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Propuesta de AFP

La idea de retirar hasta el 5% de los fondos de pensiones ha sido muy criticada por varios actores. Pero no hay que ser tan drásticos. Queda mucho invierno todavía. La realidad choca con los anhelos una y otra vez y este es un ejemplo. A veces no puede tomarse la mejor decisión, sino la menos mala. La magnitud de la crisis determinará muchas decisiones inmediatas.
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AFP Uno sorprendió al país con la propuesta de que los cotizantes puedan retirar hasta el 5% de sus fondos previsionales con el objetivo de enfrentar la crisis provocada por el coronavirus.

A través de un comunicado la administradora precisó que "creemos que el desafío que enfrentamos en Chile por COVID-19 requiere acciones extraordinarias. Para enfrentarlo exitosamente, Chile va a necesitar de todas las herramientas a su alcance". Agregó que se trata de una propuesta "complementaria y debe ser considerada en conjunto con todas las medidas que apuntan al mismo fin. Los ahorros en los fondos de pensiones pertenecen a las personas, y su principal objetivo es financiar sus pensiones. Sin embargo, siempre hemos manifestado que en circunstancias extraordinarias, se deben evitar los paradigmas".

La propuesta es inédita y desde ya recibió numerosas críticas de expertos y agentes de la industria, como Fernando Larraín, gerente general de la Asociación de AFP, quienes enfatizaron que esos dineros tienen un objetivo específico: la jubilación.

La ministra del Trabajo María José Zaldívar fue más explícita y apuntó que las pensiones ya son bajas y medidas de este tipo solo profundizarán tal realidad.

Pero lo cierto es que una de las tantas cosas que nos han enseñado los últimos meses es que todo lo que parecía cierto y macizo no lo es. Ante escenarios diferentes, las sociedades van acomodando sus marcos legales e instituciones, con el fin de responder a las demandas de la ciudadanía o proyectarse hacia el futuro.

Con eso en consideración, y dependiendo de la magnitud de la crisis económica que se enfrente, lo propuesto no es descartable como opción para el futuro inmediato. No es lo ideal en ningún caso, puede ser extremadamente riesgoso, pero ya hay señales suficientes advirtiendo que se vienen a lo menos tres o cuatro meses muy complejos en términos de empleo e inversión, los que pueden ser críticos para familias de ingresos bajos y medios.

La realidad choca con los anhelos una y otra vez y este es un ejemplo. A veces no puede tomarse la mejor decisión, sino la menos mala.

Con todo, cualquiera sea la decisión que se encamine, debe ser fundada y analizando el contexto y complejidades a enfrentar y, ciertamente, bien explicada a la ciudadanía.

¿Efecto mariposa o efecto péndulo?

"La humanidad, todos y todas, habremos de superar nuestras contradicciones". "¡Hoy es el momento de la salud pública!; de un modelo que apueste por mayor solidaridad".
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No pocas veces se ha comentado que lo que ocurra o eventualmente ocurriese en China ha de tener efecto en otra parte del planeta Tierra. Es un clásico la historia de que si una mariposa vuela en la plaza de Tiananmén, Pekín, en occidente sí nos hemos de enterar, o hemos de saber que ello ocurrió, y que causará un efecto o bueno o malo, y ya es también costumbre de que se trata de algo que nos causa pesar.

Por estos días, en China habitan casi 1.400 millones de personas; podemos decimos de otro modo, en el planeta, un habitante de cada cinco es chino. Se explica entonces el grado de dependencia, tanto de ida y como de venida con el gran país oriental. La economía de un país no depende solo de su propia producción sino de lo que produce el país vecino, un país del mismo continente o uno de un continente lejano como es nuestro caso.

Nuestros productos tardan desde un puerto chileno hasta un puerto chino, en promedio, 25 a 28 días. Un buen ejemplo y más preciso, un cargamento rápido de cerezas chilenas, desde San Antonio a Guangzhou, tarda 22 días.

De igual manera, los productos de procedencia china que ya abarrotan variadas tiendas de Chile demoran similar tiempo en arribar a nuestro mercado.

Y esta vez no fue una mariposa, fue un… En fin, del origen o causante hay, habrá muchas tesis, y no sé si habrá pruebas. A estas alturas, da lo mismo. Fue. Y en cuestión de horas, de días, primero como espectadores atónitos, no salíamos del asombro ante el número de personas contagiadas, ante la potencialidad de muertos, ante la rápida construcción de hospitales, ante la robotización en la atención de los pacientes,…

Y, pasaron los días, de la cautela a tibias planificaciones, y llegó a occidente, con una simultaneidad abismante. Que Europa, y allí Italia, España, Francia, Alemania, en mayor medida; que América, y aquí Ecuador, Perú, Argentina,… ¡Chile!, era que no. Y, junto con el término de las vacaciones, en pocos días, la fase 1, la 2, la 3, la ¡4!, ¡pandemia!, y la curva se empina, junto con medidas de cuarentena graduadas, que ya toman harta rigidez.

¿Saldremos de esta? ¡Sí! Malheridos, pero saldremos. Y la humanidad, el planeta habrá de recomponerse, sus habitantes habremos de aprender de este mal paso.

El efecto péndulo. ¡Acción, reacción! Se habrá de instalar un nuevo modelo. La humanidad, todos y todas, habremos de superar nuestras contradicciones y tendremos que buscar nuevas formas de comportamiento, de convivencia política, social, cultural y económica. Hipotetizo un gran cambio. Esto no será gratis. El mundo será diferente, la humanidad será otra. Al superar esta crisis no regresaremos al mundo pasado, iniciaremos un nuevo modelo de vida.


Salud pública v/s individualismo altruista

Milton Terris, médico y epidemiólogo estadounidense, definió la Salud Pública como "la ciencia y el arte de prevenir las dolencias y las discapacidades, prolongar la vida y fomentar la salud (…) mediante esfuerzos organizados de la comunidad para sanear el medio ambiente, educar al individuo en los principios de la higiene personal, así como desarrollar la maquinaria social que asegure a cada miembro de la comunidad un nivel de vida adecuado para el mantenimiento de la salud".

La pandemia del COVID-19 ha evidenciado un contraste entre "individualismo altruista" y "altruismo". Es del todo preocupante cuando percibimos la liviandad de las personas al momento de abordar la crisis sanitaria que afecta a nuestro país, lo que evidencia la ausencia de un sentido de comunidad, de altruismo y solidaridad colectiva, asentadas en la prevalencia de modelos sociopolíticos imperantes a nivel mundial que enfatizan dicho individualismo, concepto del sociólogo Ulrich Beck, en donde " lo bueno" se define desde los propios intereses del individuo, obviando cómo pueden verse beneficiados o perjudicados sus semejantes con la concepción individual de lo que "es bueno". Por otra parte, observamos ciudadanos auténticamente altruistas, y por ende, con conciencia de la existencia de un otro. En ese contexto, los esfuerzos organizados de la comunidad para sanear al medio ambiente y combatir la pandemia, no pueden ser opacados por acciones que van en su detrimento y que es lo que observamos a diario en algunos ciudadanos.

La crisis sanitaria plantea un desafío para los servicios de salud, en pos de asegurar mayor accesibilidad (acceso para toda la población, sin exclusión), aceptabilidad (que los servicios de salud sean dignos en atención e infraestructura) y disponibilidad (infraestructura y cantidad adecuada de establecimientos de salud) para la población. Este camino debe ser gradual, pero requiere ser atendido con urgencia dada la oportunidad que brinda esta terrible pandemia, probablemente con mayor gasto en salud y la importancia que en ello se atribuye a estudios epidemiológicos sistemáticos. Así, podemos asegurar el desarrollo de una maquinaria social que asegura, al menos, el desarrollo de acciones de prevención, promoción y restauración de la salud en términos adecuados.

Una estrategia básica para combatir el "individualismo altruista", es que las autoridades gubernamentales personifiquen la higiene personal y hábitos de cuidado, mediante la utilización de elementos de protección al momento de brindar una conferencia de prensa. Es válido educar a la población, en forma somera, a través de lo simbólico. En sociología es común hablar del "capital simbólico", es decir, del efecto que pueden generar actitudes o elementos a que están a la vista, cuando se utilizan de forma provechosa; pues bien, pongámoslo en práctica. El ciudadano, de alguna forma, espera que lo simbólico esté representado en la autoridad, más allá de la explicación técnica de cuando se debe usar o no una mascarilla.

¡Hoy es el momento de la salud pública!; de un modelo que apueste por mayor solidaridad, conservación y cuidado de la salud y derrote los individualismos. Pero es una responsabilidad social compartida, de ciudadanos y del Estado.

Raúl Caamaño Matamala

Profesor Universidad Católica de Temuco

Alberto Torres Belma

Sociólogo y Académico de la Universidad de Antofagasta