Conflicto mediático y muy perjudicial
Si las partes en disputa no ceden en sus posiciones todo puede terminar muy mal. El CDA bajando de categoría y un alcalde cuestionado por su rol implacable. De ambos lados se han visto gestos de poco interés por llegar a acuerdos y cada uno ha querido hacer respetar sus posturas sin el más mínimo empeño de entender lo que plantea su contraparte.
De todas las opiniones vertidas por la polémica entre Club Deportes Antofagasta SA y el municipio por el uso del Estadio Regional, las más acertadas son las que entregó en este Diario el actual técnico de los Pumas Javier Torrente, quien pidió esperar a que se termine el campeonato para sentarse a resolver los problemas. Incluso dijo que siempre en este tipo de conflictos ambas partes tienen cierto grado de verdad en lo que exponen.
Palabras sabias pero que no fueron oídas y hoy la situación está aún más complicada de lo que existió al momento de hacerlas. Las posiciones parecen irreconciliables y si no hay intento de llegar a un diálogo abierto todo puede ser peor.
Y dentro de ese peor está la clara opción de que el club pierda la categoría. Si la ANFP se decide a aplicar el reglamento le quitaría los tres puntos y los dejaría con un pie y medio en la serie B.
No es lo que espera la hinchada albiceleste, que le ha costado reencantarse con un club que en la transición a Sociedad Anónima perdió parte del arraigo con su gente.
Qué se puede esperar sobre el particular, solo que las partes se acerquen. De ambos lados se han visto gestos de poco interés por llegar a acuerdos y cada uno ha querido hacer respetar sus posturas sin el más mínimo empeño de entender lo que plantea su contraparte.
Es efectivo que hay una deuda millonaria por concepto de consumo de agua. También lo es que el CDA se tomó dependencias que no le correspondían dentro del estadio. Pero esa verdad no es completa, porque la gente del fútbol tiene razón en que le deben calcular la deuda conforme a lo que ellos utilizaron y no respecto a un total en el que hay más involucrados.
Si se mira desde afuera el problema tiene una solución que no debiera ser tan compleja. Y allí lo que se necesita es flexibilidad.
Si bien la suma calculada por deuda es de $200 millones, su amortización puede que llegue a la mitad y para la SA no será problema cancelarla. Un gesto de grandeza sería que cancele la totalidad como una señal de aporte a otras actividades deportivas.
Mientras que el alcalde debiera abrirse a facilitar el estadio para las fechas que le quedan de local y buscar los acuerdos inherentes a su condición de autoridad y dejar de lado la soberbia.