Abuelita de 104 años que ha vivido dos pandemias: "Me preocupa contagiarme"
VIDA. María Hortensia Guevara nació en 1916 (dos años antes de la Gripe Española). Tras vivir una década completamente, sola fue "adoptada" por una familia antofagastina, la que ahora la acompaña.
Pese a que la data de sus recuerdos comienza unos años después, María Hortensia Guevara Soto (Ladrón de Guevara, según el apellido de su padre), es una de las pocas personas que en la ciudad puede decir que ha vivido dos pandemias: la Gripe Española (de 1918 y 1919) y el actual Covid-19.
Si bien de lo primero no tiene recuerdos propios (iba a cumplir dos años entonces), está consciente de lo afortunada que fue, considerando la magnitud de aquella emergencia global, que le costó la vida a de más de 50 millones de personas en todo el mundo.
La pandemia actual es otro cuento. Le preocupa contagiarse mediante el contacto con otras personas, razón por la cual no sale de su casa desde el 6 de mayo. Solo un par de vecinas, a quienes conoció a principio de año, se encargan de suministrarle lo necesario, además de acompañarla.
"No he querido salir, para evitar los contagios. Me preocupa mucho el contacto con las demás personas, ya que hay mucha gente que ha fallecido a raíz de este contagio. Por eso uso mascarilla, tengo guantes y ya no salgo (...) lo que pasa es que hace muchos, muchos años, un gitano me advirtió que yo tendría una vida larga y que moriría de vieja. Bueno, ahora ya estoy bien viejita", comentó la mujer.
Soledad y encuentro
Tras la muerte de sus tres hijos (los últimos dos fallecieron en 2010), la Sra. María viviría sola por casi una década. Su cumpleaños 100 años lo pasó sola, pero seguía yendo a la iglesia, donde además participaba del coro. A los 103 años seguía yendo sola a pagarse su pensión y al supermercado. Pensó que moriría sola, y la idea no le molestaba puesto que ya se había acostumbrado.
Un día, y mientras caminaba al supermercado, una mujer de mediana edad a quien no conocía, le preguntó si andaba sola. Esa pequeña acción gatilló una profunda amistad entre la Sra. María Hortensia Guevara y Marisol Guevara, quienes pese a no ser familia, comparten el apellido.
"Cuando me la encontré en la calle (a comienzo de año), la vi tan frágil y solita, que no pude no preguntar cómo estaba. Después de unos minutos, la acompañé a comprar y luego a su casa. Fue ahí, en su casa, donde me dijo que tenía 103 años, y yo no lo quería creer", relató Marisol, de 47 años.
La también docente de la escuela D-75, Darío Salas, explicó que cuando entró a su casa para dejarle las bolsas y se percató de la "humildad" con que vivía la longeva mujer, no dudó en apoyarla aún más.
"Cuando vi la forma en la que vivía, me estremecí. Pensé que cómo era posible que una abuelita de esa edad viviera así de solita y con tantas necesidades (la casa tenía muchos problemas estructurales, además de habitaciones que eran utilizadas de bodega para la disposición de muebles y apilar cajas), así que no dudé en llevármela a mi casa durante tres semanas, mientras junto a algunos amigos, remodelábamos su hogar", manifestó.
Tres semanas después, la "abuelita del Titanic", cómo le dice ahora su nueva familia, volvió a su casa, donde es visitada frecuentemente no solo por Marisol y su familia, sino también por otra vecina, Isolina Díaz, quien sagradamente le lleva sus comidas diarias, tanto a la hora del desayuno, como del almuerzo y cena.
Todas estas muestras de generosidad, solidaridad y amor, son profundamente agradecidas por la Sra. María Hortensia, quien recién a los 103 años de existencia, pudo saber lo que era el amor incondicional, más allá el núcleo familiar. Un regalo divino, como dice ella.
"Para mí, el haber conocido a Marisol es como tener un don. Un regalo de Dios para que yo no estuviera sola. Fue Dios quien la puso en mi camino y permitió que con el tiempo, fuéramos amigas", sentenció la centenaria mujer, que la semana pasa cumplió 104 años de edad, y lo celebró con sus nuevas amistades.