Desafío urgente de incrementar la producción de cobre
Marko Razmilic , presidente de la Asociación de Industriales de Antofagasta (AIA)
El último reporte de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) no trajo buenas noticias: en 2023 la producción de cobre retrocedió por quinto año consecutivo, anotó una disminución de un 10% en relación con 2018 y un 1,4% respecto de 2022 y registró su peor desempeño en 20 años: 5.251 millones de toneladas, frente al mejor desempeño logrado en el año 2018 con 5.831 millones de toneladas.
Las principales bajas se produjeron en diferentes regiones del país. En Antofagasta las divisiones Chuquicamata, Radomiro Tomic y Ministro Hales produjeron 721,6 mil de toneladas de cobre en 2022, cifra que cayó a 689,3 mil en 2023. En Valparaíso, la división Andina, por su parte, produjo 177 mil toneladas del mineral rojo en 2022 y 164,5 mil en 2023. Es decir, su producción cayó en un 7,1%. En O'Higgins, El Teniente la obtención de cobre para 2022 llegó a los 405,4 mil toneladas, en 2023, en tanto, alcanzó 351,9 mil; la reducción porcentual, en este caso, fue de 13,2%.
Toda crisis es una oportunidad. Y aquí dos conceptos son claves: competitividad y permisos. Como sabemos, el Gobierno ha presentado dos reformas con el objetivo de fomentar la inversión y la concreción de proyectos, además de promover la modernización del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA). En su conjunto, buscan hacer más eficiente la entrega de autorizaciones para un proyecto de inversión, reducir los plazos que requiere y así impulsar el crecimiento. En otras palabras, superar la burocracia de la "permisología".
En este contexto, también debemos destacar aspectos positivos que se han producido en este periodo. La principal minera privada del país, que tiene su mayor centro de operaciones en nuestra región de Antofagasta -Escondida- logró un aumento en su producción de cobre de 3%, 538.000 ton, en el segundo semestre de 2023 respecto de similar periodo del ejercicio anterior. A su vez, Los Pelambres, produjo 284,1 mil de toneladas en 2022, mientras que 310,6 mil en 2023: así, sus cifras subieron un 9,3%. Mientras, Centinela, también de Antofagasta Minerals, alcanzó los 149,4 mil toneladas el 2022 y 162,7 mil en 2023, con lo que tuvo un aumento en su producción de 8,9%.
Frente a este actual escenario somos optimistas, el último catastro de Cochilco indica que hay una cartera de inversiones mineras por US$65.000 millones para la próxima década. Para salir adelante, debemos reactivar el potencial productivo del país. Para ser una industria más competitiva debemos tener buenos yacimientos y una alta certeza jurídica y administrativa. Ya tenemos potencial para lo primero, y con la reforma a la "permisología" -pronta a retomar su discusión en marzo- tenemos la oportunidad de retomar el camino del crecimiento y las inversiones. De igual manera, para el urgente desafío mundial de carbono neutralidad, el cobre y el litio están llamados a jugar un rol estratégico, lo que implicará una mayor demanda de estos dos minerales.