El maltrato no puede ser la norma
"El problema está en que cuando empezamos con esa dinámica del ojo por ojo, sabemos que al final lo único que vamos a lograr es terminar todos ciegos". Ricardo Díaz Cortés, Gobernador regional de Antofagasta
Estamos viendo una forma de actuar que incentiva la violencia, la regla parece ser la falta de acuerdos. Lo podemos ver de manera cruda en episodios de violencia ocurridos entre estudiantes que no es más que el reflejo de lo que vivimos como país, en donde el clima de polarización se ha mantenido e incluso profundizado. Es como si de pronto se hubiese suprimido el nivel de confianza básica que hace posible la convivencia social.
Cada semana encontramos lamentables episodios que son prueba de lo anterior. Hace solo unos días el Presidente de la República recibió un piedrazo, en La Araucanía el conflicto impide incluso el ingreso de autoridades, y está la funa como forma de acción política.
Sin embargo, esta violencia también la vemos reflejada ante la ausencia del Estado, el que por décadas ha negado a los ciudadanos soluciones a sus demandas en salud, acceso a servicios, justicia, educación, pensiones dignas, entre otros. Como sabemos, el estallido social fue una consecuencia de este maltrato.
En la región, esta falta de Estado no solo se ha visto reflejada en los grandes problemas que tenemos y cuyo diagnóstico conocemos, también se observa en la falta de soluciones a problemas que pueden parecer poco importantes, pero que cuando hacemos un zoom y miramoscon atención, vemos que, al no tener solución, estamos afectando la vida de las personas. Solo como ejemplo, en Antofagasta luego de conocer un nuevo accidente en la avenida Salvador Allende, las personas no pueden seguir esperando y el Estado, en este caso el MOP, debe actuar y llegar con una solución vial.
La quemas en La Chimba no van a terminar si a las acciones que, desdeel Gobierno Regional estamos realizando, no se suman los actores que deben tomarse en serio el rol al que están mandatados. De ahí la urgencia y mi llamado a la acción, que entregue soluciones concretas para así cortar con el círculo de maltrato a la gente del sector.
Me niego a pensar que maltratarnos unos a otros deba ser la norma. El problema está en que, cuando empezamos con esa dinámica del ojo por ojo, sabemos que al final lo único que vamos a lograr es terminar todos ciegos.
Las sociedades no se construyen sobre la base del odio o de la rencilla mutua, tampoco bajo la desconfianza. Lo propio de las sociedades es precisamente establecer reglas básicas de acción, definir principios en donde todos sepamos a qué atenernos y sobre la base de esos principios construir acuerdos comunes que nos lleven al desarrollo de un país mejor.
Para eso es necesario que entendamos que tienen que haber reglas de convivencia básica que no podemos transgredir. Debemos respetar el orden y la correcta aplicación de las normas que nos rigen. En tal medida, el resguardo de los espacios públicos como espacios para todos y todas debiera ser una norma de convivencia mínima. El respeto hacia el otro en tanto persona debiera verse reflejado en nuestras acciones, así como también lo debiera ser el respeto hacia cada individuo por parte de las instituciones públicas, las personas deben tener la certeza de que sus representantes recogeremos sus demandas y trabajaremos en busca de soluciones, el diálogo debe ser la norma, no la violencia, así se construye, así se avanza.