Los Parapanamericanos están dejando un legado duradero para Chile, con el equipo nacional logrando una destacada actuación al asegurar hasta e momento 13 medallas de oro en esta presentación histórica. Este logro no solo destaca el talento y la dedicación de los paratletas, sino que también subraya la capacidad de superar las barreras que impone la discapacidad.

Cada medallista ha demostrado con su esfuerzo que, frente a la discapacidad, existen caminos hacia el éxito deportivo. Estos logros son un testimonio vivo de cómo se pueden superar las limitaciones personales a través del compromiso y la pasión por el deporte.

Detrás de cada una de las más de cien personas que representan a Chile en estos juegos, hay una historia única de perseverancia y superación de adversidades. Cada uno de ellos ha avanzado, desafiando las circunstancias y demostrando que el espíritu deportivo puede prevalecer sobre cualquier obstáculo.

La fuerza de Chile no solo se ha manifestado en los Panamericanos, sino también en la versión adaptada para aquellos que viven con discapacidades. Este doble mérito resalta la inclusión y la determinación del país para ofrecer oportunidades equitativas en el ámbito deportivo.

En resumen, los Parapanamericanos no solo han sido una plataforma para el éxito deportivo de Chile, sino también un testimonio elocuente de la capacidad humana para trascender las limitaciones y alcanzar logros significativos. Estos juegos han dejado un legado que inspirará a generaciones futuras a superar cualquier desafío y creer en las posibilidades ilimitadas del espíritu humano.

Sin duda, las medallas serán recordados pero debiéramos hacer fuerzas para que el gran legado sea el ejemplo de cada deportista y por sobre todo, cambie nuestra forma de mirar la discapacidad y firmemos un proceso activo de verdadera inclusión.

Prevenir siempre es mejor que curar. Se trata de un principio cada vez más acentuado durante las últimas décadas a nivel internacional en materia de Salud Pública y que ha dirigido su mirada y esfuerzos hacia el concepto de "Promoción de la Salud".

La décima Conferencia Mundial de Promoción de la Salud celebrada en Ginebra durante la Pandemia estableció en su Carta de declaración que "La salud no comienza en un hospital ni en un dispensario, comienza en nuestros hogares y comunidades".

Por tanto, tenemos la responsabilidad y el desafío de educar a nuestros hijos y a las futuras generaciones respecto de la importancia vital que tiene un estilo de vida saludable el que comprende hábitos como la práctica de ejercicio, una alimentación adecuada y saludable, el disfrute del tiempo libre, actividades de socialización y mantener la autoestima alta, entre otras.

Asimismo, debemos estar atentos a los riesgos del medio ambiente en el marco del cambio climático que innegablemente experimentamos como planeta. Uno de ellos, la radiación solar y los rayos ultravioletas, cuyo efecto acumulativo puede generar cáncer de piel no melanoma, patología de alta incidencia a nivel regional que exhibe 61, 8 casos cada 100 mil habitantes respecto de la población masculina y de un 65,2 cada 100 mil habitantes en cuanto al segmento femenino, de acuerdo a las últimas cifras oficiales del Registro de Cáncer de esta Seremi de Salud.

Siguiendo la línea de la Carta de Ginebra resulta evidente que desde el hogar debemos establecer la necesidad permanente y vital del uso del bloqueador solar, no sólo durante el tiempo estival, sino durante todo el año, en especial, considerando los peligrosos niveles de radiación que posee la región en que vivimos.

Se trata de una medida que debiera convertirse en un hábito permanente como lavarse los dientes cada día. Lamentablemente el efecto solar es acumulativo y lento, lo que conspira contra la percepción de riesgo que tenemos respecto de los nocivos daños que puede provocar a nuestra salud.

Evitar el cáncer de piel a través del bloqueador solar no sólo evita la aparición de una patología oncológica sino además contribuye de manera significativa a uno de los factores importantes para una vida saludable: la autoestima.

En efecto, usar de manera diaria y permanente el bloqueador solar, otorga a nuestra piel una protección importantísima en materia de hidratación, evitando su sequedad y su envejecimiento prematuro. El uso del bloqueador nos protege de las arrugas y de las manchas, contribuyendo así a una autoimagen más joven y de mayor bienestar.

Se trata entonces de una combinación virtuosa cuyo conocimiento quizás pueda afectar positivamente la conducta de la población puesto que, si el uso de la protección no logra convencer desde el punto de vista preventivo del cáncer, quizás si lo haga en cuanto a mantener un mecanismo que retrase de manera efectiva las arrugas y el envejecimiento de la piel.