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Estrategia Minera, Estrategia Política

Dra. Francis Espinoza F. Académica UCN
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Esta semana se dio inicio a la elaboración de la tan llamada 'Estrategia Regional Minera 2023-2050', planteándose como un hito significativo en la gestión del actual Gobierno Regional, y con la activa participación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD), industrias regionales, universidades y sociedad civil. En el evento se extrañó la presencia de más académicos/as de las instituciones de educación superior y actores sociales con una real territorialidad. La actividad fue de carácter cerrado e imposible de conseguir invitaciones, por lo cual podríamos disentir de si a la construcción de esta 'Grand Strategy' estamos convocados/as todos/as. Esto sería el primer error político importante de este proceso, que ojalá se subsane a lo largo del trabajo de la OECD. Si bien, no podríamos constituir una 'república de la multitud' (Paolo Virno, 2003), pero creo que una carta de navegación como ésta debiera contener al menos una perspectiva de género, estudios exhaustivos de políticas comparativas internacionales y una dimensión territorial realista.

Por ende, la pregunta que subyace es si esta estrategia ¿debiera ser política? El Jefe de la Unidad Regional de Desarrollo Rural de la OECD, Enrique Garcilazo, planteó que los procesos mineros deben sostenerse sobre la base del bienestar económico, social y medio ambiental a través de la ejecución de políticas sectoriales, aspectos que no visualizamos claramente desde el GORE. Tal vez porque la gente todavía no entiende las diferencias estructurales entre la Delegación Regional Presidencial (DRP) y la Gobernación, y que la percepción sobre el ejercicio de esta última sólo se remite a ser la 'billetera' de la región. Ian Green, Coordinador del Plan de Minerales y Metales de Canadá (CMMP) hizo hincapié en la importancia de la inclusión de las comunidades indígenas en la realización de una estrategia de estas características, considerando además los aspectos geopolíticos y los actores macroeconómicos. El Gerente General de la Asociación de Industriales de Antofagasta (AIA), Fernando Cortez, entregó una visión crítica del sector público, enfatizando en que se requiere de una robustez en la estructura pública regional, es decir, el debilitamiento institucional o la procrastinación regional NO PUEDE ser la estrategia política de esta mapa de acciones (María Victoria Murillo, Steven Levistky y Daniel Brinks, 2021).

En general, las entidades internacionales como la Unión Europea o la ONU plantean estrategias a 10 años plazos que tarde o temprano se convierten en tratados o en políticas regionales/globales. Desde el punto de vista estratégico, un instrumento a más largo período resulta contraproducente, dados los escenarios globales y nacionales de incertidumbre. La excepción sería China, pues las estrategias planteadas por sus líderes, especialmente la de Xi Jinping, plantean que el orden mundial está constantemente en juego debido a cambios geopolíticos y tecnológicos sin precedentes, y que esto requiere un ajuste estratégico. Más cortoplacista, la 'gran estrategia' de Estados Unidos está enfocada en cómo utilizar los medios para promover y lograr los intereses nacionales y el uso de alianzas que se adapten mejor a los objetivos de la nación. Europa en cambio se ha ido focalizando en necesidades claves internas que se convierten en grandes acuerdos tales como Maastricht (1992, pilar comunitario, político-jurídico y política exterior), Ámsterdam (1996, ampliación de la EU), Niza (2000, estructura institucional), y Lisboa (2007, modificación de la base constitucional de la EU).

Más allá de discursos ideológicos que resaltan significantes vacíos como populismos o revanchismos, lo que no es posible apreciar en los discursos iniciales es, al menos, el sueño de región que queremos y cómo éste es acompañado de una estrategia en minería verde, inclusiva y contemporánea (clean economy). Lo que hace que una gran estrategia sea 'grande' no es simplemente el tamaño de los objetivos estratégicos, sino también el hecho de que se deben coordinar 'medios' dispares para lograrlo. Por ende, la visión meramente extractivista ya no es posible, una estrategia política de esta índole requiere el cambio en las matrices productivas, la formación de personas y la inversión de los recursos en una región inteligente con alta cohesión social y gobernanza pública eficaz y competitiva..

"Más allá de discursos ideológicos que resaltan significantes vacíos como populismos o revanchismos, lo que no es posible apreciar en los discursos iniciales es, al menos, el sueño de región que queremos y cómo éste es acompañado de una estrategia en minería verde, inclusiva y contemporánea (clean economy)".

Una involución manifiesta

José Miguel Serrano, economista Universidad de Columbia
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Durante mucho tiempo viví y trabajé en diferentes países de América. Se puede decir que he visitado y conozco prácticamente todas las naciones americanas, desde Canadá por el norte hasta Puerto Williams en el extremo sur de Chile. Y menciono este hecho porque estoy anonadado con el desorden y caos que me ha tocado presenciar a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional durante los últimos tres años, situación que nunca vi en ninguna otra parte del continente.

¿Cómo se puede explicar la destrucción que hemos experimentado en Chile? La gran mayoría de mis compatriotas ya no quiere saber más de "estallidos", quemas y violencia, todo ello justificado por algunos porque dicen estar cansados de un sistema que consideran injusto. Son los mismos que piden y demandan cambios profundos a las pensiones, salud pública, educación y tantos otros aspectos de nuestra vida cotidiana, que por cierto se hace más difícil ahora con la pésima situación económica imperante (y que arrastra problemas cuya génesis de encuentra justamente en la misma violencia que muchos aplaudieron). Y ahí está esa violencia latente, que aflora en cada momento cuando hay una conmemoración popular que celebrar. ¿El "estallido", el "combatiente", el no se qué o no se cuánto? Esas manifestaciones espurias que la extrema izquierda justifica, tienen sin embargo una naturaleza y manera de expresión que son imposibles de aceptar. Y, sin embargo, son justificadas por algunos líderes políticos y sociales carentes de toda visión de Estado. Esto, a la vez, se logra entender sólo si existen problemas sicológicos más profundos en nuestra sociedad, que el "progreso" económico y un arraigado materialismo ha venido tapando por décadas.

Mi hija mayor quiso irse de Chile cuatro años atrás, cuando tenía sólo 22 primaveras, ya que se cansó de vivir en una sociedad tan inmensamente agresiva y discriminatoria. En Santiago asistió a la universidad, donde pudo presenciar un permanente matonaje político y cultural. Decidió que Estados Unidos era el lugar para ella, y ahora es feliz trabajando y estudiando allá. Al principio pensaba que se había equivocado al marcharse del país, pero he llegado a comprender que tenía razón, pues en Chile estamos mal de la cabeza y el futuro se ve bastante oscuro. La pandemia no hizo otra cosa que poner de manifiesto la entropía nacional, que actualmente aflora por doquier.

En Colombia, Bolivia, Argentina, Paraguay, México y tantos otros, hay problemas similares o incluso peores que los nuestros. Sin embargo, las personas no salen a quemar y destruir las ciudades, porque tienen niveles de civilidad y urbanidad que los guían y contienen. Los chilenos nos acostumbramos a mirar en menos a Bolivia o Venezuela, sin razón alguna. A pesar de que en este último país existe una férrea dictadura, nunca se ha visto a los venezolanos protestar quemando iglesias, destruyendo los monumentos de sus héroes, o robando y saqueando las pequeñas tiendas de barrio para dejar a sus propietarios en la ruina. Nunca se ha visto a los bolivianos quemar su transporte público al por mayor, como en Chile, o destruir sus estructuras nacionales más preciadas. Estos niveles de brutalidad y salvajismo simplemente no ocurren en otras latitudes. Claro, acá sí porque estamos "enojados".

Como corolario, me parece urgente que todos los chilenos y chilenas volvamos a clases intensivas de civismo y psicología de masas. Y, por cierto, nuestros actuales líderes políticos y gubernamentales, a quienes les falta la estatura necesaria.

"En Colombia, Bolivia, Argentina, Paraguay, México y tantos otros, hay problemas similares o incluso peores que los nuestros. Sin embargo, las personas no salen a quemar y destruir las ciudades, porque tienen niveles de civilidad y urbanidad que los guían y contienen".