Violencia e inseguridad
Dos de los flagelos que se repiten en nuestra sociedad y que no permiten una sana convivencia. Sus causas son difíciles de determinar. Actos como los "abordazos" o "reventones" vistos en un show artístico, la golpiza a futbolistas, la delincuencia en las barras bravas, son ejemplos de que seguimos en una crisis social.
La inseguridad es el principal problema que aqueja a los antofagastinos y lo han manifestado en reiteradas oportunidades a las autoridades para que aborden algún tipo de solución. Pero no solo es delincuencia lo que preocupa, también un ambiente creciente de violencia y una repetida actitud de diversos grupos de no respetar leyes y menos las normas de convivencia que nos rigen.
Expertos y analistas coinciden en que en un momento no se fue tajante con rechazar los hechos violentos, principalmente, durante el estallido social. Frases como "para hacer tortillas hay que romper huevos", justificaban la violencia de algunos pocos que se sumaban a las válidas manifestaciones por un país menos desigual.
No fue uno, fueron varios días en que la protesta pacífica era tomada por quienes encontraban en la destrucción su forma de expresión o simplemente por quienes vieron el momento de delinquir promoviendo saqueos.
Ese fue el momento en que no todos fueron enérgicos para repudiar la violencia y el respeto al estado de derecho.
Los mismos expertos manifiestan que estas conductas no se deben a la revuelta social o a la pandemia. Había una rabia colectiva que venía germinándose hace años y que se ha canalizado en actos violentos en los últimos años.
Y eso tiene una explicación más profunda y que debemos asumir como sociedad, porque actos como los "abordazos" o "reventones" vistos en un show artístico, la golpiza a futbolistas profesionales y aficionados a manos de hinchas desaforados, lo ocurrido con los fuegos artificiales y la caída del techo del estadio Monumental, son ejemplos que seguimos atravesando por una crisis como sociedad.
Y este deterioro en la convivencia es que debe ser atendido de modo especial. Partiendo por condenar la violencia en todas sus manifestaciones. Y en ello no puede haber un doble estándar, la violencia venga de donde venga será negativa y se debe repudiar.
Obviamente que luego el diagnóstico se debe profundizar y encontrar el origen que no es solamente el malestar acumulado por inequidades, hay otros como la pérdida de valores, el desapego a nuestras instituciones y familia, son partes de la actual problemática.