"A mi modo, soy una mujer feliz"
ANTOFAGASTINIDAD. Trabajadora social, exconcejala y actual consejera regional.
Andrea Merino Díaz nació en Santiago, pero pasó los primeros tres años de su vida en Sao Paulo, Brasil. De hecho, sus primeras palabras las dijo en portugués, y no en español, reconoce.
De regreso en Chile, se estableció en Nuñoa, de donde es originaria su familia. Estudió en el Granville's College y luego ingresó a la Fines Terrae a estudiar trabajo social.
Su amor son los gatos (tiene una llamada Cleo) y el dibujo con pastel seco, aunque aclara que "se trata de un hobbie".
Merino se estableció en 2004 en Antofagasta, previo paso por Copiapó y Coquimbo. En su ruta también asomó Quilitapia, un pequeño poblado de 450 habitantes ubicado en la Región de Coquimbo.
¿Cómo fue eso de vivir en Quilitapia?
- Vivíamos en Santiago, yo tenía como 19 años, mi mamá vendió su empresa y la casa, subimos todo en un camión de mudanzas y partimos a vivir a Quilitapia, un pequeño pueblo a 25 kms. de Combarbalá. Era solo el terreno, partimos de cero, al principio vivimos en una cabaña de madera (dos aguas), hicimos el pozo e instalamos el motor, todo con energía solar, hicimos el huerto, después construimos una casa más grande. Nunca más volvimos a Santiago, y aún conservamos nuestra casa en Quilitapia, tratamos de ir una vez al año.
Fue un cambio de vida muy rotundo, pero me ha ayudado mucho, no solo me permitió observar otras realidades, sino haberlas vivido.
¿Cómo llegas a radicarte a Antofagasta?
- Después de Quilitapia, nos fuimos a vivir a La Herradura en Coquimbo, ahí conocí a mi esposo Christian. Estuvimos casados 14 años, con él fuimos a vivir a Copiapó y luego llegamos a Antofagasta. Años después, él se tuvo que ir y yo me quedé aquí. Este es mi lugar, tenemos mucho por hacer, pero creo que se puede, por eso he sido tan perseverante.
¿Cuál fue tu primera impresión de la ciudad?
- No me guié por la primera impresión, pero me pareció maravillosa, como un oasis en el desierto. Pero fue después que comprendí quiénes somos, cuando conocí a las mujeres de la población El Salto, sobrevivientes del aluvión, luego a mis compañeras y compañeros sobrevivientes a la dictadura y la caravana de la muerte, a los ambulantes de los carritos azules, los pescadores de la caleta, luego la solidaridad de los campamentos, y tantos (as) más. Este motor histórico de Chile, somos todos (as).
El costo es la desigualdad, aquí se vive, tiene rostro, y eso es distinto a leer un concepto en un libro o un informe.
¿Qué sentimientos has desarrollado por el norte durante estos años en Antofagasta?
- Lo amo y lo defiendo donde sea. Sería justo que, como motor de la historia de Chile, nos propusiéramos seguirlo para el siglo XXI, pero desde una perspectiva más justa, que garantice un desarrollo equitativo, descentralizado, por la vía del conocimiento y la ciencia, y no solo del extractivismo, que segrega y pone el foco en cuantos sueldos quedan en nuestro territorio.
¿Qué lugar ocupa la política en tu vida?
- El primero, seguramente no siempre será así, pero ahora, y como están las cosas, excepto las horas en que duermo, estoy 100% dedicada al Core, al Partido, al trabajo social y hoy, a la tarea más relevante: que logremos una nueva Constitución, pero redactada por una Convención Constitucional.
¿Cuáles son tus pasiones, lo que más disfrutas en la vida?
- En eso, me porto más o menos, disfruto de las cosas que no hacen tan bien para la salud, los asaditos y todo lo que eso conlleva. Y la pasión es la política, no hay duda. A mi modo, soy una mujer feliz.
¿A quién o quiénes admiras, por que?
- Admiro profundamente a las anónimas: las Mackys, las Eli, las Normas, las Lizzas, que destinan parte de su corazón, tiempo y capacidades a lo comunitario a pesar de que nuestra sociedad les demanda y las juzga por el cumplimiento de todos los roles. Pienso en las abuelas, bisabuelas, tatarabuelas y la admiración crece.
Han sostenido la estantería de esta sociedad por siglos y el pago de Chile, es a veces, incluso la muerte. En materia de DD.HH. estamos al debe.
¿Qué has aprendido durante esta pandemia?
- Muchas cosas: que no necesito más de lo que tengo (todos los días agradezco por eso), también que me siento cómoda en la soledad, que me gusta el teletrabajo; que el zoom y el meet impactarán en las formas de hacer política y nuestra manera de relacionarnos, que se asoma una verdadera modernización del Estado de la mano de la nueva Constitución... Y sobre lo que más he pensado, que los chilenos (as) somos increíbles, en un año se dio vuelta todo, y a pesar del dolor, ahí estamos, listos para trasformar Chile para esta nueva etapa de la historia.
¿Cuáles son tus sueños no cumplidos?
- Representar ideas y proyectos en un espacio de mayor influencia, donde las transformaciones sean más visibles, de mayor impacto y cobertura. En realidad, no he renunciado a ese sueño.