La cocina política
Se acerca a pasos agigantados el plebiscito del 25 de octubre próximo, y las conversaciones constituyentes ebullen como geiseres en medio del desierto. La política es todo contingencia y las situaciones cambian de un momento a otro, así como la 'gimnasia política' con volteretas y piruetas dignas de una Nadia Comaneci, una de las mejores gimnastas de todos los tiempos.
De una manera gráfica y culinaria, el profesor canadiense Kal Holsti (1991) nos dice que en los años 20 y 30, los chefs de la politica internacional estaban de acuerdo sobre lo que había que estudiar y cómo hacerlo, aunque discrepaban respecto de la finalidad del estudio.
En los cincuenta y sesenta, estaban de acuerdo sobre los temas a estudiar y el objetivo del estudio, pero libraron amargas batallas en torno a cómo cocinarlo. Actualmente, parece que discrepan en todo: finalidad, sustancia y método. En consecuencia, el menú se ha ampliado enormemente, pero ello no es necesariamente síntoma de progreso.
Si aplicamos esto a nuestra idiosincrasia constituyente a partir de la llegada de la democracia en adelante, la época de los 'grandes consensos' le permitió a la elite política balancear el ejercicio del poder entre el Ejecutivo, las Fuerzas Armadas, aunque siempre con el miedo a un 'boinazo' (La Tercera, 18/04/2016), y otras actoridades políticas menos visible públicamente. Sin embargo, como aseguran Lindh, Fábrega y González en su artículo "La Fragilidad de los consensos. Polarización ideológica en el Chile post Pinochet" (2019), tanto adherentes como contrarios/as a los gobiernos de turno comienzan a distanciarse ideológicamente, provocando una polarización a nivel político, socioeconómico y generacional que se termina de consolidar a mediados de 2008. Aquí, los gobiernos concertacionistas sabían lo que tenían que hacer, pero disentían si había que hacerlo 'en la medida de lo posible' o no.
Los gobiernos de Eduardo Frei (1994-2000) y Ricardo Lagos (2000-2006) también tenían claro el panorama político de un Chile democrático después de 17 años de dictadura, pero no sabían cómo 'cocinar' un modelo neoliberal implantado en la sociedad chilena como un 'chip' con una ciudadanía que reclamaba cada vez más sus derechos sociales. Bachelet y Piñera 1 y 2 fueron dando el viraje con más o menos fuerza hacia un capitalismo responsable o consciente (Jhon Makey y Raj Sisodia, 2012), pero todavía con serias 'dudas culinarias' sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad de temas-país. Hete aquí, que nace la necesidad de nuestras 'conversaciones constituyentes'
Actualmente, nuestra 'cocina política' o como la llamaría el ideólogo del Frente Amplio Carlos Ruiz, la 'política de cloacas' (El Dínamo, 25/09/2020), se va organizando sobre la base de resultados de aprobación y con una institucionalidad política cada vez más desacreditada por la ciudadanía, pactos (o no pactos) políticos, y objetivos cortoplacistas como no dejar que la derecha vuelva a gobernar.
Los guarimos en política, la última semana de septiembre, muestran un 22% de aprobación hacia el Presidente Sebastián Piñera y un 45% de apoyo al manejo del gobierno frente a la pandemia (CADEM, 350, 28/09/2020). Por su parte, la Encuesta Criteria señala que Lavín (18%), Jadue (17%) y la 'Merkel chilena' Evelyn Matthei (8%) lideran la carrera presidencial (01/10/2020).
Considerando el 'charquicán político' de los pactos, el Frente Amplio está cocinando las municipales (y también otras elecciones) a través de acuerdos por omisión repartidos en todas las comunas, lo que Daniel Matamala llamó "la forma más ordinaria de la vieja cocina política en Chile" ( , 28/09/2020); Chile Vamos como buen conglomerado que se alinea a largo plazo y se desordena a corto (Sebastián Piñera, Cooperativa 28/07/2020), ya prepara sus primarias municipales y de gobernadores regionales muy a la usanza del chef escocés Gordon Ramsay. Finalmente, el fracaso en las negociaciones de la oposición nos recuerda la cocina dispersa del cocinero británico Jamie Oliver, aunque por sus resultados más parece un 'cocinando con Mónica' (Mariana Salinas, Q.E.P.D.).
Parece que como tragedia griega, la cocina política chilena está condenada a repetir los errores una y otra vez a través de menús de vieja politica. Sin embargo, dentro de todo este guisado político, el proceso constituyente nos debiera llevar a una cocina política más transparente y ordenada en torno a tres materias, como señalara el Primer Mandatario, (La Tercera, 19/09/2020): la normativa que regirá la convención, sea ésta constitucional (poder originario) o mixta (poder originario + derivado), la presencia de candidatos/as competitivos/as y no un negociado político de los partidos políticos, y una señal de unidad nacional inmediatamente posterior a las votaciones, pero considerando a gobernantes y gobernados/as.