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Zona Cero

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Últimamente, el tema de la delincuencia ha invadido la palestra mediática, el mainstream indicando que estamos alcanzando niveles alarmantes en materia de seguridad civil. Más allá del plan que la actual ministra del interior, Izkia Siches, tratará de aplicar, es útil recordar que la delincuencia también tiene importantes características territoriales y que por ende los mismos actores locales pueden desempeñar un rol importante para enfrentarla. Hacer referencia, bien que las potestades no sean idénticas, a ejemplos en otro países puede servir a darse cuenta que algunas situaciones, caóticas y dramáticas, lograron a ser revertidas. Conviene eso sí indicar que, frente a la urgencia, se atacaron más las manifestaciones ultrajantes de la delincuencia que sus causas profundas y estructurales.

En septiembre de 1990, en su portada, el "New York Post" publicaba el asesinato número 2.000 de lo que solo iba de ese año en esa ciudad. El declive del rubro industrial había tenido por efecto la instalación de miles de "rucos" en los barrios del Bronx y Queens, que convivían con edificios totalmente deteriorados. En el centro, los comercios clausuraban, la delincuencia se disparaba cada vez más a medida que la ciudad se sumergía en la pesadilla del tráfico y consumo del "crack" (la "pasta base" de la época), cuyo auge estaba provocando sangrientas guerras territoriales entre bandas rivales.

En 1994, Rudolph Giuliani salió electo alcalde de la ciudad, un abogado de formación, ex pilar de la administración Reagan. ¿Cuál solución propuso para "limpiar" la urbe? Aplicar la "tolerancia cero". Este credo de seguridad se basa en una teoría bien precisa, la de "la ventana rota", desarrollada por los criminólogos J. Wilson y G. Kelling. Estos postulan lo siguiente: "Si una ventana rota de un edificio no se repara a la brevedad, pronto se romperán todas las demás. Si una ventana no se repara, se está enviando la señal de que a nadie le importa la situación y que romper más ventanas no tiene ningún costo, para nadie." Por ende, los investigadores afirman que es el debilitamiento de los lazos sociales y la falta de reacción ante el desorden es lo que favorece el desarrollo de la delincuencia. Mecánicamente. Los daños, los grafitis, la suciedad, la ocupación sin permiso del espacio público, el consumo y la venta pública de alcohol y drogas, la mendicidad, la prostitución callejera; todos esos elementos acumulados provocan, por un lado, una sensación de inseguridad entre los ciudadanos y, por otro, un sentimiento de impunidad entre los maleantes. Por ende, si se debe combatir la delincuencia, se debe empezar por no más tolerar lo mencionado anteriormente.

El alcalde Giuliani va aumentar considerable y prioritariamente el presupuesto del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD). El edil nombrará a W. Bratton para dirigir dicho departamento. Años anteriores, este último había revolucionado la policía de transportes cambiando el axioma de las detenciones. En lugar de perseguir a los delincuentes notorios, optó por detener sistemáticamente a los evasores, drogadictos, grafiteros y otros mendigos. Su lógica, calzando con la de la "ventana rota", era que para llegar a los "peces gordos" había que utilizar amplias redes para pescar los "peces más chicos". En los hechos, veremos que uno de cada siete carteristas detenido ya tenía una orden de detención; uno de cada 15 llevaba un arma prohibida. El resultado: una rápida reducción de los robos, fraudes y mendicidad. Giuliani generalizará y ampliará su estrategia, entregándose los medios para hacerlo: doce mil agentes adicionales, nuevos coches y las autorizaciones legales para sistematizar los controles. Se introducirá la técnica del stop-and-frisk ( parada y registro corporal), que permitirá a los agentes policiales controlar "físicamente" a cualquier persona sospechosa. El efecto disuasivo será inmediato: los delincuentes, temiendo ser detenidos en cualquier momento, dejarán sus armas de fuego en casa. Se creará también el "CompStat", un sistema para cartografiar los robos que proporcionará cifras en tiempo real y localizadas, lo que permitirá aumentar el número de detenciones. Por otro lado, a nivel de política urbanística, gracias a exenciones fiscales, el alcalde también hará que el sureste de su ciudad sea atractiva para los inversores y que Manhattan se rehabilitará, atrayendo, en esa zona, a una población acomodada que vivirá en nuevos edificios con alquileres elevados; el famoso proceso de "gentrificación".

A pesar de los resultados, las metodologías aplicadas no serán exentas de críticas. Sin embargo, nada descartaría que algunos aspectos de este ejemplo puedan ser retomados, en la espera de que otras soluciones optimicen la paz social sobre el mediano y largo plazo. Porque sin lugar a duda, la delincuencia está avanzando a pasos agigantados. Y eso es producto de lo que mueve el narcotráfico. El que ya está más que implementado, ramificado y potenciado en nuestro país. Zona norte incluida.