El sacerdote Felipe Berríos a través de una carta, anunció su renuncia a la Compañía de Jesús y y su retorno al campamento de La Chimba en el norte de la ciudad, luego de estar meses en Santiago a causa de las investigaciones abiertas en su contra por abuso sexual.
En el extenso escrito, el sacerdote resumió los más de siete meses desde que comenzó la investigación en su contra. "Este año, como saben, ha sido complejo. Por una parte, he sido denunciado de hechos que no he cometido; por otra, se han atribuido a gestos y palabras mías connotaciones que nunca tuvieron. Una cosa es que mi forma de ser sacerdote, horizontal y directa, pueda haber incomodado o ser considerada inadecuada por alguien, pero no comprendo por qué el gobierno de la provincia insinúa en sus declaraciones que se me ha investigado por hechos que podrían constituir delitos graves".
Dado este contexto, Berríos afirmó que la situación ha sido mucho más difícil debido a la falta de apoyo de la presunción de inocencia por parte de la Compañía. "Esta difícil situación no solo ha sido tremenda en sí misma sino que, además, se suma el modo en que el gobierno de la provincia ha actuado en relación a mí. Menos mal que he podido contar con muchos jesuitas y diversas personas, conocidas o no, que me han mostrado su cariño y apoyo (...) Me duele contarles que me he sentido maltratado por el gobierno de la Compañía, que tanto quiero. Sus ambiguas declaraciones a la prensa han sido condenatorias. Todo esto en un proceso mediático con filtraciones intencionadas que me han perjudicado. Entiendo que el Provincial tenga que ser ecuánime ante una investigación y que deba aplicar los protocolos, pero eso no significa que no deba acogerme con algo de empatía, velando por la presunción de inocencia".
Berríos continuó sobre este punto y aseguró que, "el Provincial ha tenido actitudes objetivas y comprobadas en que ha optado más por cuidar la imagen de la institución y su propia persona, que la búsqueda de la verdad y la justicia. Si por alguna razón el Provincial ha sido incapaz de actuar como tal, tiene para ello un socio y consultores para corregirlo, quienes han brillado por su ausencia".
Distancia con La Chimba
En este sentido, Berríos enfatizó lo que significa esta investigación y el no poder volver a habitar el campamento La Chimba. "Todo esto me ha puesto en una situación en que se me hace imposible vivir la obediencia jesuita. Lo que se me ha impuesto en estos meses -vivir alejado de mi comunidad de La Chimba- me plantea un dilema que nunca debería haber existido. Se me pide una obediencia que violenta mi libertad de conciencia y atrofia mi vocación. Jamás debería haber existido este dilema; en que para vivir mi vocación de jesuita debo de renunciar a ser jesuita. Durante siete meses he agotado todas las instancias de gobierno para tratar de revertir este dilema. Pero siempre he tenido la misma e infundada respuesta: debo quedarme en Santiago por tiempo indefinido".
El eclesiástico sostuvo que, "no estoy pidiendo un trato especial", pero indicó que existe un sin sentido el negar la posibilidad de trabajar con la comunidad en el norte frente a la investigación canónica. "Siempre he estado dispuesto a colaborar en todo lo que se me ha pedido para esclarecer los hechos. Pero mantenerme aislado, mientras tengo responsabilidades con gente muy necesitada y tareas a las que debo atender con urgencia, me parece que no tiene justificación alguna".
"La Compañía ha sido mi familia, la que me formó como jesuita, entendiendo y experimentando que la obediencia jesuita no es una obediencia ciega, sino que es una obediencia inteligente, fuente de libertad, creatividad y fortalecimiento de la vocación. Así la he vivido durante 45 años, con muchos frutos apostólicos y contentamiento espiritual. Todo es un medio, pero mi fin es mi vocación de ser compañero de Jesús en el servicio de la fe y la promoción de la justicia que la misma fe obliga", agregó Berríos, quien destacó que, "gracias a la Compañía he podido identificarme con el evangelio, por lealtad a la misma Compañía, debo renunciar a ser jesuita".
El sacerdote finalizó su misiva indicando que "no puedo permanecer indefinidamente lejos de mi comunidad; no puedo ser jesuita y no obedecer (...)Siempre dije que moriría como jesuita, pero jamás me imaginé que llegaría a la encrucijada de que obedecer como jesuita perjudicaría mi vocación".