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ENTREVISTA. Eduardo Unda-Sanzana, director del Centro de Astronomía (CITEVA) de la Universidad de Antofagasta:

"Creo que Chile debería impulsar acuerdos sobre el lanzamiento de satélites"

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Macarena Saavedra Ledezma

El pasado 12 de septiembre, se lanzó a órbita el satélite experimental BlueWalker 3 de la empresa de telecomunicaciones AST SPACEMOVIL. Satélite que busca ofrecer conectividad 4G y 5G a una gran porción de antenas, desde el espacio hacia la tierra.

Sin embargo, desde la comunidad científica chilena han hecho un llamado de atención ante este lanzamiento, pues entorpecería el trabajo de observación astronómica al ser uno de los objetos más brillantes del cielo nocturno, superando a Starlink.

Incluso siendo comparada con Antares, la decimoquinta estrella más brillante del cielo nocturno.

Ante esta situación, El Mercurio de Antofagasta conversó con Eduardo Unda, astrónomo y director del Centro de Astronomía Citeva.

¿Qué es la contaminación lumínica y por qué en los últimos años se ha considerado un fenómeno de cuidado?

-Este fenómeno se trata de la introducción de la luz artificial al cielo nocturno, de manera que se elevan los niveles de iluminación. Desde la astronomía lo hemos entendido como un fenómeno que se origina en la Tierra, con fuentes provenientes de las ciudades o plantas industriales que se ubican en el desierto. Lo novedoso es que desde el 2019 se comenzó a volver un tema de mucha preocupación la aparición de fuentes de contaminación lumínica espaciales, ese mismo año la empresa de Elon Musk Space X anunció la construcción de una mega constelación de satélites que durante los siguientes 10 años escalará a 40 mil nuevos satélites para efecto de proveer comunicación a nivel global, pero con el efecto secundario de agregar fuentes luminosas al cielo al reflejar el sol y a su vez, contaminando las observaciones astronómicas.

¿Cuál es la preocupación que se tiene en cuanto al constante lanzamiento de satélites?

-Si en su momento con 40 mil satélites era algo que nos preocupaba mucho y no sabíamos muy bien para donde iba a ir el tema, resulta que hoy la proyección, sumando todas las empresas de comunicaciones que han aparecido, se esperan más de 430 mil satélites se pongan en órbita en los siguientes años. En modo de comparación, deberíamos contrastarlo con la cantidad lanzadas durante toda la carrera espacial desde el año 1957 hasta el 2019, tiempo en el que los seres humanos habíamos puesto en órbita más o menos 8 mil objetos y que repentinamente vayamos a aumentar ese número, es que nos pone ante un fenómeno sin precedente.

Si bien nadie tiene claro de qué manera va a afectar, se sabe que también va dirigido a no solo las observaciones astronómicas, sino que también a las condiciones de la atmósfera por el tema de algunas emisiones de material que quede ahí y que este reingrese, etc. Es un problema bien alarmante que hay que estudiar desde el punto astronómico.

En relación al satélite BlueWalker 3, ¿a qué se debe que la comunidad científica haya hecho un llamado de atención?

-El BlueWalker 3 pertenece a la empresa AST y en cuestión no es un satélite malo, sino que aparece repentinamente como el 15 objeto más brillante dentro de las mediciones astronómicas. Asimismo, se están anunciando más satélites de este tipo para ser lanzados, pero al no haber existido comunicación fluida con la empresa no sabemos qué va a pasar, por lo que se presenta como una amenaza, la cual hay que estudiarla, entenderla y ver si se puede tratar de otra manera.

Como mencioné, en este momento son más de diez empresas de comunicaciones de distintos países las que están contribuyendo a la creación de estas estructuras globales como el BlueWalker, Elon Musk fue el primero con Space X y la constelación Starlink, luego surgió ONEWEB una empresa británica y ahora están llegando los de Amazon y su constelación Kuiper.

Y así hay varias empresas que se están sumando a esto, inicialmente con sus prototipos los que tendrán sus propias características y distintos modos de operación, lo que hace más complicado el tema porque se tiene que estar pendiente de las formas de trabajar de estos satélites, sin que necesariamente se dé información pública de su funcionamiento. Este punto es importante porque estamos hablando de iniciativas privadas, al faltar una regulación espacial las empresas no tienen la obligación de dar información de lo que están haciendo y si hoy se ha logrado conseguir esa información es por lobby o porque las empresas tratan de no quedar tan mal con la comunidad científica, pero no hay leyes que digan cómo se debe controlar este tema.

En cuanto al tipo de satélite que están en órbita actualmente, ¿cuáles son los de más cuidado para la astronomía?

-Hoy el factor dominante en los satélites son los de las comunicaciones, si bien existen los que tienen otros usos por ejemplo los científicos, como los de monitoreo de las condiciones en la tierra, me sorprendería mucho si sumando todos esos habrían más de 100. En cambio, cuando vemos el plano de las comunicaciones, ya están en órbita más de cuatro mil.

Desde la astronomía la gran preocupación que ha surgido en los últimos años es la de los proyectos de observación masiva del cielo, mismo que se pretende que funciones de manera automática observando grandes porciones del cielo para poder determinar ciertas propiedades de nuestra galaxia como el universo en general. Ante esto, son inversiones muy caras, las que cuesta mucho sacarlas adelante y que actualmente están en construcción. Sin embargo, al tratarse de proyectos masivos de observación de cielo, es donde nos enfrentamos al panorama de que el espacio que estamos observando pueda estar siendo ofuscado por objetos que se estén cruzando en todas direcciones y puede que arruinen la mayor parte de las imágenes astronómicas.

¿Existe algún organismo internacional que regule el lanzamiento y las condiciones de los satélites enviados a órbita espacial?

-Lamentablemente hay un tremendo vacío al respecto. Convencionalmente son las Naciones Unidas quienes sesionan para generar estos acuerdos, pero la firma es voluntaria y lo que pasa hoy en día es que un determinado actor, Estado Unidos, da licencia de operación a empresas de comunicaciones, las que finalmente no operan solo en ese lugar, sino que en todo el mundo y manda satélites desde Rusia o India y tampoco propicia condiciones para que se hagan esos lanzamientos. A pesar de que tienen claro de que lo que se lance al espacio va a afectar a la cadena completa, se puede crear un camino de trabajo con Naciones Unidas para presionar a las potencias internacionales espaciales a que firmen. También creo que Chile debería iniciar un camino de comunicaciones bilaterales con alguna potencia espacial y tratar de presentar las preocupaciones e intereses que se tienen con respecto a este tema y tratar de impulsar acuerdos.

Finalmente, ¿cuál sería el llamado a las autoridades ante este tema?

-Creo que lo que tenemos que hacer nosotros desde la tierra, es instar a nuestras autoridades de todo nivel incluso la Región de Antofagasta, porque esto se debe levantar a los organismos de legislación correspondientes. Chile ya dio una buena señal el 2021, liderando una propuesta ante la Comisión de Espacios Pacíficos de la Naciones Unidas, pidiendo que se legisle respecto a esto, pero como todos los temas legales se retrasan y quedan en carpeta. Por eso tiene que haber presión y Chile tiene que insistir, incluso desde la sociedad civil.