La propuesta de los partidos de la ex Nueva Mayoría y otras colectividades de oposición (FA, PH PRO y FRVS) para cambiar la estrategia sanitaria frente a la pandemia fue lo que el debutante ministro de Salud, Enrique Paris denominó (y descartó) como 'co-gobierno'. La misiva hace una crítica al exceso de decisiones tomadas por el Minsal, e insta a llevar a cabo una nueva 'gobernanza' de la crisis a través de la transparencia y la participación social.

En política, la Teoría del Estado se ha alejado de la reflexión del gobierno y se ha quedado con la conceptualización de éste como un mero despliegue de un ente centralizado (Quiñones Páez, 2019), es decir, un manejo burocrático de las cuestiones públicas. Sin embargo, una soberanía estatal y los desafíos de un neoliberalismo globalizado podrían hacer pensar que la existencia de un Estado Paralelo o un 'Para-estado' es algo impensable, recordando que los poderes alternativos frente a la institucionalidad presentan más bien una connotación negativa como son los casos de la FARC, el Ejército de Liberación Nacional y los carteles en Colombia (y México). Es por eso que el ministro insiste en la 'escucha activa' de distintos actores y en la capacidad de colaboración en todos los sentidos. La peligrosidad, según el gobierno, estaría en el análisis de un ejercicio del poder sobre la base de un/a 'quién manda a quién' (Who's the boss?, 1984).

Este 'co-gobierno' a petición de la centro izquierda sería un Comité Nacional de Crisis que estaría compuesto por los tres poderes del Estado junto a autoridades municipales, trabajadores/as de la salud, la academia y la tecnocracia experta, un cóctel complejo para la toma de decisiones en tiempos de crisis.

En la práctica, los 'gobiernos westfalianos' (la Paz de Westfalia como regla de gobernanza internacional) tendieron más una homogeneización política de los estados-nación. Hoy en día, la idea post-westfaliana plantea la difusión del Estado nacional como actor que si bien no desaparece de la escena gubernativa, pero se transforma en un poder 'heterárquico' compartiendo escenarios con diversos actores públicos, políticos, privados, empresas transnacionales, ONGs, organismos multilaterales, entes supranacionales, etc., "negociando y cooperando […] en el marco de un tejido reticular simétrico" (Quiñones Páez, 2019: 20).

Experiencias de trabajo colaborativo ya se venían observando en el viejo continente. Por ejemplo, en Reino Unido; el Grupo Asesor Científico para Emergencias (SAGE) se creó para la epidemia del Ébola en 2014 y fue reactivado para esta crisis; según The New York Times, el SAGE es como una caja negra porque al igual que el servicio secreto británico, se desconoce el nombre de sus miembros.

En Italia, el Comité Científico Técnico (CTS) fue creado por decreto el 5 de febrero y está compuesto por 20 miembros, especialistas en salud y medicina que aconsejan al Primer Ministro Giuseppe Conte. En Francia, el presidente Emmanuel Macron creó el Consejo Científico Covid - 19 con 11 especialistas en inmunología, sociología, antropología, infectólogos, virólogos, epidemiólogos, médicos generalistas, reanimadores y modelizadores. A fines de abril, en España se conformó un panel multidisciplinario de 15 expertos/as en diversos temas. Por su parte, la canciller Angela Merkel cuenta con la asesoría de la Academia Leopoldina, que aconseja a los gobiernos alemanes desde su creación en 1652.

Particularmente pienso que la concentración de poder en todos los aspectos humanos es peligrosa, y podríamos pensar que este 'co-gobierno' sería como pasar del 'presidencialismo monárquico' (Agustín Squella, 05/11/2019) a la 'democratización del liderazgo' (Rodrigo Jordan - Maristas Chile, 24/06/2020). Pero, me inclino por la opción de potenciar a los comités asesores del gobierno dándoles un poder y un carácter vinculante, en vez de crear una nueva burocracia política, científica y tecnocrática que se nos transforme en un monstruo Leviatán (Estado Leviatán, Thomas Hobbes: 1651), y que sea imposible de manejar como la expansión de este virus mortal.