El Cristo de Cachemira
La semana pasada contaba algunas experiencias de mi estadía durante tres años en India. Mi intención fue relatar cosas que podrían resultar interesantes para muchos, y que se alejan de las desgracias y tragedias que escuchamos a causa de esta pandemia. Con este simple propósito en mente, quisiera narrarles otra historia misteriosa que me tocó vivir en el norte de ese inmenso país.
Fue durante un verano de los años sesenta, mientras el calor ardía y sofocaba en Nueva Delhi, cuando viajamos con la familia hasta la región de Cachemira, donde las montañas, lagos y altitud hacían que el clima fuera más benigno. Nos alojamos en una casa flotante en el lago Dal, no muy lejos de la hermosa ciudad de Srinagar. A veces mi padre nos contaba que en aquel lugar había una antigua tumba, donde los lugareños aseguraban que se encontraba enterrado nada menos que Jesús. Mi madre no creía en estas leyendas, pues ella era muy católica y no podía aceptar nada que contraviniera su fe en las Sagradas Escrituras. Pero yo si estaba intrigado, e insistía a mi padre que fuéramos a conocer ese sitio.
Pues bien, de tanto insistir, logré convencerlo que me llevara al mencionado sepulcro, en Srinagar. Mientras nos dirigíamos al sitio, él me comenzó a explicar lo siguiente: "Se han hecho investigaciones sobre esta tumba que se dice es la de Jesús. Tal vez sea la de un antiquísimo santo del Islam o de un maestro sufí. Nada hay de preciso en ello. He ido antes a ver esa tumba. Muy pocos saben de su existencia y del lugar donde se encuentra. Nos va a costar llegar".
Y fue difícil, a través de calles estrechas y enredadas, pero al fin encontramos una construcción con un extraño enrejado; al interior estaba la tumba. Sentí una sensación tan fuerte y estremecedora, que me puse a orar de rodillas, como si lo hiciera ante la tumba de Cristo en Jerusalén. Y comentábamos con mi padre que de seguro había más recogimiento, más solemnidad que en aquellos Santos Lugares, profanados por el comercio y la rivalidad de las sectas cristianas.
Además, en Srinagar se encontraba la imagen viva del pasado, los rostros judíos de antaño, de las tribus perdidas, los ojos abismales que contemplan el paso de los siglos, la belleza de sus perfiles puros que un día encarnaron a Dios.
"Si abriéramos esta tumba en Cachemira, ¿veríamos acaso que también está vacía? Porque Jesús se ha ido nuevamente, ha partido, para ser crucificado en otro universo, en otro astro, no entendido su mensaje, no comprendida su palabra del Redentor Sacrificado".
Hermosa reflexión de mi padre, que se entremezcla con mis propios pensamientos, ya difusos con el paso del tiempo.