Fernández asume con el país "en situación de virtual default"
ARGENTINA. El regreso del peronismo al poder estuvo marcado por palabras sobre la imposibilidad del país para pagar sus deudas y el combate a la pobreza.
El peronista Alberto Fernández juró ayer como nuevo presidente de Argentina con el desafío poner de pie a un país "postrado" y proteger "a los más débiles" y la advertencia a los acreedores de que no están dadas las condiciones para cumplir con las obligaciones de deuda.
En un discurso muy aplaudido por sus seguidores y ante el pleno de la Asamblea Legislativa, Fernández enumeró varias de sus metas, como el combate al hambre en el marco de un escenario de pobreza que afecta a más de 35% de la población y reformas en los cuestionados sistemas de justicia e inteligencia para poner fin a las "persecuciones".
El dirigente peronista asumió tras prestar juramento con la mano sobre la Biblia. Luego hizo lo propio la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), quien juró como vicepresidenta y protagonizó el momento más incómodo de la jornada, cuando el mandatario saliente, Mauricio Macri, le estrechó la mano amablemente y ella también lo hizo, pero sin mirarlo en ningún momento.
Alberto Fernández, de 60 años, indicó que la primera reunión de su gobierno será para poner en marcha un plan integral contra el hambre, "un presente penoso", definió.
En el complicado contexto de deuda existente, el mandatario indicó que su gobierno buscará una relación constructiva con el Fondo Monetario Internacional y otros acreedores. Acotó que se va a encarar el pago de deuda pero advirtió que "para poder pagar hay que crecer primero. El gobierno que acaba de terminar su mandato ha dejado al país en una situación de virtual default".
Se estima que la deuda total asciende a unos 100.000 millones de dólares y varios vencimientos están pautados para 2020.
Inflación y quiebras
Macri traspasó a su sucesor la banda y el bastón presidenciales, tras lo cual ambos se fundieron en un afectuoso abrazo mientras los asistentes a la ceremonia entonaban la marcha peronista.
Fue una imagen inusual dadas las relaciones tensas entre ambos y la denuncia del peronista de que su antecesor le dejó un país con las variables económicas por el suelo.
Fernández dijo que la inflación -que se prevé de 55% a fin de año- es la más alta de los últimos 28 años, la desocupación la más elevada desde 2006 y que se cerraron 20.000 empresas en los últimos cuatro años.
"Hay 15 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria, uno de cada dos niños y niñas es pobre", destacó.
Para diferenciarse de la imagen de corrupción que ha salpicado la gestión de la exmandataria, el gobernante adelantó que impulsará la "absoluta transparencia de los recursos destinado a la obra pública".
Cristina Fernández enfrenta un juicio por la supuesta asignación arbitraria de obras viales a un empresario allegado a la familia y está procesada en otras causas judiciales por supuesta corrupción.
La influencia de la exmandataria en el nuevo gobierno es una de las grandes interrogantes de la futura administración, pues como vicepresidenta, será primera en la línea de sucesión y la titular del Senado.
"Quiero terminar agradeciendo la generosidad y destacar la visión estratégica que nuestra vicepresidenta ha expresado en este tiempo de la Argentina", dijo el mandatario.
A la ceremonia asistieron el presidente saliente de Uruguay, Tabaré Vázquez, y su sucesor, el paraguayo Mario Abdo Benítez y el cubano Miguel Díaz-Canel; y los exmandatarios de Ecuador, Rafael Correa, y de Paraguay, Fernando Lugo. Por la tarde Fernández iba a tomar juramento a sus ministros y asistiría a un festival en la Plaza de Mayo.