Lamentablemente, el presupuesto 2024 para las Instituciones de Educación Superior (IES) cristaliza los temores que se manifestaron oportunamente. En síntesis, esta es una mala señal del apoyo que se espera reciba un sector clave para el Chile actual y futuro en la formación de profesionales, en el avance de la ciencia y la tecnología y, en general, en el mejoramiento de la calidad de vida en los distintos territorios.
Un presupuesto magro que no se compadece con los grandes desafíos que enfrentan las IES. Por ejemplo, no se recupera el "presupuesto real" -por así decirlo-, en comparación a los niveles de inflación de este 2023 y a lo que se espera para 2024. Este desacople entre mayor IPC y menores transferencias genera fuertes trastornos en la gestión cotidiana y en la concreción de las políticas institucionales. Tampoco considera los crecientes costos que implican los procesos de acreditación de la calidad; o las políticas de inclusión y salud mental en el ámbito estudiantil, de funcionarios y académicos; o la atracción y retención de talentos. Se ignora que las universidades son, en muchas regiones, las principales impulsoras del arte y la cultura, actividades normalmente sin financiamiento específico.
Desde esa perspectiva, se presenta un escenario en el cual habrá que afianzar y profundizar la articulación con los gobiernos regionales, según establece la glosa 21 del Presupuesto: "... para que las universidades reconocidas por el Estado accedan a asignaciones directas de recursos provenientes del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) y del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR), específicamente destinados a proyectos relacionados con ciencia, investigación, tecnología, innovación y espacio; previa autorización del proyecto por el Gobierno Regional".
En esto, afortunadamente ya hay bastante camino avanzado, tanto por las iniciativas conjuntas que todas las universidades impulsan con los Gobiernos Regionales, como también por el impulso que se da desde las entidades que agrupan a ambas entidades -AGORECHI y AUR-. Hay mucho que avanzar, pero también existe un importante camino recorrido.
En cuanto al presupuesto del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, se aprobó un fondo basal a distribuir de manera igualitaria -según entendemos- entre las instituciones del sector para que formulemos estrategias para el desarrollo de la ciencia y la tecnología en los territorios hacia el 2025. Esta vía acota nuestro accionar a la formulación de una especie de diagnóstico y a formular estrategias que permitan tener el visto bueno para fondos basales durante 2025.
Lo menguado del Presupuesto 2024 deja muchas líneas de trabajo sin una vía explícita de financiamiento. Esto demandará a cada una de las IES definir estrategias para encontrar otras fuentes de apoyo, en especial en el sector industrial y privado. Lo que no es necesariamente negativo pues, a diferencia de los países desarrollados, donde el sector privado hace buena parte de la inversión en ciencia, tecnología e innovación; en Chile la dependencia principal de fondos estatales fragiliza el desarrollo del sector, como lo evidencia el nuevo Presupuesto.
Así las cosas, el escenario para el próximo año se presenta con grandes desafíos para nuestras instituciones, las que debemos profundizar nuestros procesos de articulación, vinculación y colaboración para dar viabilidad a los proyectos institucionales.