Redacción

El Presidente Gabriel Boric en la mañana de ayer salía y entraba a su oficina en La Moneda, mientras hablaba por celular, gesto que tiende a hacer cuando está preocupado: hacía poco rato que la oficina y casa del director de la PDI, Sergio Muñoz, habían sido allanadas a causa de sus conversaciones con el imputado por el eventual pago de coimas a funcionarios del Servicio de Impuestos Internos (SII) y la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), Luis Hermosilla.

Frente a esto, el exfiscal nacional, Sabas Chahuán, dijo en Mega que "todavía no hay una crisis de la democracia, pero sí hay que tener mucho cuidado, porque puede acrecentarse y podemos ir hacia allá".

La posible entrega de información reservada a un imputado "es un escándalo. No puede ser que la Ley atrape mariposas, al tipo que vende CDs en la calle, y deje pasar elefantes", graficó el expersecutor. Muñoz, "si resulta culpable, tiene que ser la pena más grave, porque él tiene una cuestión que los abogados llaman deber de garante, la sociedad le entrega una confianza adicional. ¿Cómo va a combatir al Tren de Aragua así?".

El senador y exministro del Interior, José Miguel Insulza (PS), agregó en radio Cooperativa que "en todas partes del continente están ocurriendo casos de estos a cada rato, pero Chile de alguna manera había estado un poco libre de eso hasta hoy".

El legislador destacó también que en los próximos días "van a ser imputados los dos jefes de las policías en un país gravemente afectado por el delito", en referencia a Muñoz y al general director de Carabineros, Ricardo Yáñez, quien declarará en mayo por el actuar de los uniformados en las manifestaciones del 18 de octubre de 2019.

"extrema gravedad"

La alcaldesa de Providencia y posible candidata a La Moneda por la oposición, Evelyn Matthei, escribió en X que "la información que conocemos del director de la PDI es de extrema gravedad y un duro golpe a la institución y al país. Espero que la Justicia investigue a fondo, y sancione, en caso de que corresponda, a todos los responsables con penas ejemplificadoras. La corrupción daña gravemente la democracia y la confianza de los ciudadanos".

El diputado Miguel Mellado (RN), en tanto, dijo que "al parecer los tentáculos de Luis Hermosilla y compañía no sólo alcanzaban, según ellos afirmaron en los audios, al SII y la CMF, sino que también al máximo jefe de la PDI: esto es grave y se debe saber rápido el por qué el director entrega esa información a Hermosilla".

En esa misma línea, su par Boris Barrera (PC) señaló que "nos parece extremadamente grave" lo ocurrido. "Ojalá se llegue aquí al fondo con la investigación" a Hermosilla, "porque mantener la incertidumbre, la posible participación de la PDI, o de su director, creo que no le hace bien al país en términos de confianza, y en lo que tiene que ser la lucha contra la delincuencia y el crimen organizado".

Hoy en la mañana estaba muy contento porque tenía mucho tiempo disponible para escribir esta columna. Además, se me había ocurrido un tema que me parecía que te podía interesar. Como pude redactarla con mucha anticipación con respecto al plazo que me da el diario se me ocurrió mandársela a algunos amigos para que me dieran su opinión. Sé que son personas exigentes; sin embargo, yo pensaba que mi texto estaba redondo y a lo más me advertiría que había alguna palabra repetida o una coma mal puesta.

La primera respuesta me descolocó: "No me convence lo que dices, pero se me está acabando la batería y no podré decirte más. El ejemplo que pusiste es pésimo". La segunda intervención pudo ahondar más: "Tu argumento no me convence y mezclas demasiadas cosas, es una ensalada". Hubo un par de correo más en la misma línea y uno terminó diciendo. "¡Cambia de tema!"

Me acordé de Sócrates, que enseñaba que ser corregido cuando uno se equivoca no es una desgracia, sino un gran bien. Pienso que esto vale para todo, desde la forma en que uno responde en una prueba, hasta los errores que uno puede cometer en el trato con las personas, o la manera en que ha enfocado algo tan modesto como una columna de prensa. Si el error es un mal, cualquier ayuda para salir de él resulta ser un bien.

El problema es que no siempre contamos con personas que nos corrijan. Esa dificultad para corregir cara a cara, claramente, aunque con cariño, es un rasgo típico de nosotros los chilenos, un auténtico defecto. A veces es peor, porque se habla con todos de eso que está mal, menos con el interesado. No nos atrevemos a decir las cosas porque pensamos que la otra persona se va a enojar. Es verdad que a veces sucede esto, pero mi experiencia me dice que la mayoría de las veces las personas agradecen el recibir una corrección amable. En el caso de los amigos, es lo mínimo que podemos pedirles.

En la vida académica la corrección es fundamental. Los profesores enviamos trabajos a las revistas científicas. A veces son aprobados, otras rechazados y también en muchas ocasiones nos dicen que puede ser publicado, pero que antes es necesario realizar una serie de cambios para mejorarlo. En un primer momento puede incomodar un poco, porque uno pensaba que ya había terminado con ese artículo y pensaba dedicarse a otra cosa; sin embargo, después se ve una notoria mejora en el resultado final.

Quizá te sorprenda oírlo, pero los profesores somos corregidos constantemente. En enero pasado terminé un libro, se lo pasé a dos ayudantes y ambos, sin haberse puesto de acuerdo, me dijeron que el primer capítulo debía ir en el lugar del segundo y a este último le correspondía encabezar el trabajo. Aunque era algo obvio, no se me había ocurrido. Ellos son mucho menores que yo y tienen menos experiencia; con todo, eso no les impide advertir que algo no funciona. Si no hubiese sido por su ayuda mi trabajo habría sido muy inferior.

Si lo anterior es verdad, entonces no te molestes si los profesores te corrigen. Al revés. Esto es muy importante, porque en la actualidad muchos profesores no se atreven a decir cosas que son obvias porque los alumnos están hipersensibles y arman un escándalo por cualquier cosa. Esto pasa especialmente en la educación media, pero es un problema que hoy se percibe también en las universidades. Como consecuencia, los académicos se limitan a poner la nota, sin realizar una corrección a fondo. ¿Quién pierde? Los alumnos, que desaprovechan una oportunidad para aprender.

Por supuesto que los profesores nos podemos equivocar al hacer una observación o advertir acerca de algo que nos parece defectuoso; sin embargo, no es una actitud inteligente reaccionar de modo negativo ante las observaciones que te hace un académico. "¡No te defiendas!", solía decir un profesor que conocí cuando un estudiante daba todo tipo de explicaciones para justificar una respuesta deficiente.

A veces los profesores somos injustos, normalmente sin quererlo, pero la primera reacción ante una mala nota puede ser: "Este viejo fue injusto" o, por el contrario, "¿En qué me equivoqué?, ¿qué debo corregir para la próxima vez?" Piensa un momento cuál de las reacciones es más sensata.

Y si alguna vez me equivoco, en esta u otra columna, no te enojes: simplemente corrígeme.