La conmutación laboral volvió a porcentajes prepandemia y representa un 24,5% de la masa total de trabajadores de la región. Eso significa que más de 60 mil personas llegan a este territorio a desempeñar sus distintas funciones y tras cumplirlas vuelven a sus comunas de origen, privando al dinamismo económico comunal de su valioso aporte.

Gran parte de ellos se concentran en la actividad minera, las que tienen sistemas de turnos (7x7, 4x3 o 20x10) que favorecen ese estilo laboral. Y nadie lo discute porque si miramos nuestras ciudades, junto con tener una alta carestía en bienes y servicios no ofrecen una mejor calidad de vida.

Si partimos que Antofagasta, la capital regional, es la que más desarrollo demuestra, pero está lejos de aquellas que conocemos más al sur, partiendo en la región de Coquimbo.

He ahí una posible explicación y que cada vez más debiera ser asumida por nuestras autoridades que conocen la realidad y saben hacia donde apuntar.

No es posible que nos sintamos parte de una "súper región" si tenemos ciudades olvidadas y con las precariedades y dolencias que conocemos.

El desafío es avanzar y lograr que el crecimiento económico llegue al territorio, que la modernidad se note en cada paso que damos. Calles ordenadas y limpias, lugares de esparcimiento, vida cultural, mejor educación y salud, todo ello asociado a las alternativas que nos ofrecen las nuevas tecnologías.

Lamentablemente los años pasan, las ideas buenas nunca se concretan, no propiciamos el cambio positivo y nos quedamos en la queja de lo que nos merecemos y no tenemos.

Es momento de cambiar la visión y ponerse metas a corto y mediano plazo que materialicen el potencial económico existente y permitan convertirnos en una región desarrollada.

Si se logra ello, la conmutación no será un problema en el futuro.

En las últimas dos décadas, la Universidad de Antofagasta ha trazado un sendero firme hacia un futuro más sostenible, destacándose como pionera en la integración de la educación ambiental en su núcleo académico. El epicentro de esta transformación es el Centro Regional de Estudios y Educación Ambiental (CREA), un faro de conocimiento que ha revolucionado el currículum universitario, convirtiendo la conciencia ambiental en un pilar fundamental tanto para los estudiantes de pregrado como de posgrado.

El CREA no es simplemente un centro académico; es un catalizador de cambio que colabora con la comunidad estudiantil para tejer una red sólida de conciencia ambiental que se extiende más allá de los límites del campus. Talleres, simposios, congresos y coloquios se erigen como plataformas cruciales para la difusión del conocimiento, presentando tanto los desafíos como los avances relacionados con el medioambiente y el desarrollo sustentable en la región y el país.

Los profesionales que forman parte de esta unidad son auténticos agentes activos del cambio. Su compromiso trasciende las aulas, extendiéndose a la comunidad a través de un plan de estudios científicos ambicioso que busca, además del desarrollo académico, el cuidado y la preservación de la región. Este esfuerzo, además de ser un gran logro académico, es un testimonio del compromiso de nuestra institución como casa de estudios superiores del estado. La Universidad de Antofagasta, con su enfoque distintivo en desarrollo y sustentabilidad, se erige como un modelo ejemplar para otras instituciones educativas.

Desde la perspectiva académica, los estudios respaldan la idea de que la educación ambiental en el currículum no solo es estratégica, sino esencial. Estos programas proporcionan conocimientos prácticos, fomentan una conciencia crítica y una comprensión profunda de la interconexión entre el ser humano y su entorno.

La Universidad de Antofagasta se destaca al situarse a la vanguardia de este movimiento, reconociendo la importancia de enseñar sobre el medioambiente y preparar a sus estudiantes para liderar en un mundo cada vez más enfocado en la sostenibilidad. En un momento en que la urgencia ambiental exige acción, nuestra universidad se coloca en la vanguardia como centro de aprendizaje y catalizador de cambios necesario para forjar un futuro más verde y resiliente.

En este sentido, es necesario destacar que la Universidad fue certificada por el Ministerio de Economía y Ministerio del Medio Ambiente en el programa "Acuerdo de producción limpia: Campus Sustentable" que suscribieron las principales universidades del país. Para ello, se dio cumplimiento de acciones universitarias para el manejo del Campus Coloso y adhesión a políticas de este programa nacional, logrando las 11 metas que van desde la generación de una política institucional sobre la materia hasta la reducción de la huella de carbono y mejoras en la eficiencia energética, uso del agua y otros aspectos ambientales relevantes para la institución.

La inclusión de la educación ambiental en el currículum universitario es una estrategia visionaria; es una declaración de principios y un compromiso inquebrantable con las generaciones futuras. Es un paso audaz hacia un mundo donde la sostenibilidad no sea simplemente un concepto, sino una forma de vida arraigada en la conciencia y la acción cotidiana de todos y cada uno de los miembros que componen nuestra sociedad.