Crisis migratoria: hacerse cargo
Migrante de 83 años murió tras cruzar la frontera en el sector de Colchane en la Región de Tarapacá. A los 26 fallecidos que hasta ahora ha dejado esta crisis migratoria en territorio nacional, se deben sumar los cientos que han perdido la vida antes de cruzar la frontera.
A principio de la semana pasada la crisis migratoria cobró una nueva vida en Chile. Esta vez fue un adulto mayor, de 83 años, quien fue encontrado en el Salar de Coipasa, cerca de Colchane, en la Región de Tarapacá. Él se vio forzado a arriesgar su integridad, a sabiendas de su condición de salud, para buscar un mejor pasar ante la crítica situación que vive actualmente Venezuela. Tal como lo reflejó el alcalde de Colchane, Javier García Choque, "Esta muerte duele porque se trata de un adulto mayor que decide emprender una travesía imposible".
El caso de Humberto José Ávila no es el primero, pero da cuenta de una crisis humanitaria que no solo repercute en Chile, sino que también en el resto de América, con más de 6 millones de venezolanos que han abandonado su país debido a décadas de mala gestión gubernamental, corrupción, inseguridad, pobreza y atropello a los derechos humanos.
Es preocupante que, pese a los anuncios de las autoridades chilenas, aún se mantengan las cifras altas de ingresos clandestinos, con miles de personas en las calles y otras hacinadas en las distintas ciudades del país, sin que se haya encontrado una solución a esta problemática a nivel internacional.
Hasta ahora se han coordinado las acciones para poder paliar los efectos en las comunidades que acogen esta migración, como también el apoyo humanitario, no obstante, penan soluciones para enfrentar este fenómeno que muchas veces se busca asociar a temas de inseguridad. Las estadísticas no mienten e indican que de los ingresos, un 30% son niños y adolescentes, como también adultos mayores, quienes son las principales víctimas de esta crisis.
A los 26 fallecidos que hasta ahora ha dejado esta crisis migratoria en territorio nacional, se deben sumar los cientos que han perdido la vida antes de cruzar la frontera, algo que no nos puede dejar indiferentes y para lo cual se requiere no solo de empatía, sino de un trabajo serio desde lo institucional, que permita no solo tener un registro de quienes llegan, sino también hacer un seguimiento de los casos.
Es deber del Estado de Chile generar las iniciativas necesarias con el fin de evitar todas las implicancias que genera un flujo migratorio irregular y que a la larga decantan en situaciones de odio y discriminación, como las que se han vivido en otras fases de la historia de la humanidad y que a nadie enorgullecen.