Las cuatro "A"
¡Con qué claridad de corazón recibimos los antofagastinos cada 14 de febrero! Es el día en que Chile desplegó, aquí, para siempre, la verdad de sus derechos sobre los dones de este suelo, cuyo rostro severo es como la cara de un "roto" inmenso, sufrido y silencioso que le hace batallas a la vida y no le esquiva a la muerte sus dentellazos.
"El Catorce de Febrero / del grande Setenta y Nueve,/ el Ejército Chileno / puso, aquí, su genio fuerte./ Con la luz sobre las armas / y el sol pegado a sus rostros, / doscientos "rotos de agallas" / mostraron fuego en sus corvos. /"
Cuenta el historiador Gonzalo Bulnes que el 95 por ciento de la población de esta zona era chilena, cuando comenzaron a sonar los clarines "del 79", cifra respetable que impuso presencia y conciencia chilenas sobre la vastedad de esta costa y esta pampa. Este 95 por ciento de chilenos explica el júbilo con que fue recibido, de alba, el bravo General Emilio Sotomayor y sus doscientos soldados y el embanderamiento general que saludó la incorporación definitiva de estas tierras chilenas a la Tierra chilena.
"Antofagasta era un grito / de libertad contenida./ Entraba la Patria en fino, / entraba la Madre viva. El Ancla del Cerro, entonces,/quiso, también, confundirse / con los patriotas del Norte,/voceando su ¡Viva Chile!
En el transcurso de 108 años, el esfuerzo nacional no cesó en su tarea por enaltecer este puerto y conducirlo, de progreso en progreso, hasta considerársele principalísimo en la costa del Pacifico. Pero también, en estos 108 años hubo, acá, otra faena. La de mostrar a nuestros hermanos de América que no cabían en medio de nuestras huellas, las del odio y los resentimientos: fuimos -y somos- un puerto extendido hacia todos los pueblos, un puerto de horizontes fraternales. Quien llegue a sus playas, llega "como a su casa" y no da, por tan limpia razón de afecto, en aquerenciarse con sus soles y con sus aguas. La palabra Antofagasta no luce por capricho tanta "a". Son las vocales claves de América, Amistad, Avance y Agrado.
N. de R. Los versos pertenecen al "Romance del Catorce", escrito por Andrés Sabella el 14 de febrero de 1982.
Andrés Sabella, El Mercurio de Antofagasta, 14.02.1987