes fondos de los presupuestos nacionales para la conservación de especies -explica-. A menudo, la conservación de especies es vista como algo que debe ser financiado a través de la caridad, y no como un componente de cuidado esencial del planeta".
La conservación y la protección ambiental en el mundo están notoriamente poco financiadas, muy por detrás de otras causas sin fines de lucro, aun cuando la crisis medioambiental sigue empeorando en todo el planeta. Por ejemplo, según Giving USA, las organizaciones benéficas que apoyan el medioambiente o los animales son las que reciben menos que cualquier categoría.
Couchman sostiene que también es una cuestión de riqueza nacional, y señala que "casi todas las especies Edge abandonadas provienen de países con ingresos medios o bajos".
Stirnemann concuerda, y agrega que los países en desarrollo no solo aportan menos, sino que tampoco el apoyo perdura en el tiempo. "Por ejemplo, en Nueva Zelanda, el kakapo tiene un apoyo constante del Gobierno. Especies menos conocidas en países en desarrollo reciben fondos según sea necesario".
Eso significa que, cuando las especies menos conocidas consiguen algo de financiamiento o de atención, suele ser por un periodo corto, y luego desaparece otra vez. Incluso en esos casos, los fondos tienden a concentrarse en una investigación de base (ya que se conoce muy poco sobre las especies) y no en una acción de conservación propiamente dicha.
"Vemos que la falta de conciencia sobre la diversidad de vida que hay en la Tierra obstaculiza los esfuerzos de conservación de especies menos conocidas más que la falta de interés en conservarlas", explica Couchman.
Durante mucho tiempo, los conservacionistas han argumentado que salvar especies carismáticas también ayuda a conservar a las menos conocidas. Esto se conoce como la teoría de las especies paraguas. En otras palabras, proteger al tigre significa conservar su hábitat, lo que asegura la supervivencia de decenas de miles de otras especies que comparten ese hábitat con este.
Esto es cierto en algunos casos pero, en un mundo cada vez más fragmentado y amenazado, que enfrenta temas como el cambio climático, el comercio ilegal de vida silvestre, la polución, las especies invasivas y la acidificación de los océanos, es posible que las especies paraguas ya no puedan proteger tanto como solían hacerlo.
"Los requisitos del hábitat para las especies más grandes y carismáticas no siempre reflejan las necesidades específicas de especies microendémicas que viven en hábitats específicos dentro de un paisaje, como el pez de agua dulce o las ranas dependientes de un arroyo", explica Couchman.
La teoría de las especies paraguas también socava el hecho de que muchas especies necesitan una acción que va más allá de la simple protección de su hábitat.
"Esto se ve más en especies donde existe un riesgo de enfermedad específica, por ejemplo, la quitridiomicosis en los anfibios… o en los casos en los que la causa de la disminución de población es un tema específico de comercio ilegal", afirma Dickie.
A pesar de ser un primate, el gálago continúa pasando inadvertido por una serie de razones: es pequeño, difícil de encontrar, y vive en varias zonas desconectadas de bosque seco.
Gwegime señala que, durante el tiempo que trabajó con la especie, el "desafío principal" fue conseguir la atención de "donadores y de otros inversionistas".
"En la mayoría de los casos, no se daban cuenta de cómo la conservación de esta especie tendrá un impacto tangible más amplio en la sociedad", agrega.
Gwegime afirma que, en la actualidad, algunos de los bosques permanecen "bien protegidos", y las poblaciones en esas zonas pueden estar en aumento.
"Sin embargo, me preocupan algunas áreas en las que hay un aumento de la destrucción del hábitat", comenta.
El gálago enano de Rondo es solo uno entre miles de especies, si no más, cuya existencia está amenazada por su falta subjetiva de carisma como por cualquier otro motivo. La pregunta es ¿la conservación, que se presenta como una ciencia, debería ser un concurso de popularidad?
¿Por qué tantas especies reciben tan poco?
Agujero en los paraguas