Con algo de sorpresa fue conocido hace poco que el proyecto Hidroaysén llegaba a su final, esto, a través de una declaración realizada por Colbún, una de las propietarias de la iniciativa a desarrollarse en el sur del país. El proyecto contemplaba la construcción y operación de cinco centrales hidroeléctricas, dos en el río Baker y tres en el río Pascua, ubicadas en la Región de Aysén. El complejo tendría una potencia instalada de 2.750 MW y una capacidad de 18.430 GWh de energía media anual, cuya inversión se estimó en unos US$ 3.200 millones, constituyéndose como el proyecto energético más importante que se haya estudiado en el país hasta la fecha.
"Podríamos haber seguido nosotros solos o con otro socio, pero no hubo consenso país y el proyecto está muerto", explicó el gerente general de Colbún, Thomas Keller.
El proyecto hidroeléctrico tuvo una tenaz oposición de distintos grupos, especialmente ambientalistas, que consideraban que la obra dañaría irremediablemente una zona virgen, más el impacto que acarrearía la construcción de torres de alta tensión para el transporte de electricidad hacia el norte de Chile. Todo eso jugaba en contra de la iniciativa privada.
A su favor se sostenía que esta era una necesidad para Chile, un país que requiere cada vez más energía; sin embargo, el asunto no prosperó, tanto por las complicaciones para su aprobación, pero también, por la irrupción de nuevas formas de producción energética, especialmente renovables y con el norte como zona protagonista.
El dato no es menor considerando que esta zona, por la minería, es la gran consumidora.
Y en nuestra misma región han aparecido distintas alternativas y desarrollos. Cerro Dominador, una planta fotovoltaica y de concentración solar, por ejemplo, sumará 800 MW de inyección al sistema Sing, que de paso, ya está conectado a al SIC.
En nuestra región, en los últimos tres años, se han sumado unos 1.000 MW de capacidad instalada en sistemas solar fotovoltaico, eólico e incluso geotérmico. Las cosas están cambiando con la tecnología.