La población mundial y chilena, en particular, ha estado sometida a fuertes niveles de estrés, por efecto de la seguidilla de cambios, transformaciones, violencia e incertidumbre con orígenes distintos, pero que suman intensidades en las personas.

Una primera lectura diría que es una consecuencia inevitable para todos, pero no es así. Dependiendo del estado de ánimo y el ser de cada uno, podemos ver crisis, oportunidades u otras lecturas ante todas estas complejidades.

No decimos que sean desafíos fáciles de resolver, sino que es posible tener mejores chances cuando interpretamos desde una mejor perspectiva aquello que nos rodea. Por eso es que el impacto de estos fenómenos varía dependiendo del observador, cuestión que se explica en su historia, capacidades, futuro, entre tantas otras características.

Pero indudablemente buena parte se la sociedad no está preparada para enfrentar de la mejor manera un tsunami que provoca miedo e incertidumbre. Es por eso que los expertos del área sicológica han llamado la atención sobre la necesidad de abordar este desafío a gran escala.

Los chilenos han estado expuestos a momentos difíciles y todo indica que esto seguirá por semanas o meses. Un ejemplo: Rossana Díaz, seremi de Salud, dijo a este diario que las líneas de Salud Responde están recibiendo muchos llamados por ayuda sicológica, que incluso están colapsando esta alternativa.

La noche del domingo, el Presidente Sebastián Piñera anunció un programa de acompañamiento de salud mental, dando cuenta de la magnitud del problema y la necesidad de abordarlo profesionalmente.

Hoy tenemos gente asustada, que ha perdido el trabajo, que está enferma o tiene temores vinculados con la salud o lo económico, incomodidades que son difíciles de afrontar para la mayoría de las personas. Hay que estar atentos a esos problemas y ofrecer ayuda cada vez que sea posible. A veces solo una conversación sirve para ver las cosas de otro modo o relajarnos. Aquel -una simple charla- es un auxilio más que relevante, pero si el asunto es grave, debe recurrirse a profesionales sin más demoras.

Son múltiples las perspectivas teóricas del ejercicio de autoridad. Sin embargo, en la vorágine que actualmente experimenta nuestro país resulta interesante examinar los tipos de autoridad propuestos por el sociólogo Max Weber y extrapolarlos al contexto de administración de crisis sociales, especialmente en el marco de los anuncios realizados por el Presidente Sebastián Piñera en cadena nacional el domingo 17 de mayo.

Weber plantea la existencia de tres tipos de autoridad: tradicional (se acepta como resultado de ritos, costumbres); legal (autoridad conferida y ejercida por mandato legal); carismática (cualidades excepcionales que las personas atribuyen a un líder, como por ejemplo, la inteligencia, la empatía, la cercanía, entre otros).

Los recientes anuncios del Presidente Piñera evidencian el tránsito de una autoridad tradicional y legal a una carismática. Durante largo tiempo y como resultado de las consecuencias insospechadas de la pandemia, se apreció el ejercicio de una autoridad tradicional y legal, quizás necesaria en tiempos iniciales de la crisis sanitaria; en otras palabras, sabíamos que el Presidente es quien tenía la última palabra en la toma de decisiones (ejerciendo una "autoridad tradicional", asentada en nuestra tradición republicana); y, en términos legales, podía hacerlo, ya que su autoridad está sustentada en un mandato constitucional. Conforme avanza la situación actual emergen problemas sociales frente a los cuales el Gobierno reaccionó en forma oportuna y eficaz con las medidas anunciadas. Sin perder la autoridad tradicional y legal logró sumar la autoridad carismática empatizando con necesidades básicas de la población, cubriendo problemáticas como: salud mental, alimentación y emprendimiento, acrecentadas por las cuarentenas voluntarias y obligatorias que han regido y rigen en nuestro país por el riesgo de contagio por COVID-19.

Así, el anuncio presidencial del domingo 17 de mayo incorpora en forma clara aquellas dimensiones afectadas por la crisis sanitaria y que sin duda influyen sobre la satisfacción de las necesidades humanas, rememorando la perspectiva de Abraham Maslow, psicólogo estadounidense, quien plantea la "pirámide de las necesidades humanas", fijando en su base y como necesidad primaria, las fisiológicas, entre ellas, la de alimentación. Pero sabemos que, de acuerdo al "problema económico" de las sociedades, las necesidades son múltiples y los recursos son limitados, por lo que si bien asistimos a medidas valorables, que se aproximan a una autoridad carismática, debe trabajarse en futuras medidas que cubran otros segmentos de la población que no necesariamente se encuentran en situación de plena vulnerabilidad o indigencia o pobreza. Esta tarea es compleja, pero necesaria y dará cuenta de la capacidad del Estado de asumir su rol "solidario" y "garante" en tiempos de crisis con recursos cada vez más escasos.

Las consecuencias sociales de la crisis sanitaria actual son impredecibles. No sólo el Gobierno debe responder en forma eficaz a la nueva contingencia; sin duda la tributación de actores civiles, formales e informales, conocidos o en el anonimato será muy relevante para que nuestro país salga del pantano en el cual ingresó de manera brusca e involuntaria. Por otra parte, el rol que deben cumplir los partidos de oposición debe ser colaborativo si realmente el interés estriba en que nuestra sociedad vea la luz al final del túnel.

En el contexto actual, en muchos casos, nosotros electos popularmente, podemos emitir nuestra opinión pero eso no es determinante. Por esa razón, quisiera poner en guardia a los lectores con los intentos de recuperación "política" de toda acción que se va realizar en favor de la gente. Hace poco, a propósito de la cuarentena decretada en Antofagasta, exprese mis discrepancias en redes sociales con la actitud de una parlamentaria quien, desde mi punto de vista y no solamente desde del mío, quería cobrar protagonismo con la toma de decisión que concernía esta ciudad y la de Mejillones. En primer lugar, me permití esas críticas porque todas las autoridades de las región hemos pedido a un momento dado la cuarentena. En segundo lugar, existen varias instancias y estamentos que permiten tener un análisis de las situaciones por parte de expertos como también políticos, a lo menos con rango de ministros, y son ellos quienes determinan si se debe declarar cuarentena o no.

Como consejeros regionales hemos tomado conciencia de la urgencia de la situación. El último 20 de marzo, hemos acordado, a la unanimidad, solicitar al intendente que usara el 5% de emergencia del presupuesto. Luego, el 14 de abril, se ha decidido redestinar 500 millones a actividades de carácter social para evitar contagios. El Consejo Regional ha destinado fondos al antiguo Hospital Regional para que ese edificio esté en medida de recibir pacientes y alejar así lo más posible la amenaza de una saturación de los servicios públicos de salud. El último 11 de mayo, hemos acordado unánimemente solicitar al Sr. intendente que utilizará los 600 millones de interés regional para destinarlos a canastas familiares y kits sanitarios. Eso se ha traducido por una ayuda puntual de más de 64.000 cajas alimenticias para las familias de la región. Ahora, estamos estudiando entre otros proyectos, junto con el seremi de Transporte, un proyecto de capacitación para los conductores de micros.

Si les enumero todo esto, no es para recibir aplausos. De hecho, de manera transversal, ninguno core ha tratado de obtener una retribución política de lo enumerado acá. Personalmente, no pido ni agradecimientos, porque estamos simplemente haciendo lo que debemos hacer con fondos que son patrimonio de todos. Hoy, en tiempos difíciles, debemos más que nunca probar que nuestra vocación de servidor público no es para lucirse frente a la galería, sino para actuar de verdad. Porque es solo así que lograremos a restablecer la confianza con la gente.