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Seguridad política

Dra. Francis Espinoza F. Académica UCN
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La temática de la seguridad pública se viene tomando la agenda desde hace varios gobiernos. Los datos duros apoyan esta realidad. Durante 2021, en el Índice Global de Paz, Chile se ubica en el lugar 49 (1.831) casi después de Uruguay (47º, 1.817) y Costa Rica (39º, 1.735), mejorando un puesto (50º, 1.831) en 2020, y bajando ostensiblemente desde 2019 (31º, 1.666). Esta situación también es observable en el Índice Global de Terrorismo, donde nuestro país aparece en el puesto Nº 18 (6.496) después de Colombia (14º, 7.068), subiendo varios puestos desde 2020 (Nº 47, 4.031). Pese a esto, el creador de esta última metodología, el australiano Steve Killelea, señala que "la mortalidad de los ataques de grupos armados mapuche es de un 0,03%, lo que indicaría que quieren negociar" (EX-ANTE, 14/03/2022).

En política no se deben usar variables causales para definir y dar solución a los fenómenos societales, pero está claro que a partir de la interpretación de la ley Nº 19.027 (enero de 1991) se hace una relación directa entre seguridad, violencia y terrorismo, posiblemente también presente en legislaciones anteriores. La nueva normativa nacida en democracia, "rediseña el concepto de terrorismo creado por la dictadura, introduciendo elementos subjetivos relativos a la finalidad en el autor de causar temor a la población o parte de ella, y alternativamente una finalidad coactiva, arrancar resoluciones a la autoridad o imponerle exigencias, estableciendo una presunción de la finalidad" (Mirna Villegas Díaz, "Política Criminal", 2018).

La realidad emblemática e histórica va dando cuenta de la necesidad de considerar más a fondo el tema del terrorismo en el país, sus motivaciones y consecuencia, por nombrar sólo algunas situaciones tenemos el caso cartas bomba en la embajada de Estados Unidos (2001), la serie de atentados con explosivos en infraestructura crítica (bancos, comisarías, cuarteles de ejército, iglesias, embajadas, sedes de partidos políticos, oficinas de empresas, juzgados y edificios de gobierno, 2005), el atentado en el centro comercial subcentro (2014), la quema de las iglesias en La Araucanía (2016). De manera más reciente, la muerte del trabajador en Lumaco (Segundo Catril Neculqueo) generó un punto de no retorno en la discusión pública y obligó al gobierno a reestructurar su estrategia política de seguridad en la macrozona sur (EMOL, 26/05/2022). De esta manera, el gobierno estaría enfocándose en una posible ampliación del estado de excepción y la articulación entre los ministerios del Interior y Defensa en conjunto con las Fuerzas Armadas. A esto se une, además, la petición desde el norte de la necesidad de volver a estados de emergencia, debido a la escasa capacidad de gobernanza desde los gobiernos locales para abordar la problemática de seguridad ciudadana.

Pese a la materialidad de la discusión en términos cuantitativos, comparto el punto de vista del senador Francisco Huenchumilla, la solución a los problemas de seguridad pública requieren soluciones políticas, es decir, estaríamos hablando en definitiva de 'seguridad política'. El llamado que hace Huenchumilla es a buscar un gran acuerdo político a través de una finalidad de Estado con los grupos económicos que manejan las forestales en la zona. Desde el PS, se pide que se dejen atrás los temores ideológicos (senador Gastón Saavedra) o los traumas del pasado (senador Fidel Espinoza). Desde la oposición, se solicitan medidas más pragmáticas tales como estados amplios de excepción y el diseño de mecanismos sofisticados de inteligencia (senadora IND Carmen Gloria Aravena).

Los estados de excepción son instrumentos constitucionales para abordar más bien los temas de paz ciudadana que de violencia extrema por períodos acotados, y en busca de soluciones profundas y a más largo plazo. Es innegable que la creación de las leyes para regirnos tienen que ver más con un ordenamiento de la sociedad que la aplicación de estrategias coercitivas de las conductas individuales. El filósofo italiano Giorgio Agamben (2003) señala que en las democracias liberales, la excepción se ha convertido en la regla y, a su vez, ha constituido una metodología de legitimación política de la dominación. Por ende, los acuerdos políticos y la construcción de esferas públicas no estatales (Virno, 2003) podrían contribuir a alcanzar la tan anhelada paz social y ciudadana..

"Los estados de excepción son instrumentos constitucionales para abordar más bien los temas de paz ciudadana que de violencia extrema por períodos acotados, y en busca de soluciones profundas y a más largo plazo".

Cosmovisión actual

José Miguel Serrano Economista U. de Columbia
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Unas cinco décadas atrás, solíamos ir regularmente con mi madre y hermanos a la casa de mis abuelos. Allí estaban además algunos tíos y parientes mayores, quienes nos contaban historias de un Chile que ya en aquella época estaba desapareciendo y que ahora simplemente se esfumó en el tiempo, dentro de un aire enrarecido donde todo parece ser gris. Era indudablemente un país más pobre, pero de gente austera, sencilla y de sólidos principios.

Para un observador de la realidad, no resultará difícil darse cuenta que nos hemos ido transformando en una sociedad nihilista, donde sobresalen el escepticismo y la incredulidad frente a todo. Lo preestablecido toma el carácter de un asunto dogmático, de algo que debe considerarse como negativo y por lo tanto rechazado, y cambiado. Todo es refutable, relativo y rebatible. Esta cosmovisión está muy en boga en nuestros días, ha ido adquiriendo una velocidad extraordinaria y ha resurgido para definir a la sociedad chilena actual en la mayoría de los casos. Principalmente por quienes se arrogan el derecho de modificar en los más profundo nuestra manera de vivir, como se da ahora desde los grupos y colectivos más extremos.

Es asunto de mirar a nuestro alrededor para saber que las cosas están lejos de ser perfectas, o que marchan por un buen derrotero, particularmente en Latinoamérica y más particularmente en Chile. La glorificación de lo material se ha instalado, de manera tal que ya ni siquiera la violencia y el fuego nos conmueven por más de unos instantes. Y los líderes políticos se encargan de dar vuelta rápidamente la página, ofreciendo bonos, descuentos y ayuda monetaria a cambio.

Así, la gente va perdiendo la fe, no simplemente en un "Ser Superior" sino que en muchos aspectos del sistema propiamente tal; se duda de las personas y hasta la familia ya no es del todo confiable. El ser humano se siente solo y a menudo ni siquiera se tiene a sí mismo. Esta situación antes era aplacada por la religiosidad, es decir, había un gran peso moral que hacía que la gente se comportara bien, por lo menos ante los demás, aunque no fuera por otra razón que la de "ganarse el cielo". Pero ya no, se ha perdido la compostura, y desde las visiones más radicalizadas nos dicen que somos libres de actuar a nuestro arbitrio, pues no se tiene que probar nada a nadie. Se falsea la verdad abiertamente y el orden moral queda sujeto simplemente al ser humano como individuo, a la voluntad de cada cual.

De esta manera, nos encontramos absolutamente a la deriva, buscando respuestas en un devenir de pensamientos, cavilaciones y acciones inútiles - sin que prime una visión estructurada y meticulosa del devenir colectivo -, para finalmente llegar a pocas o ninguna conclusión y darnos cuenta de que estamos donde partimos, en estado cero, nada, "nihil". Pasa el tiempo, pasan eventos crueles, mientras la gente continúa pensando sólo en qué va a "consumir" mañana.

Podría afirmarse que estamos sufriendo las consecuencias de la excesiva importancia que la modernidad le ha otorgado a la "subjetividad" y a la herencia nihilista de Friedrich Nietzsche. Pero ante una sociedad que enfrenta una severa crisis existencial e institucional, no sirven la resignación y la indiferencia. Se requiere, sobre todo, lucidez, discernimiento y equilibrio mental para mejorar nuestra realidad - no sólo económica -, y aumentar significativamente la dignidad como personas.

"Así, la gente va perdiendo la fe, no simplemente en un "Ser Superior" sino que en muchos aspectos del sistema propiamente tal; se duda de las personas y hasta la familia ya no es del todo confiable".