La falta de una dirigencia calificada en el fútbol
La dirigencia está capturada por representantes Carlos Tarragó, Presidente Corporación Proa
El domingo pasado un diario capitalino incluyó un extenso artículo relacionado con el ocaso de la Generación Dorada del fútbol y sus posibles remplazantes. El artículo en sí añoraba lo que la señalada generación había logrado al ganar: dos veces la Copa América y alcanzado la clasificación a los campeonatos mundiales de Sudáfrica y Brasil. Lamentablemente la publicación solo atribuía estos logros a ciertos jugadores aún activos, radicando casi exclusivamente en estos, los éxitos obtenidos.
Sin desmerecer las capacidades y aportes de jugadores que vistieron La Roja, estimo que Bielsa fue el gran arquitecto de la Generación Dorada. Recordemos que, en su primera convocatoria, prescindió de los referentes e históricos de la selección y nominó a jugadores jóvenes, dentro de los cuales algunos ni siquiera eran titulares en sus respectivos clubes. El estilo de juego que implantó, de nunca renunciar al ataque, de intentar recuperar el balón perdido a toda costa, de una disciplina dentro y fuera de la cancha cumplida a ultranza y de un liderazgo que no se discutía, fueron algunos de los aspectos que revolucionaron al equipo rojo y los elementos que sin duda alguna contribuyeron a que dos técnicos que le sucedieron cosecharan los éxitos ya señalados.
Con él en la banca, logramos ubicarnos en un inédito segundo lugar en las clasificatorias para el mundial del Sudáfrica a un punto de Brasil, por sobre Ecuador, Argentina y Uruguay que fue al repechaje. Ganamos 10 partidos, uno más que Brasil y marcamos 32 goles, uno menos que Brasil. O sea, un excelente resultado global. En las clasificatorias recién finalizadas ocupamos el séptimo lugar, ganamos cinco partidos y convertimos 19 goles. Una gran diferencia ¿no?
Aún a riesgo de ser calificado de reiterativo, insistiré en la apreciación de que, si Chile tenía la posibilidad de continuar, sino con una revolución futbolística, al menos con una racha más prolongada de participación internacional positiva, habría sido con la conducción técnica del rosarino o con alguien lo más parecido a su estilo.
Sin duda alguna que el complot de algunos clubes grandes, para desbancar a Harold Mayne-Nicholls, quien no era parte del enrarecido establishment dirigencial, terminó por catapultar a la presidencia a Jorge Segovia, quien reglamentariamente estaba inhabilitado, eligiendo al final a un corrupto y alejando a Bielsa de la Roja. Nunca se había visto un estadio nacional repleto, entonando un cántico culpando a Segovia por la partida de Bielsa. Curiosamente, el último partido dirigido en nuestro país por éste, fue contra Uruguay, donde, irónicamente, Chile ganó 2x0.
Me atrevo a asegurar que, si Bielsa hubiera seguido al mando de la selección, tendríamos nuevas generaciones doradas. Hoy tenemos una dirigencia errática, eludiendo responsabilidades y capturada por representantes.